Granadinos y visitantes hacen cola para ver los 22 pasos de la Magna en la Catedral

Detrás, un matrimonio de turistas ingleses que disfrutaba de su estancia en Granada no daba crédito a lo que veía. «How beautiful it is», decían gratamente sorprendidos por la belleza de las estampas. Más atrás, unos jóvenes preadolescentes granadinos también hacían cola para entrar a la Catedral. «Somos cofrades y ya hemos visto todos los pasos en la calle pero merece la pena esperar en la cola para verlos tranquilamente dentro», contaba con desparpajo Manuel Luis, uno de ellos.

La cola avanzaba lenta, como los pasos por la mañana. El más madrugador había salido a las cinco y media de la madrugada, algo más tarde de lo estimado, desde la parroquia del Corpus Christi en el Zaidín. El Cristo del Trabajo, con la Virgen de la Luz vestida con el manto de las granadas de la Virgen de la Amargura avanzó con su tropel de fieles y devotos por la calle Polinario y Avenida de Dílar para buscar al resto de corporaciones que seguían detrás de ella.

Se unió en la plaza de Rotary el paso del Cristo de la Expiración, salido de los Escolapios para ir detrás el de la Sagrada Lanzada, Redención y Señor de la Resurrección. Todos ellos se detuvieron unos instantes en la calle San Antón, frente a la hermandad del Santo Cristo de San Agustín, que mantenía sus puertas abiertas y dispuesto su museo en la cercana casa de hermandad para las posteriores visitas. Ante cada uno de los Titulares se rezó y la cofradía anfitriona, cuyo Titular no participa en la exposición y procesión extraordinaria, ofreció un ramo de flores a los pasos.

«¡Vamos a enseñar al Señor a los hermanos de San Agustín!», relató algún capataz a sus cuadrillas en el momento en el que giraba levemente para el templo del Santo Ángel Custodio. Todo esto ocurrió rodeado de unos singulares y magníficos adornos florales que dispusieron en todos los pasos que realizaron su traslado a la Catedral.

A las siete y media de la mañana salía la Virgen de la Soledad desde el Monasterio de San Jerónimo pero lo hacía atravesando el compás para unirse a la plaza a través de una nave debido a las obras en la calle Rector López Argüeta. A esa hora temprana había poca gente en este lugar, en contrapunto con toda la que venía del Zaidín o bajaba por el Albaicín y el Realejo camino de la Catedral.

Mientras, del Albaicín bajaba la Virgen de la Aurora y detrás de la de los Dolores con su clásica presencia del color salmón de su palio y la bellísima imagen de Nuestra Señora de la Esperanza. Público y más público por Gran Vía para ver entrar por la plaza de las Pasiegas, el paso de Jesús del Rescate y los que procedían de la zona sur de la ciudad que ya habían pasado frente al Cristo de San Agustín. Poco más tarde, por la puerta del Perdón y siguiendo a los palios referidos, lo hacíab la Santa Cena Sacramental, Jesús de la Paciencia, Señor de la Humildad y el Cristo de las Tres Caídas para cerrar el cortejo el Cristo de los Favores.