Granada legendaria: el origen del demonio oculto en la Catedral
La Puerta del Ecce Homo esconde una historia sobre satanás y el constructor del monumento granadino, Diego de Siloé
Aida Ortiz
Granada
Sábado, 17 de abril 2021, 23:57
Pasear por el centro de Granada y perderse por sus calles rebosantes de historia puede llegar a ser una experiencia muy enriquecedora si nos detenemos ... de vez en cuando y observamos ciertos detalles que suelen pasar desapercibidos. Si caminamos por la calle Cárcel Baja, por ejemplo, podemos detenernos frente a una de las puertas menores de Siloé, la del Ecce Homo, realizada por Diego de Siloé en 1529.
Fue el propio arquitecto el que esculpió el medallón con el relieve del Ecce Homo, en cuyo reverso se encuentra tallada una figura demoníaca, según cuenta una curiosa leyenda sobre la construcción de la Catedral de Granada.
El escritor granadino Joaquín Soler de la Fuente, conocido como El Abate en la Tertulia literaria La Cuerda Granadina, fue el autor de este relato histórico con tintes legendarios, recogido en su obra Tradiciones Granadinas (1827 - 1876). En él, cuenta la anécdota que desvela cómo se convirtió Juan de Maeda en discípulo y sucesor de Diego de Siloé, además de otorgarle a la Puerta del Ecce Homo un atractivo añadido.
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La leyenda cuenta que, en uno de los días más fríos de febrero de 1539, un hombre atravesaba la plaza de Bib-Rambla en dirección a la de las Pasiegas, cuando quedó cautivado por el trasiego de una obra, la de la construcción de la imponente Catedral de Granada. El hombre, animado por las continuas idas y venidas de los obreros que transportaban materiales de un lado a otro, se acercó a uno de ellos y preguntó por el director de la construcción, sin obtener una respuesta satisfactoria.
El transeúnte se dispuso entonces a buscar al maestro Siloé entre obreros, andamios y materiales, con tan mala suerte que cayó de bruces en un hoyo excavado en el suelo. Con gran esfuerzo, se asió a los bordes de la zanja e intentó subir sin éxito, hasta que una mano fuerte y ruda se aferró al cuello de su chaqueta y lo sacó del hoyo de un tirón. Se produjo entonces el diálogo que dio pie a la leyenda.
El salvador del transeúnte despistado resultó ser el maestro Siloé, a quien el hombre pidió trabajo, asegurando que venía de muy lejos y que era escultor de profesión. El director de la construcción intentó evadir las peticiones del hombre, pero ante su insistencia, le proporcionó una piedra y le pidió que trabajara en ella, para mostrarle la calidad de su técnica. «¿Qué queréis que haga?», preguntó el escultor. Diego de Siloé, deseando quitarse de encima a aquel hombre, le respondió malhumorado «¡Toma! cualquier cosa, lo que os diere la gana, un demonio!».
Un tiempo después, el maestro acudió con curiosidad a comprobar el resultado de aquel extraño episodio, cuando descubrió maravillado que la figura esculpida tenía una calidad superior a cuanto pudiera imaginar. «Bien, muchacho, bien. Habéis hecho una obra maestra, y os aseguro por quien soy, que se ha de colocar en la catedral, — ¡Cómo, un demonio! — Volved esa piedra donde lo habéis esculpido, pues quiero trabajar en ella por el lado opuesto.»
Tal y como le prometió, Siloé trabajó en aquella misma piedra y esculpió a espaldas del demionio un Ecce Homo, efigie que hoy todavía podemos observar sobre la Puerta del mismo nombre.
El artista que esculpió el retrato de Satanás se llamaba Juan de Maeda y se convirtió en discípulo de Siloé, para después alcanzar el éxito por su propio pie en la ciudad de Granada.
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