La 'gymkhana' del Paseo de los Tristes
El trofeo de las vistas de la Alhambra exige sortear todo tipo de obstáculos en una calle desbordada en un domingo de récord
«Aparte de ahí a ese perro, señora, que no se puede pasar», grita un señor al volante. Ese perro es un bello husky de ... ojos azules y fríos como la mañana y el ahí es la esquina de Carrera del Darro con Santa Inés, donde a estas horas, el mediodía del domingo del Puente de la Constitución, hay un tapón de personas y vehículos que impide moverse.
Desde dentro del taxi, la figura del can, que apenas repara en lo que sucede a su alrededor, se asemeja a la de un muro que no permite que los clientes, un par de turistas arrebujados en los asientos de atrás, lleguen a la plaza de San Nicolás sin forzar los gemelos. Lo que no observa el conductor, que repite con malos modos la orden a la dueña, es en el bloqueo que el coche está provocando en la vía: mujeres y hombres pegados pecho con pecho al borde del río, niños que no dejan de moverse inquietos junto a la pared del bar de la esquina, un chaval rubio que aprovecha el momento para retratar a la novia.... Este es el guirigay de la calle con las vistas más bellas del mundo.
El Paseo de los Tristes es un desastre todos los días del año. A la trabajadora de una de las tiendas se le escapa el comentario, mientras el taxi, que sigue sin poder avanzar, da un bocinazo. «Siempre igual. Es que no se cabe», musita la chica. No lo dice, pero lo de hoy supera todos los registros. No es solo el tapón frente al restaurante Ossobuco que trae de cabeza a los que se arremolinan aquí, que pueden llegar al centenar. Es el río de cabezas que fluye hacia Plaza Nueva y se pierde por Reyes Católicos en una jornada de la que la regidora de Granada, Marifrán Carazo, anticipó esta semana que sería de récord. «Parece que superaremos las reservas de visitantes del año pasado, por lo que rozaremos el lleno», acertó.
«¿Por qué no arreglan esto?»
A ella van las palabras de un anciano que baja del Sacromonte con una gorra de la legión calada. «Yo no sé por qué la alcaldesa no arregla esto de una vez», dice en voz alta. Le responde el conductor de uno de los microbuses del Albaicín, que ha conseguido llegar a la altura de Santa Inés. «Hasta que no pase una desgracia...».
La tragedia no sucede, afortunadamente. Desbloqueado el paso, los vehículos avanzan y la bulla que viene de Plaza Nueva se pega a los tubos de escape para no quedar detenida. Como esos ciclistas que suben las rampas del Tour parapetados unos tras otros para aprovechar la inercia, se pierden calle arriba en un remolino de humo, toses, risas y flashes.
En el cruce de Aceituneros, la escena se repite casi palabra por palabra. No es 'El show de Truman' porque hay ligeras variaciones. Donde antes había un taxi varado, ahora hay tres. Se cuentan dos autobuses, uno más que hace un instante. El resto sí podría ser lo mismo. Están los turistas acumulados hasta en tres filas contra la pared donde se anuncia la cueva La Comino. Al otro lado, un fotógrafo que registra el momento, un grupo de mujeres y una ciclista que se desespera con el tapón que impide avanzar.
«¿Es que no puede apartarse, señora? Que no voy de paseo, sino a trabajar», le dice a una de las mujeres. Lo cierto es que no es que no quiera moverse, es que no puede porque no hay más calle. Abajo, fluyen las aguas del Darro. «¿No ves que no hay más sitio? ¿Nos tiramos al río? Bájate de la bicicleta tú», responde una de las amigas.
Trama urbana
Desde hace meses, hay voces en el barrio que hablan de la posibilidad de repensar Carrera del Darro y el asunto, según las fuentes consultadas, no está parado. La calle sigue siendo lugar de residencia, lo que dificulta cerrarla por completo. La trama urbana del entorno tampoco favorece el corte al tráfico. San Juan de los Reyes no tiene las dimensiones suficientes para acoger todo lo que se mueve hacia el Paseo de los Tristes, sean microbuses, taxis, VTC, ambulancias o camiones de bomberos, que también circulan por aquí.
Sin embargo, dejarla tal y como está no es algo que sea posible por mucho tiempo más, sobre todo cuando media España y buena parte de Europa parecen estar de visita en la capital nazarí este domingo. A esta conclusión llega una turista mientras sortea un retrovisor con aires toreros. «Yo no entiendo por qué se circula por esta calle un día como hoy sabiendo la cantidad de gente que hay». «Díselo a esos», espeta un hombre que va con ella y señala a un coche de la Policía Local.
La turba no afloja hasta que la estrechez se termina para dar paso al esplendor barroco de San Pablo. El sol frío de diciembre dora las piedras de la portada del Arqueológico. En San Bernardo bailan unos niños. Huele a especias junto a las Chirimías. Dos viejos suben agarrados de la mano por Horno del Vidrio. En los bares del paseo vocean las comandas. Un perro -¿será el de antes?- descansa al arrullo de la fuente. La torre de Comares posa gallarda en todo lo alto.
Es la Carrera del Darro, la calle más bonita del mundo todos los días del año y una 'gymkhana' llena de obstáculos en un domingo de récord que invita a la reflexión.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión