Granada 'brilló' menos durante el confinamiento
La cantidad de luz emitida al cielo disminuyó hasta un 45% durante el parón, a causa del cierre de establecimientos y porque se disipó la 'boina' de partículas
No es una frase hecha: Granada brilló menos durante el confinamiento. En concreto, un 45% menos, si se compara la luz emitida hasta la ... medianoche entre los meses marzo y mayo con la que la capital lanzaba al cielo en los meses de enero y febrero. Hay dos motivos: el cierre de establecimientos y la caída en picado del tráfico, que redujo la boina de partículas que dispersaba la iluminación sobre la ciudad. La actividad económica se apagó y, con ella, las bombillas de escaparates, hoteles o discotecas, permitiendo disfrutar de un cielo más limpio durante las noches del primer estado de alarma.
Científicos del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) y las universidades Complutense (Madrid) y de Exeter (Reino Unido) analizaron en un estudio los efectos del confinamiento sobre las emisiones de luz urbana. Trazaron una comparativa entre 'imágenes' de satélite y medidores de luz –fotómetros– situados en dos puntos: el tejado del IAA, en el Zaidín, y el observatorio de Sierra Nevada.
Desde finales de 2019, el IAA toma regularmente datos de contaminación lumínica. Con el confinamiento, Granada entró en una situación excepcional. Y los científicos se hicieron una pregunta: ¿cómo afectará el parón a la contaminación lumínica? No es una cuestión caprichosa. La comparativa de datos del antes y el después puede servir para establecer una relación directa entre actividad y emisión de luz, de tal forma que las luces pueden ser la regla con la que medir la salud económica de una población.
Los investigadores –con Máximo Bustamante-Calabria al frente– se pusieron manos a la obra para recopilar datos: imágenes satélite, mediciones de los dos fotómetros, contaminación registrada en la estación del Palacio de Congresos... Y también salieron a 'patear' las calles, gracias a un permiso del Ayuntamiento para observar de cerca si Granada había perdido su luz.
De todo esto extrajeron una primera conclusión, como explica Máximo Bustamante: las imágenes satélite no son las más adecuadas para estudiar cambios en la actividad. Las herramientas que orbitan alrededor de la tierra toman las 'fotos' de madrugada, cuando la actividad –haya confinamiento o no– se reduce al mínimo. Así que no es posible establecer una comparación entre el antes y el después. Hay otro punto a tener en cuenta. El satélite no 'capta' la luz más fría, la azul, la que predomina en las bombillas LED que ya han ganado casi todo el terreno a las lámparas tradicionales.
Alumbrado público
En cambio, los datos extraídos de los dispositivos de medición en tierra sí son concluyentes. Los fotómetros tienen varios filtros, que permiten diferenciar por colores la luz esparcida a la bóveda celeste sobre Granada. Así es posible percibir la diferencia de actividad tomando como referencia las horas nocturnas antes de la medianoche. El alumbrado público aún no está compuesto completamente por luces de tipo LED, así que emite un brillo anaranjado. Este tipo de luz se redujo un 20% durante el primer estado de alarma, entre el 14 de marzo y el 31 de mayo. Sin embargo, el de luces LED, más azuladas, predomina en hoteles, escaparates, vehículos o centros comerciales. Este cayó un 45%.
Hay otro factor, también relacionado con la caída de la actividad, que contribuyó a la depuración del cielo granadino. La contaminación se redujo drásticamente. Se disolvió la boina de partículas y gases –consecuencia del tráfico y de que Granada es una 'balsa' entre montañas– hasta en un 70%, según un informe de Ecologistas en Acción. Las partículas dispersan la luz, lo que enturbia el cielo contribuyendo a la contaminación lumínica. Sin esta capa, la luz no se refleja sobre Granada, sino que se 'escapa' hacia el cielo –si delante de un proyector de cine no hubiera una pantalla, la película se perdería en la nada–. Este 'experimento' puede ser un primer paso para intentar medir la contaminación de forma indirecta, a través del brillo que se proyecta en el cielo.
Desperdicio
En definitiva, el cielo de Granada no estuvo nunca tan despejado, ni de día ni de noche, como en las semanas de 'cierre'. El estudio arroja otras conclusiones que invitan a reflexionar. La actividad en Granada se redujo un 90% durante el confinamiento, pero la iluminación pública –lo demuestran las fotos satélite– no cambió en la misma medida. Esto quiere decir que hay una luz permanente que no se adapta al uso real de las zonas exteriores por parte de los ciudadanos, lo que demuestra un desperdicio de energía y recursos públicos, como queda reflejado en la publicación científica.
El IAA impulsó en 2015 su oficina de calidad del cielo. Tiene varias líneas de trabajo. Entre ellas, la prioridad es 'proteger' el cielo para que los observatorios astronómicos no se vean afectados por la contaminación lumínica. Además, pretende ser un referente para las instituciones públicas en cuanto a conservación del cielo, por ejemplo, ejerciendo como asesores de los ayuntamientos de cara a la instalación de iluminación pública que no ensucie el cielo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión