La granadina Marta Toral, Premio Jóvenes Investigadores de la Academia Iberoamericana de Farmacia
La investigadora ha trabajado duro, tras perder a su madre muy joven y tener que cuidar de su familia, para llegar a ser una de las mentes más brillantes del país
álvaro lópez
Granada
Viernes, 8 de enero 2021, 00:10
Cuando Marta habla, los demás no pueden sino callar y admirar la historia de una mujer que es la definición exacta de lo que es ... llegar alto gracias al trabajo duro y al esfuerzo. Esta granadina, natural de Íllora y de 34 años de edad, acaba de recibir el Premio Jóvenes investigadores de la Academia Iberoamericana de Farmacia, del que no quiere presumir, ya que le da pudor hablar de él. Su talento al servicio de la investigación no solo le ha servido para recibir este galardón, sino algunos más a lo largo de una trayectoria que sorprende por su juventud.
Premio extraordinario de la Universidad de Granada (UGR) por su tesis doctoral de Farmacia, Marta trabaja desde hace dos años en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) con sede Madrid, pero el camino hasta llegar allí no ha sido fácil. Aunque suena a cliché, la realidad se impone en el caso de esta joven granadina al conocer la vida que ha tenido que llevar desde que comenzó a estudiar.
Nacida en una familia de farmacéuticos –«Mi bisabuelo abrió la farmacia que tenemos en Tocón de Íllora»–, Marta se define por sus cualidades como investigadora, pero también como persona. Humilde ante el halago, la joven tuvo que hacerse fuerte cuando, en su segundo año de Farmacia, su madre falleció víctima de un cáncer de mama. Por aquel entonces, su futuro parecía ligado al negocio familiar que abrieron sus ancestros, por lo que siguió estudiando no sin dificultades.
«El primer año vivía en Granada, pero cuando mi madre se puso malita, iba y venía de Íllora todos los días para cuidarla y trabajar en la farmacia», cuenta Marta. Así, desde su segundo año en la universidad, se hacía 120 kilómetros diarios para ir y volver. Reconoce que fueron tiempos difíciles y que, en más de una ocasión, se sintió con pocas fuerzas de seguir adelante. Sin embargo, nunca pensó en dejar sus estudios y abandonar el negocio familiar que su propia madre había regentado. Hasta que, en cuarto de carrera, su vida volvió a cambiar.
Aquel año se decantó por la Farmacología, que consiste en la investigación del uso de fármacos para curar diferentes dolencias y enfermedades. «Los profesores que tuve me cautivaron», recuerda. Y el apoyo de su madre fue crucial, ya que ella le animó a estudiar Farmacia: «Me decía que me centrara en hacer una tesis y en la investigación». Desde entonces, su destino ha permanecido ligado a la investigación, pese a las dificultades. Tenía que seguir regentando su farmacia, porque su hermano aún era pequeño y su padre estaba en otras tareas profesionales. «Estaba frustrada al sentir que me gustaba la investigación, pero tenía que dedicarme a trabajar», resalta.
Cuando terminó la carrera, cursó un máster para tratar de abrirse camino hacia una tesis doctoral que tampoco iba a resultar sencilla. No recibió ninguna beca para poder realizarla, por lo que su investigación sobre fármacos capaces de mejorar enfermedades como la hipertensión fue fruto de su vocación. Fue entonces cuando inició su carrera en el mundo de las patologías cardiovasculares. Gracias, en gran medida, a que su hermano decidió estudiar Farmacia y quedarse con el negocio familiar para que Marta pudiera continuar con su sueño.
Como su madre falleció de cáncer, nunca se planteó dedicarse a la investigación en ese ámbito, aunque es una de las principales causas de muerte en el mundo. «Nunca me planteé investigar en cáncer porque me dolía demasiado. Cuando explicaban alguna asignatura sobre eso, a mí se me caían las lágrimas. Para no sufrir tanto, me decanté por las enfermedades cardiovasculares para intentar ayudar a las personas que las padecen y que también tienen una alta mortalidad», reconoce Marta.
Y tras su tesis y abrirse camino en este campo de investigación, la joven logró que el Ministerio de Ciencia le abriese las puertas del CNIC. Allí trabaja en un grupo que se dedica sobre todo a estudiar la pared vascular, conocer todos los mecanismos que hay dentro de ella y buscar nuevas dianas terapéuticas para evitar la rotura de la aorta, entre otras muchas cuestiones.
Enlazando contratos
Pero, como sucede en casi todas las instituciones científicas de España, la situación de los investigadores es precaria: «Tenemos que ir enlazando contratos postdoctorales. Llegamos a una edad en la que no tenemos estabilidad». En su grupo admite que tienen cierta fortuna porque cobran 25.000 euros brutos al año, pero se trata de un sueldo bajo para la labor que desempeñan. «En condiciones normales trabajo 10 horas, pero hay días en los que he echado 12 y con los años me noto más cansada y necesito desconectar. En esta profesión nadie se mete para hacerse rico, sino por vocación».
Con todo, Marta Toral es una mujer que puede sentirse orgullosa de su trayectoria, porque el año pasado le reconocieron con diversos galardones por ella. Aunque 2020 ha sido aciago para todo el planeta en muchos sentidos por culpa de la pandemia del coronavirus, la joven admite que para ella ha sido muy «afortunado», aunque le da vergüenza hablar de los reconocimientos que ha recibido.
Como todos, la pandemia también ha sido parte importante de sus últimos meses, pero en su equipo de investigadores han tratado de no dejar de investigar en su campo, pese al confinamiento. «Hemos luchado, a pesar del parón, para seguir investigando porque la sociedad lo necesita. La gente se sigue muriendo de cáncer y de un infarto», explica Marta.
La joven, que encara su último año de contrato postdoctoral pese a su brillantez y, si el coronavirus lo permite, podrá disfrutar de la beca que le acaban de conceder para trabajar medio año en la Universidad de Cambridge en el grupo del prestigioso doctor Sanjay Shinja, mira su futuro con inquietud por no saber dónde podrá seguir trabajando, aunque atisba un halo de esperanza: «Por lo que ha sucedido, parece que nos hemos dado cuenta de lo importante que es la ciencia en nuestro país».
Por ella, y por personas como Marta, llegará el día en el que podamos volver a recuperar nuestros planes y abrazar a nuestra familia. Entonces, habrá que volver a agradecer el trabajo y el esfuerzo de talentos como el de esta joven granadina. Una mente brillante nacida a los pies del castillo de Íllora.
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