Obituario en Granada

El granadino que montó un imperio con los cimientos de la humildad

Los grandes almacenes conocidos ahora como Centro Hogar Sánchez fueron fundados en 1959. Un negocio que salió de la ilusión y el trabajo de dos hermanos que decidieron poner su esfuerzo en una pequeña tienda de material eléctrico. Antonio y Alberto subieron cada día la persiana de ese local como si se tratara de un miembro más de su familia. Esa dedicación derivó en la expansión de su modelo de negocio. Otro comercio más abrió sus puertas en la calle Alhóndiga. Esta vez más especializado en la venta del pequeño y gran electrodoméstico y finalmente incorporando muebles de hogar.

Desde el inicio todo fue hacia arriba y cualquier granadino de pura cepa sabe la historia que vino después. Un edificio que se conoce por el nombre de la empresa, y distintas pequeñas tiendas son la herencia de un modelo de negocio que hoy sería difícil de levantar.

Todos estos triunfos hicieron que Antonio pasara mucho tiempo en su trabajo. De otra manera, el éxito no hubiese sido posible. Fueron horas de dedicación a lo que suponía el sustento de los suyos. A pesar de su privilegiada posición, nunca quiso ser una cara visible en el mundo empresarial. Prefirió dedicar su tiempo libre a su familia. Sus hijos afirman que no pasó ni un fin de semana fuera de casa. Implicado y dedicado a sus seres queridos, intentó inculcar los valores de la humildad y el cristianismo a sus descendientes. Los mismos con lo que se guio por el camino del éxito.

Su familia lo recuerda como un gran padre y un marido excepcional, cercano, cariñoso, ordenado y exigente. También bromista, pero siempre movido por la educación y el saber estar. Porque los suyos fueron realmente su gran imperio. Ocho hijos, 25 nietos y doce bisnietos. También trató a sus empleados como si llevaran su apellido. Era su forma de ser. No sabía actuar de otra manera.

Antonio Sánchez tuvo la suerte de morir en paz, se fue rodeado de sus seres queridos y en su casa. Se despidió de forma individual de todos. Fue su forma de proceder hasta el último suspiro. Se apagó dando la mano, la que nunca soltó en sus 89 años.