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La Granada lenta pide paso
Los mayores de 70 años toman las calles de una capital, sin turistas ni ruido, que les recuerda a la de su infancia
Sergio González Hueso
Granada
Sábado, 2 de mayo 2020, 11:38
Carlos tiene «74 para 75 años». Va caminando por un Paseo de los Tristes majestuoso. No está más que él y la estatua del bailaor ... Marío Maya, cuyo ademán gitano continúa marcando el compás de una de las zonas más bonitas del mundo. A este vecino de Granada le está sentando «fenomenal» el paseíto. Una pena que lo tenga que hacer solo, pues su mujer está fastidiada de la cadera y ha preferido quedarse en capilla para los días venideros.
Llevaba más de 40 días sin salir. Y Carlos, desconfiado de la vida, ha podido comprobar con sus propios ojos que «todo sigue en su sitio». No solo eso, es que cree que todo tiene un aroma diferente al estado de alarma, un olor que le recuerda a algo. Sí, ya lo tiene: a su infancia. «Es una maravilla pasear por estos sitios ahora, me recuerda a la Granada de cuando yo era pequeño, sin tanta gente», le cuenta a un periodista que lo hace posar para un retrato. Mientras un vigilante de balcón pide derechos de imagen para Carlos, él acaba la faena y continúa su paseo ensimismado.
El trayecto se hace con pasitos cortos. En un abrir y cerrar de ojos, los deportistas han dejado paso a los mayores de 70 años y a las personas con movilidad reducida. De la Granada del esprín, las pedaladas y el trote de caballo percherón, se ha pasado a la Granada lenta y reflexiva. Una y otra viste zapatillas de deporte. Una y otra ha vuelto a sonreír tras unas semanas muy duras.
Manuel y Purificación (74 y 77) sí han podido salir juntos. «Esto es gloria bendita», dice él, que se lleva una reprimenda por haber dado a conocer la edad de ella.Saben que tienen un par de horas, así que «kilómetro para acá, kilómetro para allá». Lo mismo que Antonio, aunque lo suyo costará más porque va con andador. Le acompaña su mujer Ángela, que está muy risueña. Lleva gafas y mascarilla. Solo se cruzan con gente que va a comprar o con otros mayores. Nadie más. Algunos se saludan. Y otros, como un señor mayor algo refunfuchón, echan broncas. Por ejemplo a un joven que sigue andando pese a que son casi las 11. Pero la comidilla es el desconfinamiento y las postales que deja una Granada más reconocible que nunca para ellos. Para los más veteranos, un colectivo humano que está disfrutando después de muchas semanas de su primer gran un alivio en la ciudad que tanto quieren.
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