La Policía de Granada: «¿Dónde va, caballero? ¿No sabe que estamos en estado de alarma?»
Los agentes han impuesto en lo que va de cuarentena 111 multas, 12 de ellas a negocios abiertos indebidamente
Sergio González Hueso
Granada
Jueves, 19 de marzo 2020, 01:42
La Policía no es tonta. Si lo fuera se hubiera creído a ese señor que ayer en Granada le contó que iba al trabajo a ... media mañana vestido con pintas de Abraham Olano.
Periodismo y compromiso
–«¿Caballero, a las once de la mañana va usted?»
–«Es que voy a recoger un paquete que me han dejado allí.
–¿Y va en bicicleta y vestido de ciclista? ¿Es que no tiene vehículo para ir más rápido?
–¿Está usted loco? en coche tardo mucho más.
–Pero si van las carreteras vacías, mire bájese y enséñeme la documentación.
El individuo en cuestión se fue con la multa a casa. De nada le sirvió llevar encima una copia de su contrato laboral. Otra argucia estéril. Él fue una de las cuatro personas a las que la Policía Local propuso sancionar ayer en presencia de IDEAL por haber salido a la calle haciendo caso omiso a los dictámenes del Real Decreto con el que el Gobierno de España ha declarado el estado de alarma.El objetivo es frenar la propagación de una pandemia que al cierre de esta edición ha acabado con la vida de ocho personas e infectado a otras 150. Aunque todo el mundo sabe que debe quedarse en casa, que solo debe traspasar el quicio de su puerta por motivos de peso asociados a comprar productos de primera necesidad, requerir atención médica o ir a trabajar en los extremos contemplados, en Granada como en otros sitios los agentes policiales se están hinchando a poner multas.
Crisis del Coronavirus
Y su cuantía no es baladí. La más común asciende a 600 euros. Esta se está proponiendo a aquellas personas que no pueden justificar qué hacen en la calle bajo el estado de alarma. Pero las sanciones tienen un techo mayor, de entre 30.000 y 60.000 euros, que se ha fijado para vulneraciones gravísimas como por ejemplo saltarse la cuarentena en casa con un positivo de coronavirus. Por suerte, ni ayer ni en los días precedentes se ha registrado en Granada una negligencia de este calibre. Pero por desgracia nadie sabe si acabará pasando.
A la 'caza' del irresponsable
Dos furgones policiales y un coche patrulla salen de la Jefatura en la Huerta del Rasillo. Como cada mañana desde el pasado domingo, los agentes municipales de Granada van a peinar la ciudad una vez que se ha desperezado con el fin de velar por que se respete la cuarentena.
Aunque no hay ruta fija, los funcionarios policiales saben ya en qué zonas de la ciudad es más fácil encontrar a personas ajenas a las obligaciones decretadas. La Fuente de la Bicha es una zona 'caliente' en la que es común encontrar a gente despistada (o no) haciendo deporte. Alrededor de las 11 horas llegan los coches a este entorno en el que no hay más que gente con bolsas de la compra, perros amarrados y un 'sin techo', a quien informan de la transformación del pabellón Paquillo Fernández como albergue.
Tras hacérselo saber, se reanuda la marcha. En Puente Verde hay un chico con pelo largo, chupa de cuero y tatuajes. Está solo. «¿Dónde va, caballero, no sabe que estamos en estado de alarma?», le espeta un agente desde el coche que conduce. Lo detiene, se baja y escucha las excusas del paseante. «Voy a comprar tabaco», explica él medio asustado. Y para reforzar su pretexto muestra un mensaje de 'whatsapp' de su padre en el que le pide que le compre a él también. «Puedes seguir, pero váyase a casa en cuanto acabe», le pide un policía que continúa la ruta.
En el Paseo del Salón se le pregunta por su destino a una señora, que ha salido a comprar sin DNI; a un hombre con gafas y bigote, que va a Cruz Roja porque es voluntario; y a un 'ryder', que se dirige a un restaurante de comida rápida que le ha firmado un justificante en el que se acredita que necesita estar en la calle para llevar a cabo su desempeño laboral. Los agentes hacen estas labores en unas calles semidesérticas. Hay coches, pero ninguno con más de dos ocupantes. Y también algunos viandantes, que en su mayoría van con mascarillas y con prisas.
Hay miedo al Covid-19 pero también a las multas. «La gente parece que se está concienciando pero muy poquito a poco. Es muy importante que lo hagan pues las consecuencias de sus actos pueden ser muy peligrosas. No se trata de protegerse a uno mismo sino a los más vulnerables de una sociedad que está pasando una situación muy complicada», señala un funcionario policial mientras la comitiva avanza pasando por delante de una oficina de Correos en la que hay un cola enorme. Son personas que guardan entre sí un metro de distancia.
Suena la radio. Una patrulla ha pedido refuerzos en la calle Gonzalo Gallas. Una mujer sin hogar está en un banco gritando. Está descalza y fuera de sí. Ha reaccionado mal al ver a la Policía. El apoyo llega pasados unos minutos. Un agente cuenta que se le ha conminado a moverse pero se ha negado. Mientras explica lo ocurrido, compañeros suyos la introducen en la parte de atrás de uno de los coches. Se la llevan custodiada.
Ahora toca ir a Norte por Joaquina Eguaras. Allí va una pareja haciendo la compra juntos. Se les advierte para que no lo vuelvan a repetir. Un hombre mayor en bicicleta. Es diabético (lo acredita) y dice que el médico le ha aconsejado que haga deporte. Se le advierte, además de por salir en mitad de la cuarentena, también por pertenecer a un colectivo de riesgo para un virus que se está cebando con ellos, con los séniors de la casa.
Poca gente por las calles adyacentes a Joaquina Eguaras hasta que los vehículos remontan la entrada a Almanjáyar. La presencia policial hace que muchos que están fuera desaparezcan en la oscuridad de su domicilio. «Volverán a salir en cuanto nos vayamos», cuenta el policía, que acelera al ver tres niños en la calle en bicicleta. Hay unas señoras cerca con muchas bolsas de supermercado.
El agente les avisa de que no pueden ir a comprar juntas. Los furgones van recorriendo un barrio de calles angostas y casa desvencijadas. Hay zapatillas colgadas del tendido eléctrico, garajes con las ventanas rotas y basura desperdigada por el suelo. Muchas sillas en las puertas de las casas. Gente que se esconde al ver de lejos la sirena. EnMolino Nuevo hay varios hombres en la calle. A dos se les va a multar. Se arma el follón porque no están de acuerdo. «Caballero, ¿no sabe usted que tiene que estar en casa?», le dice el agente. Pero él relata. Pide que se le llame solo la atención. Y como no será así, se niega a firmar una multa que dice que no pagará.
Son las 13 horas. Tras dos sanciones a otras chicas que iban juntas de paseo, avisan desde la central de que hay gente bebiendo en Carvajales. El equipo se desplaza al Albaicín. Aparca y custodia cada acceso a este bello mirador. «¡Ahora!» , se escucha. Y avanzan los agentes hacia una plaza que resulta estar desierta. Falsa alarma.
En lo que va de cuarentena, la Policía Local ha interpuesto 111 sanciones, doce de ellas a negocios por abrir indebidamente.
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