El último mulero de un pueblo de Granada que perdura la tradición
Fermín López se ha convertido en su localidad de Alfornón en el único mulero que sigue arando, trillando y acarreando estiércol y productos de sus fincas con su caballería
El último mulero del pueblo alpujarreño de Alfornón tiene 44 años de edad y se llama Fermín López Juárez. Este agricultor posee un mulo romo ... y otro castellano. A los dos le puso el mismo nombre: 'Romero'. En otros tiempos hubo en este lugar, situado en la Sierra de la Contraviesa y perteneciente al municipio de Sorvilán, más de 50 mulos para labrar la tierra, trillar, transportar la uva, acarrear estiércol y otras faenas. También, en menor medida existieron asnos. Los caballos y las yeguas eran un lujo no al alcance de cualquiera. El mulo es un hibrido entre una yegua y un burro, o entre un caballo y una burra. El mulo no puede tener descendencia. Fermín pudo ir a la escuela y comenzó también a guardar cabras a corta edad. Su padre, Francisco (ya fallecido), se casó dos veces y tuvo 14 hijos (cuatro de ellos ya han fallecido). La madre de Fermín se llamaba Emilia Martín y nació en el 'Cortijo Camacho', de Órgiva.
Fermín López también aprendió a trillar, arar, transportar estiércol y leña, vendimiar, sembrar, etcétera. En su casa siempre hubo mulos y otros animales y aves. Su abuelo fue uno de los mejores ebanistas de la zona. Fermín realizó el servicio militar en Cádiz y Granada. Cuando se licenció volvió a su tierra para seguir trabajando en el campo. Fermín posee viñedos, higueras, almendros y olivos. También cosecha en varias fincas tomates, lechugas, calabazas, boniatos, patatas, habichuelas, ajos, cebollas, pimientos, caldos y otros productos. Hace ocho años contrajo matrimonio y fruto de esta unión nació una niña que ya tiene cuatro años y medio de edad. Hasta hace poco tiempo Fermín cebaba cada año varios cerdos para el gasto de la casa. Este mulero y agricultor también trabaja arando con su yunta en fincas de otros campesinos de Sorvilán y Polopos. Asimismo, ha arado en Notáez y Cástaras. Los trayectos siempre los realiza andando, como antiguamente.
Un sobrino de Fermín López, de 25 años de edad, llamado Antonio Ródenas, residente en Motril, y perito de la cooperativa 'Frutas el Portón', es un entusiasta de Alfornón. Los fines de semana Antonio acude a este pueblo tan tranquilo, pintoresco, saludable y famoso por su vino y festejos, para ayudar a Fermín en las faenas del campo. El padre de Antonio, ya fallecido, fue pastor de ovejas y cabras en 'La Rambla' y nació en Sorvilán. Antonio Ródenas no descarta realizar algún proyecto en Alfornón como, por ejemplo, el cultivo de chumberas para producir y comercializar higos chumbos de excelente calidad.
En otros tiempos hubo en Alfornón muchos habitantes. Ahora, residiendo de forma continua son medio centenar, según Fermín Lípez. Antiguamente, en Alfornón hubo panadería, tabernas, carpinteros, alambiques, toneleros, posada, tiendecillas de todo un poco (ahora existe una estupenda), pastores, muleros, gañanes, arrieros, vendedores de vino que acudían a vender su producto a Trevélez, Juviles, Busquístar, Pórtugos, etcétera. Algunos mayores recuerdan la llegada de la electricidad. Antes las calles era por la noche muy escuras, como la boca de un lobo y los cielos muy estrellados.
Las moradas y los cortijos de Alfornón estaban provistos de candiles de aceite para alumbrarse. También había faroles. En la morada de Fermín López no faltan los mancajes, azadillas, pinchos de horquilla metálica, guadañas, horcas de madera, trillos, tabla de tablear, maza para majar esparto, la lerna, la romana, la máquina de sulfatar, las estacas, los arados de palo, las sogas, serones y aparejos, la pleita, las espuertas, las cestas, las jarcias y otros elementos, principalmente, para las faenas del campo. En otros tiempos cada casa poseía estos y otros componentes porque los vecinos dependían del campo para el sustento. La agricultura y la ganadería eran las principales fuentes de ingresos y actividades económicas de Alfornón.
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