Granadinos víctimas del amianto recibirán indemnizaciones tras la aprobación de un fondo de compensación
La sustancia, utilizada especialmente en la construcción y la industria, fue prohibida hace veinte años en España tras conocerse su efectos nocivos para la salud
Cientos de trabajadores que estuvieron en contacto con el amianto durante su vida laboral podrán cobrar indemnizaciones tras la aprobación de un fondo público de ... compensación a las víctimas. El Senado ha dado luz verde a la ley para crear un mecanismo que reconozca a los afectados por esta sustancia cancerígena, prohibida en España hace dos décadas. En Granada, según el Programa de vigilancia de la salud de los trabajadores post-expuestos al amianto (Pivistea), entre 2003 y 2021 acudieron un total de 56 hombres a los hospitales públicos por supuesta exposición a esta sustancia. Según sanitarios y sindicatos, los afectados son muchísimos más, pero lo desconocen.
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La gran mayoría de los pacientes han sido atendidos por el Hospital Clínico San Cecilio, donde se encuentra el especialista en Neumología Luis Fernando Cassini, que explica que el amianto engloba a una serie de silicatos minerales que se han utilizado extensamente por ser muy resistentes y tener un gran poder como aislante e ignífugo. Ha estado presente en alrededor de 3.000 productos o materiales, especialmente en los sectores de la construcción y la industria. «Se ha utilizado en la elaboración de productos eléctricos como cables o centralitas, en la industria de la automoción o el ferrocarril, en el aislamiento de tuberías, en la producción de compuestos asfálticos, en astilleros, en materiales para techos, etcétera. Las mayores exposiciones se han dado en trabajadores de tuberías de infraestructuras tipo pantanos, y en antiguos trabajadores de la automoción», comenta el experto.
Enfermedades pulmonares
En cuanto a sus consecuencias, el amianto es la causa de varias enfermedades pulmonares y de la pleura (membrana que recubre la cavidad torácica) que pueden ocasionar síntomas como dolor torácico, tos o falta de aire. «Puede provocar una enfermedad fibrótica del pulmón (asbestosis), diversas afecciones de la pleura y enfermedades malignas como cáncer de pulmón y mesotelioma maligno en la pleura. Si el paciente es fumador, el riesgo de cáncer de pulmón es hasta 50 veces mayor respecto a población no expuesta y no fumadora. El amianto también aumenta el riesgo de cáncer de faringe, laringe, esófago o riñón», detalla Luis Fernando Cassini.
Hay que tener en cuenta que el tiempo entre la exposición y la posible aparición de enfermedades relacionadas «es muy largo, de más de treinta años», por lo que se trata de pacientes de en torno a 60-70 años, que casi siempre estuvieron expuestos durante su juventud. «Es de esperar que se sigan detectando patologías durante bastantes años», añade el neumólogo.
Pepe Casas, responsable de salud laboral de CC OO Andalucía, también insiste en que hay cientos de afectados que no saben que lo son, y califica de «ridículos» los datos oficiales. «Muchos ya han fallecido sin saberlo», lamenta. En España, entre los años 1994 y 2008 el número de fallecimientos vinculados directamente al amianto fue de 3.943. Según la ley, «si se hace una estimación del número anual de casos de patologías por amianto, entre los años 2003 y 2009 podrían haberse producido 7.154 casos a indemnizar en sus diferentes modalidades». Y es que en el país, durante el siglo XX, se importaron aproximadamente 2,6 millones de toneladas de esta sustancia.
Un trance doloroso
Sindicatos y asociaciones de afectados llevan años demandando un fondo de compensación. Países como Francia o Bélgica lo pusieron en marcha a principios de los 2000, tal y como recuerda el responsable de salud laboral de Comisiones Obreras Andalucía. «Se trata de evitar lo doloroso que es que los afectados acudan a los juzgados, con el consecuente gasto extra que eso supone y los retrasos de la justicia», detalla. Después de la aprobación del fondo, son dos las reclamaciones del sindicato. Empiezan por pedir que recibir estas indemnizaciones estén exentas de tributación, como ya ocurre con las que perciben otras víctimas de diferentes ámbitos. «Es una deuda histórica con ellos, si Hacienda les descuenta en torno a un 45% les están haciendo un flaco favor», apunta Pepe Casas. Por otra parte, aún queda la creación del reglamento con el cuadro de enfermedades y el dinero asignado a cada una de ellas. «Si las cantidades son ínfimas no hemos logrado nada con el acuerdo», reclama el responsable de CC OO.
El sindicato espera que el año que viene entre en vigor el fondo y que contemple también a familiares de las víctimas, ya que el amianto también les afectó a ellos. «Han fallecido mujeres de trabajadores porque llevaban la ropa a sus domicilios, ellas la sacudían y quedaba por las habitaciones. También vecinos de las fábricas sufrían exposición ambiental», afirma Pepe Casas.
Detectar a las víctimas
Lo más importante ahora es detectar a estas víctimas. El neumólogo Luis Fernando Cassini explica que los pacientes les llegan por dos vías. Una, el listado que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) les facilitó. Cuando en la historia clínica de cualquier paciente se detecta que ha habido una exposición a amianto también pasa a tener dicho seguimiento. «Por supuesto, si una persona conoce que ha estado expuesta a amianto y no se encuentra en un programa de seguimiento, lo debe comunicar a su médico de Atención Primaria para que sea incluido en dicho programa», concluye.
Particulares o empresas de construcción, los clientes que más contratan la retirada
Cualquier tipo de amianto está prohibido en España desde 2002, pero sí se permite que los productos ya instalados que lo contienen se mantengan hasta el final de su vida útil. Su retirada es una actividad controlada al extremo, que implica rigurosos protocolos para llevarla a cabo con seguridad. Lo saben bien en Contenedores Molina, empresa que lleva retirándolo desde 2010, con en torno a uno o dos trabajos de este tipo por semana.
María Teresa Garrido, administradora de Contenedores Molina, explica que los que demandan sus servicios suelen ser particulares o empresas de construcción. «La gente cada vez es más consciente y aprovechan para hacer obra y quitarlo. En cuanto a las empresas, se suele retirar en instalaciones de saneamiento o cubiertas», comenta Teresa.
El protocolo para la retirada es minucioso. Los trabajadores siguen unas normas de vestido y desvestido aprobado en el Plan de Trabajo, van equipados con monos de un solo uso y utilizan máscaras filtrantes, además de guantes y botas especiales. Utilizan líquidos encapsulantes que se rocían en los materiales que se desmontan, se introducen en sacas homologadas o se plastifican, y se trasladan al vertedero. Suele ser un proceso costoso, por lo que los precios parten de los aproximadamente 600 euros -en intervenciones mínimas–.
María Teresa hace hincapié en la necesidad de acudir a empresas homologadas para demandar estos servicios, que estén incluidas en el Registro de Empresas con Riesgo por Amianto (RERA). «Técnico y propietario tienen que conocer que hay un plan de trabajo aprobado y asegurarse de que se ha hecho la comunicación a la Inspección de Trabajo y a la autoridad laboral. Es la única garantía de que se realiza con las garantías y medidas preventivas adecuadas», concluye.
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