Solidaridad
La familia granadina y dos niñas saharauis másUn verano de aventuras comienza en Gójar con el recibimiento a los ochenta niños y niñas saharauis que van a pasar este verano en Granada
En Tinduf hace 60 grados. Es el lugar de Argelia donde se encuentra el principal enclave de refugiados saharauis. En Granada hace 40 grados así ... más o menos. Y es el peor julio de la historia. Es decir, que hay veinte grados de diferencia y un mar de oportunidades para pasar un verano prácticamente al fresquito cuando vienes del desierto.
Son las 12.21h de este domingo de julio. El autobús llega al polideportivo de Gójar. Hay emoción. La alegría del reencuentro. Aplausos. Solidaridad y lágrimas. La chavalada saharaui son 88 granos de arena del desierto que son abrazados con la ternura del compromiso, el afecto limpio y puro.
La presidenta de la Asociación Granadina de Amistad con la RASD es María Cortés Quintero. «Con el programa Vacaciones en Paz hemos recibido a ochenta niños del Sáhara para vivir este verano en familias de acogida. Acabamos de llegar del aeropuerto en un vuelo Tinduf-Málaga y luego en autobús aquí a Gójar». Lo primero es un reconocimiento médico por parte de los médicos voluntarios, y luego ya los recogen las familias para empezar el verano.
-¿Por qué ha bajado tanto el número de las familias de acogida (llegó ha haber más de doscientas?
-La vida que llevamos hace difícil la conciliación y dificulta la realización del programa. Ahora son Son 56 repetidores y 24 de familias nuevas de acogida. Los niños repetidores vienen con muchas ganas, las familias están deseando verles y las familias nuevas están deseando verles las caritas nuevas por primera vez. Para los que tenemos hijos es una experiencia enriquecederoa porque ellos nos enseñan, en valores sobre todo, más de lo que les enseñamos nosotros a ellos. Es una experiencia que merece la pena.
-¿Cuál es el plan para este verano?
-Hay diversas actividades desde la asociación. Recepción den los ayuntamientos de Peligros y Santa Fe, y luego la de la Diputación. Ahí les dan una merienda o cena según la hora y hay un programa de actividades y juegos. Luego tenemos una convivencia de todas las familias con los niños en el río Dílar, una visita al Museo de Bellas Artes, un concierto beéfico en agosto y algunas más que estamos preparando a ver si sale o no sale. Al final, disfrutan de su verano como si fueran uno más de la famila en la playa, el campo o donde quiera que vayan.
-Cómo convencer a las familias granadinas para que se conviertan en acogedoras de niños y niñas saharauis?
-Que pienses que son niños que viven en condiciones extremas esperando la libertad de su pueblo y que gracias al acogimiento tienen un soplo de aire fresco durante el verano en el que ven otra forma de vivir, de hacer las cosas y que tienen mucho que enseñarnos a nostros también. Solo viviendo la experiencia puedes valorar y opinar sobre lo que significa ser familia de acogida.
Una familia de nuevas
Alicia Ruiz López, 67 años, del barrio del Zaidín, pero ahora vive en Quéntar. Su familia es su marido y su hijo de 36 años. Y ahora por primera vez va a acoger a dos niñas, Sara de 11 años y Hayata de 10 años de edad. Sara ya ha estado en Granada una vez y para Hayata es la primera vez.
-¿Qué te lleva a acoger a estas dos niñas saharauis?
-Llevo cinco años trabajando en los campamentos saharauis en el desierto en Bojador, Tinduf y Smara. Pertenezco al sindicato CGT y trabajo en acción social. Por eso voy a los campamentos y ahí trabajamos con las mujeres de allí. Por ejemplo, con un dinero recaudado en Granada pudimos en Bojador dar trabajo a trece mujeres durante tres meses, hemos llevado libros donados para las mujeres de allí, estamos en contacto con la Unión Nacional de Mujeres Saharauis para hacer proyectos de costura para fabricar baberos para los colegios saharauis. Otro proyecto con los colegios de allí desarrolla un proyecto educativo con juegos de mesa.
-¿Qué esperas de esta experiencia con las dos niñas?
-Espero que estén bien y felices y que si se les puede abrir las posibilidades de que aprendan el idioma y cuando sean mayores puedan conocer algo fuera de los campamentos de refugiados. Es una oportunidad de acercar posturas y acercar culturas y que también se sepa la situación en que vive el pueblo saharaui.
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