Los gorrillas desaparecen de Granada en diez años aunque resisten en tres barrios
Las patrullas de la Policía Local denunciaron el año pasado a 125 personas por esta actividad frente al millar sancionado hace una década
La plaga de los gorrillas ha desaparecido en diez años de la mayoría de los barrios de Granada, pero todavía se encuentra enquistada en tres ... barrios. Las patrullas de la Policía Local cursaron durante el año pasado un total de 125 denuncias contra otras tantas personas por realizar esta práctica, que está expresamente prohibida por la Ordenanza de la Convivencia, aprobada por el Ayuntamiento de Granada hace ya tres lustros, en el año 2009.
EL espíritu de la norma era claro. Los gorrillas iban a tener los días contados en la ciudad, así como las prostitutas o los mendigos que ejercieran en la vía pública. De hecho, esta ordenanza municipal para regular la convivencia en las calles de Granada prohíbe taxativamente el ejercicio de los aparcacoches.
Da igual. Cinco años después de su aprobación, en el año 2014, los datos no mejoraban, pese a que uno de los puntales contra los que nació la ordenanza municipal de la convivencia fue la de combatir a los aparcacoches ilegales, más popularmente conocidos como gorrillas.
El dato
13 Denuncias
Las cursadas por la Policía Local de Granada en los dos meses que van del año 2025. Significa una media de seis al mes, que prorrateada, supondrían 72 multas en un año, casi la mitad de las que se pusieron durante el año 2024
En efecto, en 2014 se tramitaron novecientas denuncias contra estas personas, con la particularidad de que estas personas sancionadas no dejaban de acumular sanciones sin pagar porque se declaraban siempre insolventes. Es de destacar asimismo que la práctica totalidad de las multas se impusieron en la barriada de Doctores-Plaza de Toros. Un año antes, en 2013, la Policía Local sancionó a 1.093 gorrillas.
Tantos años después, la presencia de estas personas en la calle sigue estando a la orden del día en zonas como las proximidades del Hospital de Traumatología, barrio de Plaza de Toros o inmediaciones del campo de fútbol de Los Cármenes, aunque de forma residual.
De hecho, así lo denunciaron a finales del pasado mes de enero los vecinos de Plaza de Toros, quienes denunciaban la presencia de varios gorrillas en el barrio. Según expresaba entonces el portavoz vecinal, Daniel Martínez, se llegó a presenciar incluso en las calles del barrio de los Doctores un episodio de violencia e insultos. Según sus testimonios, un gorrilla se enfrentó a un hostelero y su familia tras dirigirse con amenazas y ofensas a los clientes que se encontraban en la terraza de dicho establecimiento. Estos hechos también se repitieron contra personas que aparcaron en las inmediaciones de las calles Concepción Arenal, Doctor Blasco Reta y Doctor López Neyra. Desde la asociación de vecinos exponen que la situación fue a peor al día siguiente, cuando «el individuo, fuera de sí, amenazó nuevamente a la familia con una botella de cristal en la mano».
Beiro, Zaidín y Norte
La actividad residual pero enquistada en el barrio de los Doctores de Granada es confirmada por la propia Policía Local, que informa a este periódico que las sanciones que tramita por la actividad de los aparcacoches ilegales se limita a tres barrios de los distritos Beiro, Zaidín y Norte.
En efecto, además de lo que ocurre en el barrio de los Doctores (distrito Beiro), hay casos puntuales que ocurren en la avenida de Joaquina Eguaras (Norte). Asimismo, confirma el presidente de la asociación de vecinos del Zaidín, «también hay presencia de gorrilas, leve, en torno al campo de fútbol y la zona hospitalaria». Una especie de espejo del antiguo Los Cármenes y el antiguo hospital Clínico.
Oficios desaparecidos como limpiaparabrisas o venta de pañuelos
La ordenanza para regular la convivencia en las calles de la ciudad de Granada prohibió el ejercicio de la prostitución en la calle (fue lo que desató la aprobación de esta normativa) o los aparcacoches. No fue el único oficio desaparecido de las calles, o que se haya quedado en un estado letárgico y residual. También afectó de forma determinante a las personas que aprovechaban los semáforos en rojo para limpiar los cristales de los vehículos detenidos, vender tabaco o la clásica venta de pañuelos. Queda en un limbo los malabaristas que entretienen a los conductores mientras el semáforo está en rojo con su nariz postiza del mismo color y los bolos lanzados al aire.
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