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Imagen de un bus de la LAC en Gran Vía.

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Imagen de un bus de la LAC en Gran Vía. RAMÓN L. PÉREZ

Una línea con tres años de vida cargados de polémica

La LAC se estrenó en junio de 2014 pero el sistema de transbordos generó rechazo desde el principio y obligó a incluir líneas transversales a los pocos meses

M. V. Cobo

Martes, 27 de febrero 2018, 12:23

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Fue el 29 de junio, del año 2014, cuando entraba en servicio la Línea de Alta Capacidad (LAC), el eje central de una remodelación del transporte público que se convertiría en la gran apuesta del último mandato de José Torres Hurtado.

El nuevo plan de movilidad, liderado por la concejala Telesfora Ruiz, se había encargado de medir durante dos años la forma en que los granadinos se desplazaban por la ciudad, para diseñar un nuevo sistema que fuera más sostenible, tanto en lo económico, como en lo medioambiental.

La LAC era la estrella, el eje sobre el que pivotaba el resto del plan. Pero su nacimiento, y la revolución que supuso para la movilidad en la ciudad, estuvieron acompañados de polémica desde el primer día. Era la mayor transformación del transporte urbano desde el año 1984. El principal problema no era la línea en sí, que contaba con modernos vehículos de gran capacidad y unas nuevas paradas para que la subida y bajada de viajeros fuera más ágil. También cambiaba la forma de pagar el bus, validando antes de subir al vehículo.

El principal escollo de este nuevo sistema de transporte fue que obligaba a los viajeros a hacer transbordos. La LAC circuló durante muchos meses en exclusiva por el eje central de la ciudad, desde Cruz del Sur hasta el Palacio de Congresos, por lo que los vecinos de los barrios debían coger después otra línea para llegar a los extremos de la ciudad.

Losa económica

La oposición a estos transbordos fue tan fuerte, que el gobierno de Torres Hurtado recuperó líneas transversales a los pocos meses. Se permitía así conectar de una punta a otra de la capital, pero empezaron a subir los costes del transporte público muy por encima de lo presupuestado. La losa económica acabó de enturbiar la imagen del proyecto de movilidad sostenible.

Acabar con la LAC fue uno de los lemas que esgrimió Paco Cuenca en las últimas elecciones municipales, en las que llegó a presentar un mapa con una propuesta diferente al que puso en marcha Torres Hurtado. Una vez que el socialista llegó a la alcaldía, comenzó a funcionar también el metro. La gran acogida del metropolitano, que atrajo a casi 30.000 viajeros diarios, convertía en un clamor la necesidad de acometer cambios en el mapa del autobús urbano.

Desde el actual gobierno municipal han insistido en las últimas semanas en la necesidad de analizar primero el comportamiento de los viajeros, antes de hacer cambios. Cinco meses han pasado hasta que Paco Cuenca y su equipo han decidido lanzar los cambios anunciados hoy, y que suponen la 'muerte' de la LAC tal como la conocíamos hasta ahora. Cambia de nombre, pero también de recorrido, y se entierra también la filosofía con la que nació.

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