«Estoy esperando a que me hagan los papeles para poder entrar a mis 71 años en una residencia»
Pepe, el decano de los sin hogar tras llevar un año y medio de pernocta en las instalaciones, explica que es un lugar seguro, cómodo y tranquilo gracias a los vigilantes
Pepe se llama José Román y es natural de Loja. A sus 71 años de edad espera que la asistente social le haga los papeles. « ... Quiero entrar de una vez por todas en una residencia para mayores, pero no hay manera». La solución que ha encontrado es pernoctar en la estación de autobuses de Granada.«Llevo ya un año y medio durmiendo aquí a diario». Lo cuenta con una sonrisa franca y amplia. No es de mucho hablar pero hoy tiene ganas de pegar la hebra y de contarlo todo. Hace bastante calor pero por la noche, cuando la estación se queda a dos velas, hace más fresquito. Por eso, Pepe lo tiene todo preparado. Lleva un par de toallas perfectamente dobladas que le sirven de cojín, parra que las posaderas pasen los rigores de la noche en perfecto estado, ya que a partir de las once o doce de la noche el flujo de viajeros se difumina y llega la hora de conciliar el sueño. Echar una cabezadita al menos.
Para ello, Pepe despliega una manta blanca larga y de apariencia mullida, con la que se cubre y queda hecho una suerte de momia. Porque él duerme sentado. «No hay sitio para echarse porque los bancos tienen reposabrazos, salvo uno, que está siempre pillado. Tampoco nos dejan dormir en el suelo, que sería la otra opción. Así que no queda más remedio que dormir sentado. Yo ya me he acostumbrado».
Pepe cuenta su vida a retazos. Cuando terminó el servicio militar entró a trabajar de peón en la obra. Luego mejoró bastante y acabó de casero en la finca del dueño de la constructora, hasta que se jubiló. No cuenta mucho más, pero las vicisitudes de la vida le han dejado aislado, como un Robinson, en la estación de autobuses de Granada, a la espera de que pase el barco de su salvación en forma de asistenta social con los papeles con la plaza aprobada para entrar en la residencia de mayores.
Mientras llega ese anhelado día, Pepe, el decano de las personas sin hogar de la estación, tras llevar un año y medio de pernocta en las instalaciones, explica que es un lugar seguro, cómodo y tranquilo.
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