De Graná
El niño que mira a ObispurtadoBaja usted con el coche y se detiene en el semáforo de Camino de Ronda. Entonces algo llama su atención allí en frente, en la ventana del segundo piso. Es un niño. O parece un niño... Un momento, ¿qué demonios es eso?
El coche atraviesa Obispurtado a su amor, dejándose caer desde lo alto de Carril del Picón como si fuera un suave tobogán del Aquaola. Llega ... hasta Camino de Ronda con el 'Dont Stop Me Now' de Queen, sin que ningún semáforo interrumpa su marcha. Pero ahí, justo en el cruce, se pone en rojo. El conductor se distrae viendo a una pareja que se besa junta al paso de peatones, luego se fija en la publicidad del autobús que hay más allá. «Me comería cinco hamburguesas del Five Guys», piensa. Y entonces, en ese absurdo suspiro de hambre y rutina, sus ojos le llevan a la fachada que hay justo enfrente, a la ventana del segundo piso. Hay un niño asomado entre barrotes y cortinas. Un niño muy quieto que viste de azul. Un niño tan, tan quieto que el conductor baja el volumen de la radio para mirarlo con atención. «Demonios, juraría que eso es un...». ¡¡Piiiiiii!! El claxon del coche de atrás devuelve la atención del conductor al semáforo, que lleva verde un rato. Acelera, intermitente, sube a Freddie Mercury y continúa la marcha. Mañana se fijará otra vez.
Yo estoy en la esquina, pero nadie me está besando. Observo a través de la ventanilla el rostro del conductor que se aleja mosqueado con el niño del balcón. No es el único, son muchos los que se quedan perplejos al ver la silueta azul. Al estar ahí delante, como un roto en una pantalla de cine, es casi inevitable. A pie no es tan fácil de ver, pero a poco que pasees un poco la mirada salta igual que un Wally escondido en un templo griego. Me lo contó Pepe Marín, fotógrafo del periódico. «¿Has visto al niño escondido? ¡Parece una película de miedo!». Es verdad que visto así, de pasada, parece una sombra oculta en un fotograma de Bayona o Amenábar. Aunque si lo observas durante largo rato, al final recuerda más a los cartones que Kevin colocaba en el salón para evitar que los ladrones entraran en casa.
Por más que me acerco, no consigo verlo bien. Lleva una capucha o algo parecido. Lo mismo es un accidente, como las criaturas que de madrugada se forman en la silla donde acumulo la ropa. ¿Quién es el niño azul de Camino de Ronda? Le hago la pregunta a Google y me siento ridículo. No tiene ni idea, claro. Sin embargo, se me ocurre otra forma de resolver el enigma: viajar en el tiempo. O, lo que es lo mismo, Google Maps. Vuelo por Granada haciendo el mismo recorrido que el coche del 'Dont Stop Me Now' y, sorpresa, ahí está. Pero no en la misma posición que ahora. El día que pasó el coche de Google Maps, el niño estaba más alto, más a la vista, sin capucha. Es un niño raro.
La bulla
«¡No es un niño!», me dice Diego Callejón, que curiosea mi pantalla en el periódico. «Es Hasbulla Magomedovich». ¿Quién? «Hasbulla, un influencer ruso que tiene enanismo». Tecleo su nombre y quedo fascinado. El fenómeno mide 102 centímetros, tiene 22 años y hace vídeos con famosos como Mike Tyson, Mark Whalberg o Shaquille O'Neal. El tipo pegó tan fuerte en internet que hoy es imagen de la UFC (el mayor campeonato de artes marciales de EEUU). En Amazon venden su silueta en cartón por 39,99 euros. Tiene gracia que el niño que los conductores ven de reojo cuando van con bulla se llame así, Hasbulla.
La bulla. Qué palabra tan bonita y tan nuestra. La bulla nos afecta hasta en el habla. Por eso no encontrarán a nadie en Granada que pronuncie «calle Obispo Hurtado». Es Obispurtado. La primera vez que leí su nombre en el cartel de la pared algo me hizo 'clic' en la cabeza. Estaba convencido de que era así, Obispurtado. Esto me recuerda a unos chavales que me defendieron, sin ningún atisbo de duda o vergüenza, que era «Ganivell» y no Ganivet. La de calles que llamaremos de otra manera por la bulla... Supongo que a veces las cosas no son lo que parecen.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión