Hambre de Gaza en la Fuente de las Batallas
El ayuno por el desarme y contra el genocidio termina 24 horas después con una puesta en común de sentimientos
El verano agoniza al igual que el pueblo palestino. A la una y media de la madrugada de este domingo un grupo de personas dormita ... sobre unas alfombras desplegadas sobre las losetas isabelinas del entorno de la Fuente de las Batallas. Un grupo de tertulianos pega la hebra al calor de las luces de los teléfonos móviles. Se escucha el zumbido lejano de una sintonía de radio y el murmullo de los transeúntes. Hay dos toldos que hacen las veces de tiendas de campaña.
Parece una suerte de campo de refugiados, al igual que lo que se ve a diario en las crónicas que echan en televisión sobre el conflicto en Palestina. Los reunidos, una veintena de personas a estas horas de la madrugada, llevan toda la jornada sin comer y sin beber en una protesta de carácter global que se repite por diversos puntos del planeta para solidarizarse con el pueblo de Gaza y condenar al estado de Israel. Si a la escena le añades unas cuantas ráfagas de metralleta, un par de bombazos y algún que otro francotirador, uno se encuentra en esa extraña Tierra Prometida de la Biblia.
Pero no, es Granada, el centro sentimental y social de la ciudad de la Alhambra que una vez viera reunirse a los líderes de ambos países en conflicto, Simón Peres por parte de Israel y Yaser Arafat por Palestina, para cuadrar un proceso de paz esquivo y anguloso pero en todo caso esperanzador, algo que ya no queda y por lo que ahora ayunan a vista de todos los granadinos y granadinas que pasan por la Fuente de las Batallas.
La convocatoria, de carácter global, se ha bautizado 'Hambre por HAMBRE', como si ayunar en Granada sirviera para engordar en Gaza, como un lamento esquivo, como una acción romántica. En suma, para convencer y concienciar. Por eso el lugar está lleno de reivindicaciones. Por ejemplo, de boicots a empresas farmacéuticas de Israel, de reivindicación del genocidio para nombrar lo que está pasando, para criticar la conciencia internacional, proclive al juego de la avestruz.
La noche ha pasado rápido y a las ocho de la mañana y un minuto ha salido el sol. Al menos en esta parte del mundo. Los convocados ya se habían desesperanzado para seguir con las acciones previstas en esta convocatoria. A las nueve de la mañana sumaban medio centenar, dispuestos en torno a un corro de las patatas donde han compartido sentimientos, ideas, críticas, lamentos, ideas.
Dos mujeres palestinas, con sus característicos pañuelos, contenían las lágrimas abrazadas ante la escena. Devastadas, no podían siquiera hablar. Han tomado uno a uno la palabra pasándose el micrófono que dejaba oírles a través del altavoz.
Un puñado de frases resumen este acto. «Profundo agradecimiento por el acto». «Somos una gota en un océano de indignación». «¿Qué va a pasar el día 4 de octubre con la convocatoria de protesta estatal»». «Recordemos 1986 y las grandes movilizaciones por la paz contra la entrada de España en la OTAN». «El ayuno es una herramienta maravillosa de la lucha no violenta». «La media de edad es la que es. Nos falta la otra mitad, los jóvenes».
A las diez de la mañana el campamento se ha recogido, pero el drama en Gaza continúa.
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