Gachas tradicionales con cuscurrones, aptas para celíacos
Inmaculada Rejón. Esta cantante cajareña, madre de cuatro hijos y abuela de dos nietos, ha adaptado la receta que aprendió de su abuela para hacerla más nutritiva y válida para las personas intolerantes al gluten
Antonio Arenas
Granada
Sábado, 27 de agosto 2022, 23:27
Nació en Cájar, el 9 de octubre de 1946, donde residió hasta que cumplió los 16 años. A esa edad su familia se desplazó a ... la Cuesta de la Alhacaba donde residieron durante tres años hasta que a los 19 años contrajo matrimonio y se fue a vivir a Santa Fe. Tras un año fijó su residencia en el Zaidín. Tiene cuatro hijos (Ramiro, Álvaro, Alicia y Eva) y dos nietos (Alma y Darío). Ha compaginado sus labores de madre con su gran pasión por la música pues es cantante de boleros, copla y flamenco con siete discos en su haber. También ha compuesto la letra y música de muchos de los temas que interpreta. Igualmente le apasiona cocinar para los suyos platos tradicionales como estas gachas al estilo de su pueblo en la que ha sustituido la harina de trigo por harina de arroz ya que de esta forma sean más digestivas y puedan tomarlas personas celíacas
Ingredientes: para cuatro personas
- 1 litro de agua,
- 1 cucharadita de sal
- Aceite
- 200 gr de harina de arroz
- Leche de arroz
- Pan de espelta (para los cuscurrones)
- Avellanas
- Miel de romero o miel de caña
Tradicionalmente este plato que aprendió de su abuela se hacía con leche de vaca, los cuscurrones con pan normal, la harina era de trigo y para endulzarla se hacía con azúcar blanca, ingredientes que ella ha sustituido para «adaptarse a los tiempos modernos». A esto añade otros secretos como son las avellanas fritas que también se pueden sustituir por almendras. «En Cájar, hace unos 60 años, había gente que freían garbanzos para echarle a las gachas, pero yo he innovado con las almendras o las avellanas junto con los cuscurrones de espelta lo que hacen que estén muy buenas», aclara.
Elaboración
En cuanto a la preparación explica que en una cacerola con agua se vierte un chorreoncito del aceite donde hemos frito las avellanas o las almendras. Cuando está templada y antes de que hierva se vierte la harina .de esta manera se evita que se hagan grumos. A fuego lento y se remueve sin parar. En caso de que se vea demasiado espesa se puede añadir un poco de agua. Mientras continua removiendo Inmaculada nos cuenta una anécdota que contaba su abuela, la mama Chon, gran cocinera, cada vez que hacía gachas. Un día, posiblemente en la iglesia de Cájar, donde el cura párroco estaba diciendo la misa mientras su cocinera le preparaba unas gachas con cuscurrones en su casa sucedió que, al faltarle harina, solicitó al monaguillo que fuera y le pidiera al sacerdote la llave de la despensa. El monaguillo le respondió: -¿Cómo le vamos a interrumpir si está dando la misa? Ante la insistencia de la cocinera, el monaguillo se fue a la iglesia y le dijo al cura en plan cántico religioso: -De parte de María la nostra que me dé la llave del harinorum que les falta harina a las gachas gachorum. A esto le responde el cura: -Dígale a la María la nostra que le dé con el tróquili, trópquili hasta que hagan fófili, fofili.
Tras narrar esta anécdota, Inmaculada, explica que cuando se retiran se le añade la leche en el centro, las avellanas y la miel, al gusto. Así mismo refiere que se trata de un plato de invierno muy energético y nutritivo que recuerda que su abuela y su madre preparaba para sus hermanos que al tornarlo entraba un calorcito en el cuerpo. Además había un dicho que decía que «el que comía gachas estaba tres días guapo». También nos da un secreto para tomarlo en verano «para lo que basta dejarlo enfriar en cuencos y añadirle la leche fresquita, por lo que se parecerá al arroz con leche o las natillas, pero tiene más alimento al llevar la almendra o avellanas y el pan. Es un plato completo». También recuerda cómo su padre, fallecido a los 97 años, por las noches le pedía «un platico de gachas con cuscurrones. Era feliz tomándolo pues yo se lo servía en un plato hondo en el que abría un hueco, como un volcán, que le llenaba con leche calentica y dulce». A ello añade que hay lugares donde se hacen con leche pero en Cájar la tradición es hacer las gachas con agua.
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