Órgiva comienza a celebrar la festividad de su patrón
La ermita dedicada a San Sebastián, santo protector, fue erigida canónicamente en 1589 por el arzobispo de Granada, don Pedro de Castro y Quiñones
Órgiva ha comenzado a celebrar los actos religiosos en honor a su patrón San Sebastián. El primer día ha tenido lugar la celebración de la ... eucaristía en la ermita a cargo del sacerdote Antonio Jesús Heredia. Después se ha celebrado la procesión de las imágenes de San Sebastián y la Virgen de la Aurora desde la ermita hasta la parroquia. Hasta el lunes, día 20 de enero, se celebrarán cuatro misas. El domingo las citadas imágenes serán procesionadas y trasladadas a su ermita. Les acompañará muchos vecinos y vecinas del pueblo y la Asociación Musical Exoche de Órgiva. El lunes, día 20, habrá por la tarde misa en la ermita y fuegos artificiales.
El patronazgo del glorioso mártir San Sebastián sobre los cristianos de Órgiva se implantó con el respaldo canónico del arzobispado de Granada, a finales del siglo XVI, a raíz de una epidemia de peste bubónica que azotó la comarca y otras zonas, causando numerosas víctimas en Órgiva y otros lugares. En 1724 se produjo también con mucha virulencia esta contagiosa y mortal enfermedad; pero Órgiva y los lugares de sus cabeceras (Caratáunas, Soportújar y Cáñar) fueron preservados milagrosamente de su incidencia y de sus mortíferos efectos. Un hecho realmente insólito que provocó en los orgiveños y en los habitantes de los mencionados lugares el fervoroso y unánime incremento de la devoción a San Sebastián, abogado contra la peste.
En el legado primero del libro de inventarios de la parroquia de Órgiva, correspondiente a 1724, se recoge un auto, fechado el día 20 de enero de 1725, en el que se alude al firme compromiso que los consejos y vecinos de Cáñar, Soportújar y Caratáunas contrajeron para asistir anualmente a la fiesta que el consejo y los cristianos de Órgiva celebran en honor a San Sebastián. En 1589 se abrieron en Órgiva los cimientos de la ermita de San Sebastián. Anteriormente en este lugar, según la tradición, existía una fortaleza visigoda que dominaba, desde la cúspide, el Valle de Albacete y otros lugares. La ermita fue erigida canónicamente en 1591 por el arzobispo de Granada don Pedro de Castro y Quiñones, fundador de la Abadía del Sacro Monte.
Durante la Guerra Civil el edificio sufrió notable quebranto, quedando en estado ruinoso. No fue el único. Se hizo preciso, después, estimular la buena voluntad de los católicos orgiveños para llevar a cabo su restauración, en la que ha de destacarse la actuación del difunto arcipreste don Evaristo Medina. Las obras de la ermita se realizaron en 1951, merced a la generosidad del ilustre orgiveño, don Antonio García-Trevijano, decano entonces del Colegio Notarial de Granada. Se modificó la antigua portada con la desaparición del viejo portal, permitiendo ensanchar la reducida capacidad de la ermita. También se renovó la solería, se afirmó la cimentación y se introdujeron algunas innovaciones en la decoración de las capillas, conservándose intacto el primitivo retablo de yeso, en donde se venera a San Sebastián. A ambos lados de la ermita se hallan las capillas con las imágenes de Nuestra Señora de la Aurora y Santa Ana.
Hace unos años, estando al frente de la iglesia de Órgiva los sacerdotes Francisco J. Campos y José Gabriel Flores, también fue restaurada la ermita de San Sebastián gracias a la generosa colaboración de muchas personas. Entre otras cosas se colocaron en la ermita nuevas vigas de madera para conformar la nueva cubierta y el nuevo tejado.
La memoria del municipio alpujarreño de Órgiva se remonta a varios milenios atrás, Tolomeo ya lo mencionaba como la colonia griega de Exoche. Fue en época nazarí cuando pasó a denominarse Albastch, que significa llano, y durante varios siglos se le denominó Albacete de Órgiva. En 1942, Boabdil, el Rey desterrado, gozó de sus tierras gracias a un decreto de los Reyes Católicos, pero fue durante la sublevación morisca cuando se convirtió en escenario de cruentas batallas, donde la torre de la Casa-Palacio de los Condes de Sástago representó un gran papel defensivo por parte del alcalde Gaspar de Saravia contra las huestes de Abén Farag.
Órgiva se encuentra situada en el centro de una frondosa planicie, salpicada de olivos centenarios y también milenarios, donde confluyen el Río Guadalfeo y su afluente el Río Chico. Su iglesia consagrada a Nuestra Señora de la Expectación data del siglo XVI y es de estilo renacentista de tipo grecorromano, con bóvedas de cañón y arcos de medio punto. Sus dos torres gemelas de planta octogonal son rasgos identificativos de Órgiva.
En la verja exterior de la iglesia existe una cruz de hierro forjado erigida, según el escrito que le acompaña, por Juan Fernández de Córdoba, en 1596, en memoria de la adjudicación que se le había hecho del señorío de Órgiva. El retablo mayor pertenece al barroco churrigueresco. Esta preciosa iglesia custodia en camarín del altar mayor a la estremecedora y milagrosa imagen del Santo Cristo de la Expiración.
Militar con Diocleciano
San Sebastián nació en Milán a mediados del tercer siglo. Este santo recibió una educación cristiana. El emperador Diocleciano, ignorando esta condición, apreció en él sus grandes méritos como militar y le nombró capitán de la primera compañía de su guardia pretoriana. Fue un cristiano que apostató de su religión, llamado Torcuato, el que dio parte al prefecto de la ciudad, Fabiano, de que era Sebastián el que evangelizaba a tantos gentiles y mantenía en la fe a los creyentes.
Fabiano no se atrevió a arrestarle, debido al elevado puesto que ocupaba en palacio, pero informó al emperador de lo que ocurría. Diocleciano mandó llamar a Sebastián y le recriminó su ingratitud por haber introducido en su misma corte una religión tan perniciosa para el Estado como para él lo era la cristiana. Sebastián replicó que, a su modo de entender, no se podía hacer mejor servicio al emperador que convertir a sus súbditos a la religión del Dios verdadero.
Irritado, el emperador mandó que Sebastián fuese amarrado a un tronco y asaetado por los arqueros númidas. Así se hizo, pero a la noche siguiente una devota mujer llamada Irene fue a recoger el cuerpo y halló a Sebastián estaba vivo. Le hizo llevar a su casa y a los pocos días sanó de sus heridas. No es difícil imaginar hasta qué punto subió la cólera de Diocleciano al enterarse de que Sebastián vivía. Entonces Diocleciano mandó que llevaran a Sebastián al circo y fuese públicamente apaleado hasta que espirase. Así recibió Sebastián la corona del martirio el día 20 de enero del año 288. Desde tiempos antiguos se dio a este santo el nombre de Defensor de la Iglesia. En La Alpujarra granadina y almeriense se venera a San Sebastián en Órgiva, Lanjarón, Bubión, Bayácas, Alicún, Fondón, Juviles, Laroles, Yátor, Pórtugos, etcétera.
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