20 años de la Ley de Matrimonio Igualitario
Cuando ser gay (y LGTBIQA+) empezó a estar guayUn relato legislativo, emocional y lleno de sonrisas y lágrimas construido desde la experiencia de dos décadas de la aprobación del matrimonio homosexual, ahora llamado igualitario, en España
Hace ya veinte años, un 21 de abril de 2005, España llegó por primera vez puntual a la cita con la igualdad y el Congreso ... de los Diputados aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo. El matrimonio igualitario. El matrimonio gay, entre lesbianas y todo el espectro LGTBIQA+. España fue el tercer país del mundo en aprobar el derecho a amar a quien quieras. La vicepresidenta del Gobierno entonces, María Teresa Fernández de la Vega, dejó dicho para la historia: «Es una Ley de extensión de derechos».
Y así ha sido desde hace dos décadas. La Ley es un artículo que cabe en una línea y que ha permitido que miles de personas sean más felices y tengan los mismos derechos independientemente de su opción sexual. El Código Civil se modificó en los siguientes términos. Se añadió un segundo párrafo al artículo 44, con la siguiente redacción. Son solo 18 palabras. «El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo». Desde entonces, año 2005, Granada ha visto casarse a 1.294 parejas del mismo sexo.
Una de estas parejas es la formada por Ana e Isa. Otra es la de Ángel y Fran. Ambos son matrimonios gracias a esta Ley con una diferencia en el tiempo determinante. Las primeras se casaron en 2010 y los segundos en 2019. Ana e Isa llevan 37 años juntas, 21 conviviendo y 15 años casadas. Podían celebrar las bodas de platino y no van ni por las de plata.
En caso de Ángel y Fran es justo al revés. Solo estuvieron dos años juntos antes de casarse. Sus vivencias forman un relato legislativo, emocional y lleno de sonrisas y lágrimas construido desde la experiencia de dos décadas de la aprobación del matrimonio homosexual, ahora llamado igualitario, en España.

Un Libro de Familia
Isa y Ana se conocen del Zaidín de toda la vida. «A mí me encandiló Isa porque es muy simpática y yo soy todo lo contrario. Era 1987-88. Y empezamos a salir. Al principio, todo fue oculto. Fueron unos primeros años duros porque no tenías con quién compartir, con quién tener complicidad». Poco a poco pasó a ser un secreto a voces. «Pero por circunstancias familiares, como hacernos cargo de nuestras madres que estaban enfermas, no dimos ningún paso».
Todo era muy complicado, como por ejemplo, comprar una vivienda. «Compramos una cada una. Eso sí, en el mismo edificio de La Zubia. Al final era tratar de no darle un disgusto a nuestras madres. Fue hace treinta años. Todo ha cambiado mucho, aunque es verdad que ahora se ha estancado». Al final, el bloque de viviendas no se construyó y en su lugar se proyectaron viviendas unifamiliares. Aquí viene algo importante. Pusieron dinero las dos pero se escrituró a nombre de una de ellas, porque no había leyes que les ampararan. Igual sucedió con el coche. Corría ya 1995. Tienen la vivienda pero todavía no viven juntas. Permanecen con sus familias por las enfermedades de sus respectivas madres. Tienen que cuidarlas.
Cuando fallecen sus madres la situación cambia. Isa se quedó preñada por inseminación artificial. Nos fuimos a vivir juntas en 2003. Habían pasado 15 años. Pero siguen sin papeles. Su hija Lucía tiene un Libro de Familia con su madre biológica, Isa. Porque su otra madre, Ana, no existía legalmente. Lucía nace en 2004, en vísperas de la aprobación de la Ley de matrimonio igualitario.
«Todo el mundo sabía que Lucía tiene dos madres menos los papeles, el Estado español y sus administraciones». Otro inconveniente. La clave es que un año después, en 2005, con la nueva Ley aprobada, resulta que te podías casar, pero la situación de Lucía no cambiaba. «Lo normal hubiera sido casarse automáticamente, pero no lo hicimos por esta razón».
Llega 2009. Quieren tener otro bebé. «Ana se planta y dice, si vamos a por otro bebé, nos tenemos que casar. Hay que firmar papeles. Porque sigo sin tener ni un solo derecho sobre Lucía. Blanca nació en 2010 y nos casamos en 2010, en septiembre». Ya son mujer y mujer. Y Blanca no ha nacido todavía. Tienen que ir al juez para que certifique la filiación de Blanca, que es hija de Isa y Ana, por decisión propia e inseminación artificial y no hay varón por medio. «Y ya, cuando nació Blanca, era nuestra hija».
–¿Y qué pasó con Lucía?
–Ana tuvo que adoptar a Lucía a través de un complicado proceso judicial
Y así, como quien no quiere la cosa, un par de años, otros tantos jueces, varios procuradores y un montón de abogados, Isa, Ana, Lucía y Blanca están juntas en el mismo Libro de Familia. «El detalle en el Registro es que se puso en orden de edad, porque si no la primera sería Blanca y luego Lucía. Así que 'perdieron' el Libro de Familia para que todo estuviera, por fin y por primera vez, en orden. La conclusión de sus vidas es simple. «Estamos orgullosas de haber sido referentes de muchas parejas que no se atrevían a salir del armario. A nosotras desde el principio nos daba igual lo que pensara la gente».

Una boda con los abuelos
La historia de Fran y Ángel no tiene nada que ver gracias al paso del tiempo y la aplicación de la Ley. «Fue graciosa, éramos compañeros en el partido (PSOE) pero no habíamos coincidido nunca. Nos conocimos. Nos presentó la mejor amiga de Fran en El Bar de Fede. Y desde ese día, empezamos a coincidir a diario, que si en el gimnasio, que si en actos».
«Nos pusimos de novios. Y a los tres meses nos fuimos a vivir juntos. Al año pusimos fecha de boda y al año siguiente nos casamos. Es decir, nos conocimos en 2017 y nos casamos en 2019».
«La boda –recuerdan con emoción–, se puede decir que fue el mejor día de nuestra vida porque siempre intentamos que todo lo que nos rodea sean espacios seguros y la boda fue fiel a esta idea. La gente que invitamos y nos acompañó es la que ha estado con nosotros desde que salimos del armario. Entre ellos mis abuelos de noventa años», dice Ángel. «Fue muy divertido, tuvimos una drag queen, que para mucha gente podía haber sido un choque pero todo el mundo se lo tomó con total naturalidad».
Tras los recuerdos, las reflexiones. «Uno no termina nunca de salir del armario. Primero lo haces con tus amigos, luego con tus padres, luego con los abuelos, y luego con tus primos que no ves nunca. Así que está siempre saliendo del armario. El día de la boda es otro de ellos, porque hay gente que te dice que te quiere o que te respeta, pero con la boca pequeña. Y ese día lo dices tú en alto», cuenta Fran.
Ángel comparte la importancia de casarse. «El matrimonio fue una culminación de derechos, es decir que nuestras vidas son igual de dignas que las heterosexuales. Pero no significa que esté ya todo conseguido. Llevamos un tiempo que no nos cogemos de la mano porque nos miran con odio por la calle y nos han gritado 'maricones'».
«Pone también el ejemplo de los semáforos de colores repintados. La visibilidad es la libertad, pero les molesta y quieren ocultarnos. Están intentando también disfrazar de libertad el odio. El odio es exclusión, que es lo que sufrimos desde pequeños». Ángel insiste. «Por eso la boda es la dignificación. Es un acto significativo de reivindicación».
Fran apunta, asimismo, que en el matrimonio igualitario también se reivindica el amor en un sentido amplio, «que todos somos iguales y que todos tenemos los mismos derechos».
Ángel no pierde el tiempo para criticar a todos aquellos que votaron en contra de la Ley, que nació envuelta en la polémica pero que se aprobó con 183 votos a favor, seis abstenciones y 136 votos en contra. «El mayor éxito es que los partidos que votaron en contra de la Ley ahora la utilizan para casarse».
Es el momento de las conclusiones. «La ley normalizó la vida de las personas LGTBIQA+», expresa Fran. «Yo me afilié al PSOE por esta Ley. Yo no podía materializar mi vida y de repente, sí», revela Ángel. Ambos recuerdan ahora a Pedro Zerolo, impulsor de la norma: «En nuestro modelo de sociedad cabemos todo el mundo. En el suyo solo algunos».
¿Dónde estabas tú el día que se aprobó el matrimonio igualitario?
Todos recuerdan el día de la aprobación de la Ley como una fiesta. «Nos hinchamos a llorar cuando se aprobó. Incluso imprimí el BOE para tenerlo guardado»; comparte Ana, que se emociona al recordarlo mientras Isa le hace una canrantoña. Ángel y Fran también tienen recuerdos nítidos de esta jornada del año 2005. Entonces, Ángel tenía 22 años y Fran 14. «Tengo recuerdos muy contradictorios porque sabía que la Ley me daba derechos pero estaba dentro del armario», cuenta Ángel. «Tenía novia, vivía en un pueblo pequeño y no sonreía para que no se me notara la pluma. Estaba tan acomplejado que me acuerdo de circunstancias que me hacían gracia y me tapaba la boca con la mano para no delatarme». Fran, pese a que era todavía un adolescente, también guarda imágenes nítidas. «Me acuerdo perfectamente porque en mi colegio era motivo de burla, la gente se reía. 'Maricón' sigue siendo un insulto».

«Me dio la esperanza de que todo iba cambiando»
Sandra Rodríguez Salas, 53 años, de Granada, es presidenta de Arco Iris Granada y copresidenta de la Federación Arco Iris Andalucía, que es la coordinadora del movimiento LGTBIQA+. Sandra es una mujer trans y es bisexual, «y lo digo en público».
–¿Cuándo haces pública tu nueva condición?
–No hay un mapa de la transición de género. Vas como puedes. Estuve cuarenta años pensando que era un hombre que quería ser una mujer hasta que me di cuenta que era una mujer tratando de ser un hombre. Cuesta aceptarlo cuando te has construido una imagen como profesor de instituto. Tienes miedo a la exclusión. Y todavía, hoy en día, me sigo aceptando como mujer. El proceso nunca acaba. El 8 de agosto de 2014 me dieron mi DNI con nombre de mujer y lloré como mujer.
–¿Cómo te ayudó todo el proceso que implicó la aprobación de la Ley?
–Personalmente no me afectó pero sí me dio la esperanza de que todo iba cambiando. Aunque mi pareja no aceptó mi género femenino, si hubiéramos seguido, no estábamos casados, podríamos habernos casado las dos como mujeres. Conozco parejas de una mujer trans y una mujer cis que se han casado.
–¿Cómo recuerdas el ambiente social hace veinte años?
–España se situó entre los países más avanzados del mundo en cuanto a derechos LGTBIQA+ de todo el mundo. Era un orgullo comprobar cómo la todopoderosa Francia se miraba en España en cuanto a derechos sociales.
–¿Cómo estamos ahora?
–En Arco Iris nos gusta ver el vaso medio lleno. Notamos un incremento alarmante de las agresiones, no solo verbales, de gestos; sino físicas en las puertas de bares o discotecas, en el acceso a un espectáculo. Como profesora lo noto en las aulas. Es terrible.
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