La granadina internada en una residencia de Barcelona: «Querer salir es una tontería, yo pido que el virus no entre al centro»
María 'resiste' a sus 83 añas aislada en una residencia de Cataluña que se blindó al COVID-19 y es de las pocas que quedan sin contagiados
p. garcía-trevijano
Domingo, 5 de abril 2020, 01:45
La granadina María Ruiz (83 años) resiste al coronavirus en una residencia de ancianos barcelonesa convertida en un búnker. El centro de mayores, Gravi, puso ... en marcha un protocolo en febrero para evitar que ninguno de sus ancianos tuviera riesgo a contraer el patógeno cuando el COVID-19 no era más que una amenaza lejana en China. Y lo han conseguido. La residencia es una de los pocas que suma 0 contagios en Cataluña, una de las regiones más afectadas por el virus. María lleva un mes sin ver a su hija y su nieta «por una buena causa» y espera con ansias a que el «bicho muera» para poder salir a comer con ellas.
Periodismo y compromiso
«Querer salir a la calle es una tontería. Hay que tener paciencia. Cuando esto pase iré a comer con mi hija y mi nieta», dice. Mientras tanto sabe cómo distraerse. «Hago por no aburrirme. Nos sentimos muy arropados y protegidos por los trabajadores. Por las tardes echo un rato en la huerta. Tengo plantadas flores, habas y pimientos», explica la mujer.
Ninguno de los 33 residentes presentan síntomas gracias al empeño del director del centro, el médico Iñaki Antón. Alertado por los primeros casos en Tenerife, decidió poner en marcha un protocolo de actuación. Empezó a limitar las entradas de los proveedores en el recinto, a desinfectar con alcohol de 70 grados los paquetes que llegaban y más tarde exigió a los familiares que entraran con material de protección. Con el avance del virus tuvo que restringir las visitas. «Los centros de mayores, por mucho que se nos criminalice, somos los principales afectados. Cuidamos a la población más vulnerable y cuando llegaron las primeras noticias de China y la mayría de los fallecidos eran personas ancianas puse en marcha medidas de prevención», explica Antón.
Pidió a la Generalitat material para sus trabajadores y residentes, material que aún espera. Se las apañó para conseguirlo. Gracias al hijo de uno de los residentes, que es pintor industrial, recibió una caja de mascarillas FFP2 con filtro, las que se recomienda a los sanitarios que tienen contacto con el virus. Se hizo guantes y unos chubasqueros no hologados, como se está haciendo en muchos centros sanitarios por falta de recursos, para evitar contagios y que el virus «arrasara» con los abuelos. «No nos podemos arriesgarnos. En Cataluña los mayores de 80 no van al hospital y las medidas del Gobierno han llegado tarde», critica. El centro tiene todo el agradecimiento de los residentes y sus familiares, en especial de María, que asegura que les ayuda siempre en lo que puede por su pasado como cuidadora. La mujer dejó illanueva de las Torres en la década de los 70, puso rumbo a Cataluña en busca de trabajo y fortuna con su marido y sus hijos. Empleo no le faltó. «No se me han caído nunca los anillos y he trabajado en muchas cosas. Aquí he hecho mi vida, pero llevo mis raíces en el alma», dice. María ha sidp carpintera, limpiadora, agricultora y cuidadora. También ha hecho «todo lo que se puede esperar de la vida». No tiene miedo a la muerte, pero espera que «el bicho» no acabe con ella para poder despedirse de su hija y de los sobrinos que le quedan en Granada.
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