Una hamburguesa cocinada en familia en El Bejarín
Alba y Antonio tienen un bar en este anejo de Purullena, al que volvieron tras vivir años en Dublín
Antonio pasea cogido de la mano de su novia Alba por las calles de Bejarín, su pueblo de toda la vida. Se dirigen al bar ... en el que ambos trabajan desde hace poco más de un año. «¿Estáis ya abiertos?», se interesa un vecino por la cortinilla de la puerta. Entonces, comienzan con la faena. Un cartel en el que se puede leer 'El Pintaillo' da la bienvenida al local. Las hamburguesas, las pizzas, los entrantes y muchas cervezas invitan a quedarse. Pero lo que más le gusta a la pareja de su negocio es que está en el pueblo. «No lo cambiamos por nada», reconocen.
A principios de 2024 decidieron dejar atrás su vida en Dublín, a donde se marcharon a trabajar hace cuatro años, para emprender y tener una oportunidad en su tierra. Aunque comenzaron como bar en el que ofrecían tapas y raciones tradicionales, el deseo de crecer y brindar algo único les llevó optar por esta variedad gastrónomica. «Al principio nos decían que estábamos locos, que esto no iba a funcionar aquí», dice acerca de ofrecer hamburguesas deluxe en una pedanía de apenas 200 habitantes. «Poco a poco los jóvenes y las familias de la zona empezaron a conocernos», dicen. Lo demás, se cuenta con hechos. Tienen clientes de toda la comarca, de Guadix, Purullena, Huéneja, Lanteira...y también de pueblos más alejados, como Guadahortuna o incluso de la costa granadina.
Muchos visitantes aprovechan para hacer turismo en el entorno del Geoparque y conocer las famosas cuevas y, después, pasa por su bar para comer. Otros buscan salir de su municipio y disfrutar de un ambiente rural y sano. Pero su éxito se debe también a que son los únicos de esta parte de la provincia que cuentan con este tipo de oferta y, como no, a que estas hamburguesas se hacen en familia. Antonio charla de la vida con algunos proveedores, mientras Alba pregunta a algunos vecinos del pueblo qué tal están, porque en Bejarín todos se conocen y eso hace que sean una gran familia. «La gente se queda fascinada con el trato y la cercanía que hay en El Bejarín», asegura Alba. Aunque ella no es del pueblo, se siente una más de allí.
Cambio Radical
El frío, el estilo de vida y la lejanía de sus familias fue lo que hizo que Antonio y Alba diesen un giro radical a sus vidas y cambiasen Irlanda por Bejarín. «El apoyo de nuestros padres y amigos fue fundamental», reconocen. El reloj marca poco más de las 18.00 horas cuando Antonio comienza a amasar una pizza. A su lado, Alba funde el queso que le va a echar a una de las hamburguesas más demandadas del bar. «Todas las variedades las hemos creado nosotros mismos», explica. Al mimo y dedicación que transmiten con su negocio, se suma la cercanía en el trato. Esta es una de las razones que hace que llenen cada fin de semana la terraza. Situada en la plaza de El Bejarín, es uno de los puntos de reunión para mayores y niños. Justo enfrente, está el bar de Susi, con tapas tradicionales.
Encantos de El Bejarín
En el mismo entorno, se encuentra la iglesia, en la que celebran la festividad de san Blas y, un poco más arriba, el mirador del cerro, el lugar de encuentro por excelencia durante las noches de verano. Un paisaje envidiable anima a quedarse. Aunque reconocen que aún mucha gente se sorprende al conocer que una pareja tan joven ha apostado por un pueblo tan pequeño, ellos lo tienen claro. «Quién en su sano juicio va a decir que no quiere vivir junto a estas vistas, redeados de los suyos», expresan con sinceridad.
La tranquilidad en su día a día, el fácil acceso a los alimentos de la tierra y la esencia de lo que es un pueblo es lo que le da verdadera calidad a sus vidas.
En su paseo diario por El Bejarín, se encuentran con Pepa, una de sus vecinas más queridas. La mujer se detiene y les explica la verdadera historia de la antigua iglesia del pueblo. «Era una mezquita que también funcionó como escuela», cuenta. Tras la charla, los invita a pasar a su patio. Ellos asienten y escuchan con interés. «Estos ratitos solo están al alcance de unos pocos y los tenemos aquí», relatan. Saben lo afortunados que son y lo aprovechan. Alba y Antonio dan vida al pueblo con su hamburguesaría-pizzería y El Bejarín se la da también a ellos. No imaginan el futuro alejado de sus raíces. Regresaron para quedarse.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión