Los peones camineros que trabajan en la Alpujarra para la conservación de carreteras
Estas personas residían con sus familias en unas casillas construidas junto a las carreteras para facilitar la labor de conservación y vigilancia de las vías
Las casillas de peones camineros, construidas para alojar a los trabajadores dedicados al mantenimiento de las carreteras españolas y sus familias, comenzaron a ser un ... elemento oficial con el real decreto de 1852, aunque se remontaban a modelos anteriores de 1759, según algunos estudiosos. Con el tiempo, se desarrollaron modelos oficiales, pasando de viviendas unifamiliares a pareadas y luego a diseños más modernos hasta la extinción del cuerpo de peones camineros a mediados del siglo XX.
En La Alpujarra y en el Valle de Lecrín funcionó también un ramillete de casillas de peones camineros. Muchas de ellas han desaparecido y otras se encuentran en pésimo estado de conservación. Los funcionarios estatales se encargaban de la conservación y vigilancia de un tramo de carretera (una legua, equivalente a unos 5,5 kilómetros) a pie para reparar desperfectos, contando con las herramientas y armas necesarias para su labor. Uno de los pueblos de La Alpujarra almeriense ha sabido conservar y poner en valor sus dos casillas de camineros. En Almería y Granada llegaron a existir más de un centenar de casillas.
En 1859 en España se adoptó un modelo de casillas promovido por Lucio del Valle, Víctor Martí y Ángel Mayo, para reducir el aislamiento de los trabajadores y optimizar costos. Estas casillas incluían espacios comunes y un huerto. Las viviendas disponían también de un cobertizo para guardar las herramientas y la leña y un lavadero. En 1852 la Reina Isabel II refrendaba la orden de creación de casillas de peones camineros con la premisa fundamental de cumplir con su función siendo lo más económicas posibles. Se dieron casos en los que el caminero de una zona optaba por vivir solo en la casilla teniendo a su familia en la población más cercana. Otros, en cambio vivieron con sus seres queridos en zonas alejadas de cualquier núcleo urbano. En un principio residían en una casilla dos familias. El caminero disponía en la parte trasera de la casilla de un patio donde podía tener un corral con animales. Tenía prohibidos los conejos y las palomas, pero permitidos los burros, las gallinas y los cerdos. El trabajo del peón caminero era arduo y requería estar a pie de obra todo el día. El peón caminero tenía que saber leer, escribir y hacer cuentas. Estaban uniformados y poseían una chapa indentificativa, lo que le permitía intervenir en caso de infracciones en la carretera.
Con el desarrollo de la señalización de carreteras, en las fachadas de las casillas de peones camineros se pintaron también carteles informativos con fondo azul y letras blancas que indicaban las distancias a las principales poblaciones más próximas. En 1922 se autorizó también la colocación de carteles publicitarios en las casillas, disposición que fue dejada sin efecto en mayo de 1922 debido a que la proliferación de anuncios despistaba a los conductores de la atención a los carteles oficiales de distancia.
Las casillas de peones camineros sufrieron muchos daños durante la Guerra Civil de 1936 a 1939. En 1960 se produjo la reorganización de los equipos de conservación uniendo a los trabajadores en brigadas y construyendo parques de maquinaria de zona.
Las casillas deshabitadas desde hacía tiempo fueron arruinándose poco a poco casi todas ellas. Algunas fueron transformadas y rehabilitadas. Los peones camineros recorrían todos los días su tramo a pie para garantizar el buen estado de la carretera que le correspondía. Entre sus trabajos se encontraban: rellenar baches, alisar roderas o mantener limpias las cunetas y alcantarillas. También prestaban socorro, denunciaban los daños y retiraban obstáculos.
Los peones camineros no desaparecieron en un solo momento, sino que su figura se fue transformando con el tiempo debido a la mecanización de las tareas de mantenimiento de carreteras y la evolución de las infraestructuras. Algunas casillas de peones camineros, situadas junto a la vera de las carreteras, pertenecientes al Estado las transfirió, en este caso, a la Comunidad Autónoma de Andalucía mediante real decreto de 28 de marzo de 1984, junto a buena parte de las competencias en materia de conservación de carreteras. En Órgiva hubo un peón caminero muy famoso y virtuoso, Manuel Lizana (ya fallecido). Él aseguraba que trabajó en la carretera de La Alpujarra también durante la Guerra Civil. En más de una ocasión pasaron las balas y los cañonazos de la cara de enfrente cerca de él. Manuel se hizo un experto en curar muchas dolencias y enfermedades con hierbas del campo recogidas en la sierra. Los lugareños lo enseñaron a curar con plantas de medicinales. Era un gran experto en botánica y herboristería. También curaba las verrugas. Fue un gran peón caminero que trabajó muchísimo y una gran persona que curó a mucha gente de dentro y fuera de Granada con métodos ancestrales y naturales.
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