El pastor granadino que coleccionaba cencerros para distinguir su ganado en La Alpujarra
El ganadero de Trevélez Julio Expósito, ya jubilado, ha sido capaz de reconocer en Sierra Nevada a sus 270 vacas a través del sonido de cada campano
Pastor desde niño, Julio Expósito Bonilla nacido en Trevélez hace 69 años, cuenta con una importante colección de cencerros para el ganado. El tamaño del ... cencerro sirve para controlar el movimiento del animal. El cencerro se elabora con metal y madera. Julio posee cencerros y collares para vacas, ovejas y cabras. Durante muchos años Julio ha pastoreado vacas en alta montaña. Su padre Julio también fue pastor en Sierra Nevada trabajando a medias. Su madre se llamaba María. Julio, que tiene un hermano y dos hermanas, fue solo un año a la escuela porque tuvo que empezar a ayudar a su familia guardando en un principio cabras. Su familia subía a la sierra de Trevélez, al Horcajo y Los barranquillos en el mes de marzo y bajaba para la feria en el mes de octubre. Cuando Julio cumplió 14 años comenzó a realizar la trashumancia andando en busca de mejores pastos para su ganado en la zona de Córdoba. Su salud es de hierro.
Julio Expósito realizó el servicio militar en Madrid, en Capitanía General. Fue el jardinero del capitán general Coloma Gallegos y de su señora Felisa. Primeramente se dedicó este treveleño a cuidar ovejas y libró de hacer guardias. Asegura que lo pasó muy bien. Cuando volvió licenciado a Trevélez se quedó con unas ovejas de su padre a renta y compró 9 becerras. Con el paso del tiempo llegó a tener 270 vacas y varios perros de la raza pastor alemán. Su rebaño pasaba 6 meses en la sierra de Trevélez y 6 meses en Córdoba. Esto lo estuvo haciendo durante 30 años. Según este ganadero casi todas las vías pecuarias han desaparecido. Se tardaba en llegar a Posadas y Hornachuelos 17 días. Julio contrajo amistad con el torero Manuel Benítez 'El Cordobés'. En más de una ocasión visitó su finca de Villalobillos. Uno de los callares de cuero de un toro bravo se lo regaló 'El Cordobés' para que ampliase su colección. Julio siempre ha tenido caballos enteros.
Julio llegó a reconocer a sus 270 vacas por el sonido de sus cencerros. Escuchaba el sonido de un cencerro a lo lejos y era capaz de reconocer al animal. El conjunto de cencerros de diferentes tamaños y tonalidades que porta un rebaño se llama alambre. Su sonido ayuda a los vaqueros y pastores a comprobar que todo el rebaño está junto o percatarse de si hay alguna dificultad o el rebaño se ha separado. El proceso de fabricación de cencerros encierra una técnica ancestral con el fundido de metales al horno y la afinación del sonido de cada pieza. En algunos lugares se siguen fabricando. El badajo de madera de espino, por ejemplo, es lo que le hace sonar. Un cencerro es una caja de resonancia. Jugando con su forma y el grosor de la chapa se puede conseguir diversidad de sonidos. Julio Expósito mantiene intacta la habilidad que aprendió de pequeño a la hora de afinar cencerros. Su pasión por los cencerros es grande. Todos los días visita su colección. A base de golpes, destreza y maestría Julio fue capaz de conferir una voz única a cada animal. Los cencerros los adquiría a importantes artesanos pero él los afinaba con gran maestría.
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