Un granadino lidera un proyecto para conseguir una escalada sostenible
Martí March investiga a nivel internacional el potencial impacto que tiene este deporte sobre la biodiversidad gracias a la financiación de National Geographic
JOSE MENDOZA MAYO
Viernes, 30 de agosto 2019, 02:39
De similar manera que el sendero, marcado por la bota del ser humano, se vuelve árido e infértil, así ocurre con las paredes que utilizan ... los escaladores para practicar este deporte. La presión que la escalada ejerce sobre la biodiversidad se está convirtiendo en un motivo de preocupación para los investigadores del grupo que lidera Martí March, un experto que pese a haber nacido en Mallorca, fue criado y formado en esta área en Granada. Una preocupación que crece ante la llegada inminente de los Juegos Olímpicos de Tokio, donde se incluirá por primera vez esta disciplina: «En los próximos diez años se espera que haya un 50% más de escaladores en el mundo. Actualmente, en España, hay unos 100.000 escaladores más en menos de 10 años».
Por ello, este investigador ha combinado dos de sus grandes pasiones en este proyecto de carácter internacional, pues salvo Asía, abarca países de todos los continentes.«Tenemos gente en Polonia, en Australia, en Sudáfrica, en Chile y en Estados Unidos». Su objetivo: «disminuir este problema y fomentar una escalada sostenible». Una investigación que nació de la mano del Trabajo Fin de Máster de Miguel Moreno, en la Universidad Politécnica de Valencia, con quien se aficionó a la escalada y comenzó la investigación que hoy en día desarrolla:
«Yo participé en su TFM y vimos los efectos de la escalada en Chulilla, una zona de Valencia. Este trabajo fue publicado en el 2018 en la revista 'Applied Vegetation Science'». Tras esto, buscaron ampliar su investigación. «Nos dimos cuenta que necesitábamos respuestas más globales. Evitar que fueran de un sitio pequeño, necesitábamos algo más general. Por eso usamos el ecosistema mediterráneo, es súper diverso y se encuentra en muchas partes del mundo, como California, Australia, Chile o Sudáfrica, donde estamos ahora», explicó para IDEAL.
Con la investigación en marcha, se han dado cuenta de que existe un rastro, «similar al que deja un senderista», en las zonas frecuentadas por los escaladores. Estas marcas son realizadas de manera inconsciente, cuando «apoyas o arrastras, te llevas la tierra y con ella el liquen o el musgo que crece en ese sitio, te apoyas en plantas», una acción perjudicial para el desarrollo normal, y lo peor, «no eres consciente del daño que causas».
Un daño que nace por la falta de información. «Nosotros somos escaladores, nos apasiona la escalada. Nosotros ahora hemos empezado a fijarnos en las plantas y en como evitar dañarlas. Antes no las conocíamos, no sabíamos el daño que recibía la planta, no sabíamos que quitando tierra de ciertos sitios al apoyarnos estábamos quitando sustrato a las plantas o eliminando semillas».
Por ello, el objetivo es conseguir el equilibrio entre este deporte y la conservación de la biodiversidad: «Queremos fomentar una unión entre escaladores, investigadores y gestores de parques. Queremos que se involucren todos para conseguir una escalada sostenible. Necesitamos más investigadores, para que con la información que obtengan, puedan involucrarse los escaladores y los gestores de parques puedan tomar las decisiones correctas».
Aunque es pronto para obtener conclusiones, comienzan a surgir las primeras variantes. «No queremos prohibir, buscamos cómo tolerar eso de una manera dinámica. El equilibrio. Entendemos que hay áreas donde es prioritaria la conservación, por lo que habrá que limitar o evitar la escalada durante un tiempo. Por ejemplo, en el caso de las aves, hay ciertos momentos reproductivos donde se tiene que limitar, al menos temporalmente, la entrada de escaladores. En el caso de plantas es lo mismo. Hay momentos reproductivos que cuidar. También hay zonas que necesitan un mayor cuidado por su flora particular», explicó el investigador.
Un proyecto a base de corazón
Actualmente, el proyecto cuenta únicamente con financiación privada, lo que ha provocado que Martí y su equipo hagan malabares: «Son estudios a low-cost. Aquí nadie cobra nada, tenemos fondos para pagar los viajes y poco más. Si no fuera por la colaboración de mucha gente que nos apoya y ayuda, ya sea con los muestreos u ofreciendo alojamiento, este proyecto no se podría realizar». Por ello, el equipo se encuentra buscando mecenas: «Tenemos muchas ideas y cosas por hacer. Es un proyecto a largo plazo».
National Geographic es su principal fuente de financiación, que les ha permitido «muestrear en Sudáfrica y Australia», American Alpine Club también aportó su granito de arena, pagando los gastos de un viaje a California. En España, la Asociación Española de Ecología Terrestre ha colaborado con sus investigaciones, ofreciendo fondos para realizar las labores de investigación en Madrid y en Chile.
Su lucha es conseguir fondos públicos, una misión que parece cada vez más cerca, «la importancia de este tema nos da confianza. Sabemos que llegará la financiación». Una importancia que ha sido reafirmada por varios directores de parques naturales, entre ellos Javier Sánchez, quien dirigió el Parque Natural de Sierra Nevada, pues, según asegura Martí, «me aseguraron que eran datos totalmente desconocidos para ellos, querían saber más».
Granada, en la mira de la investigación
Sierra Nevada es uno de los objetivos de este investigador, una zona que ha calificado de «muy interesante de muestreo». De hecho, Los Cahorros fue sede de uno de los estudios preliminares. Por ello, Granada es uno localización donde quieren ampliar su proyecto, pero también tiene un significado especial para Martí. Pese a haber nacido en Mallorca, este investigador se mudó con 2 años a Granada, donde desarrolló su pasión por la naturaleza. Esta pasión le llevó a estudiar Ciencias Ambientales y a realizar un máster en Biología, ambos en la UGR. La Universidad de Granada es una de las entidades que colabora con este proyecto, aportando tres investigadores, uno de ellos es Juan Lorite, otra de las cabezas visibles del proyecto.
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