Juan Manuel García-Ruiz
El geólogo afronta uno de los proyectos de investigación más ambiciosos de su carrera, sin dejar de comunicar su fascinación por los cristales
Inés Gallastegui
Granada
Sábado, 18 de enero 2025
Juan Manuel García-Ruiz nació en Sevilla en 1953 y se doctoró en Geología en la Universidad Complutense, pero su plaza como investigador del Consejo ... Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) le trajo a Granada en 1980. Ha dedicado su vida a la cristalografía y, cuando parecía que le tocaba retirarse, su grupo de investigación obtuvo una de las prestigiosas ayudas Synergy de la Comisión Europea de Investigación (ERC) para investigar sobre el papel de la sílice en el origen de la vida en la Tierra, dotada con 10 millones de euros. Actualmente desarrolla este proyecto entre en el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra en Armilla y el Donostia International Physics Center de San Sebastián como catedrático Ikerbasque, pero también investiga con chimpancés en Madrid y la semana que viene se va a Kenia a ver la final del Concurso de Cristalización en la Escuela, que empezó en Granada y ya suma 15.000 participantes anuales.
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–¿Cuándo empezó su fascinación por los cristales?
–Con 15 o 16 años. Tuve un profesor excelente de Ciencias Naturales en la Universidad Laboral de Alcalá de Henares. Mis dos hermanos mayores habían hecho el bachillerato laboral en Sevilla, y mi hermano Antonio, que fue mi mentor intelectual, se enteró de que por primera vez se hacía un bachillerato normal en esa universidad madrileña, convenció a mi padre y me mandaron allí con 14 años. Tuve una preparación magnífica. Había laboratorios y con ese profesor hacía experimentos, medía la velocidad de crecimiento de los cristales con el microscopio... Para un niño aquello era como la NASA. Me interesaban dos temas: el mundo de la simetría de los cristales y la evolución humana. Me decanté por el primero.
–¿Había antecedentes científicos en su familia?
–No. Tampoco del mundo académico. Mi padre era asesor comercial y mercantil.
–Entonces ya venía curioso de serie...
–A mí siempre me ha gustado pensar. Recuerdo que de pequeñito ya me preguntaba por las cosas, por el mundo alrededor. Siempre me ha encantado la naturaleza, descubrir cosas pequeñitas y hacerme preguntas.
«Los cristales son los primeros objetos que colecionaron los homínidos»
–¿Por qué esa atracción por los cristales?
–Son los objetos más singulares de la naturaleza. Fueron los primeros objetos que coleccionaron los homínidos. Ahora estamos haciendo un experimento chulísimo con chimpancés en una reserva cerca de Madrid: les ponemos cristales entre varios guijarros y vemos su reacción a través de cámaras ocultas. Es impresionante: tardan segundos en identificarlos, se los llevan a los ojos para verlos al trasluz, los separan del resto... Parece que les gusta la transparencia, que es una propiedad que conocen por el agua, pero mientras el agua es inasible, un cristal de cuarzo se puede coger. Pero también les atraen los cristales de calcita, que son lechosos, y los de pirita, que tienen un brillo metálico, así que creemos que también les gusta la forma: para un chimpancé o para un homínido, todo lo que hay alrededor es o curvo o ramificado, por eso les llaman tanto la atención las formas poliédricas. Es decir, que el cerebro de los chimpancés está preparado para buscar patrones. Y los chimpancés son muy parecidos a nosotros. Lo veo en el concurso que organizamos todos los años:cuando ven crecer los cristales por primera vez, los niños alucinan.
–Sus investigaciones le han llevado del estudio del origen de la vida o las geodas gigantes hasta el espacio, donde ha enviado varios experimentos. ¿Por qué los cristales 'hablan' de tantas cosas?
–La morfología y el brillo es lo que llama la atención a todo el mundo, pero después se descubre que los cristales tienen un orden interno casi perfecto. La única técnica que tenemos para conocer la estructura íntima de la vitamina C, del ADN, de las proteínas o de los fármacos es la difracción de rayos X de cristales... hasta ahora, que ha aparecido la inteligencia artificial y es una ayuda muy importante. La sociedad del bienestar está basada en las propiedades de los cristales: la electrónica y la tecnología, pero también el avance de la medicina, el diseño de fármacos y la comprensión de la vida a nivel molecular
–Siempre se ha preocupado por explicar lo que hace a través de libros, películas, espectáculos o actividades participativas. ¿Que importancia tiene para usted la divulgación de la ciencia?
–Todo lo que yo hago es con dinero público y tengo la responsabilidad de contarle a la gente en qué se esta utilizando ese dinero. Y además me gusta, así que es obligación y devoción. Uno de los retos mas bonitos que hay es explicar algo complicado y que le gente te entienda.
«Siempre me ha gustado pensar. De pequeñito ya me preguntaba cosas»
–Desde el 'Que inventen ellos' de Unamuno, a menudo se ha dicho que investigar en España es llorar. Desde sus 50 años de experiencia como científico, ¿cómo lo ve?
–Ha cambiado muchísimo. A nivel de financiación, los investigadores e investigadoras que quieren hacer ciencia hoy la pueden hacer. Nos falta historia, estructura, organización. La ciencia necesita tiempo, generaciones en las que se trabaje constantemente, y en España no ha habido un apoyo continuo todos estos años. Creo que ahora sí estamos en condiciones de competir. En Granada hay científicos y científicas excelentes que compiten en primera línea mundial.
–La Fundación Vasca de la Ciencia, creada por el Gobierno vasco en 2007 para captar talento y desarrollar I+D, le ha fichado como catedrático Ikerbasque. ¿Le da pena que no fuese una fundación andaluza?
–Me hubiera encantado. Personalmente es complicado vivir entre Granada y San Sebastián, porque estoy montando allí un laboratorio. La fundación vasca de captación de talento –que también tienen en Cataluña, el ICREA–, es una idea excelente y además rentable. En el País Vasco ya están sacando 2,5 euros en financiación para investigación por cada euro que cuestan los Ikerbasque. El desarrollo tecnológico vasco está basado en la ciencia y apuestan por ella. Y creo que aquí en Granada haría falta, porque hay gente muy muy buena en distintas disciplinas.
«Granada tiene un potencial enorme, pero no veo que tenga un proyecto»
–Veo que no tiene intención de jubilarse...
–Ninguna. Yo no concibo pasar mejor el tiempo de lo que lo estoy pasando ahora. Podría ir a Canarias de vacaciones… ¡pero si la semana que viene me voy al Rift Valley! Es que yo creo que si dejo de trabajar me muero.
–¿No tiene hobbies?
–Es que dentro de mi trabajo están casi todos mis hobbies. Llevo la investigación de los proyectos mas serios, pero después me gusta meterme en camisa de once varas, como esto de los chimpancés, que es divertidísimo y me obliga a leer sobre primatología, o la conferencia bailada 'La cristalización de la danza', que estuvo en Granada y ahora se estrena en el País Vasco.
–¿Cómo ve Granada desde la distancia una persona tan viajada como usted?
–Granada tiene un potencial enorme, pero necesita un proyecto. Hace falta colaborar, borrar el cainismo y ponerse de acuerdo para un proyecto de ciudad que yo personalmente no veo. No quiero decir que no lo tenga, digo que yo no lo veo. Así como veo a dónde quieren ir Málaga o Sevilla, te guste o no, no sé dónde va Granada.
«No podemos escudarnos en las malas conexiones. El problema de Granada es Granada, no Sevilla o Madrid»
–¿Cree que la deficiencia en las redes de transporte es un freno para el potencial de Granada?
–Antes lo creía, pero ahora que voy tanto a San Sebastián no lo tengo tan claro, porque allí las conexiones son horribles. Aquí nos quejamos, pero allí es peor. Es una ciudad muy turística, que tiene el Festival de Cine, el de Jazz... y es muy difícil llegar. Es decir, la cuestión del transporte es importante, pero no absolutamente fundamental. Por supuesto hay que pelear por tener unas comunicaciones mejores –para mí es fundamental, porque salgo mucho–, pero no hay que escudarse en eso. El problema de Granada somos nosotros. Quejarse de Sevilla, de Madrid…. Granada tiene todo lo necesario para ser una ciudad maravillosa, con un futuro excelente, pero somos nosotros los que lo tenemos que hacer.
–Se dice que la queja es el deporte local…
–A mí me han pasado montones de cosas y considero que todo lo que me pasa es culpa mía. Ves a científicos jóvenes que se quejan de que les han echado para atrás un proyecto... Es que si estás diciendo algo nuevo la gente no te va a entender, lo tienes que pelear, tienes que convencer, presentarlo de distinta forma... Hay que pelear las cosas, tener unas líneas claras de investigación y de pensamiento.
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