La escuela para jóvenes agricultores de Chauchina
El centro organiza prácticas en cultivos, huertos o un invernadero que hay en sus instalaciones
Mario coge una azada y una sopladora del almacén y se dirige a una parcela en la que hay plantados garbanzos y lentejas que está ... situada a apenas unos metros de distancia del patio del instituto en el que estudia. Allí le esperan sus compañeros con una pértiga para cortar setos y una motosierra. Llevan una carretilla, una pala y una horca para trabajar la tierra y guardan silencio mientras su profesor de prácticas agrarias, Juanlu, que les indica que tienen que quitar las malas hierbas. «Es el siguiente paso después de haber hecho la siembra y tras haber preparado la tierra», les explica. Ellos asienten con la cabeza, aunque ya conocen las fases porque las han estudiado meses atrás en las clases teóricas del Grado Medio en Producción Agroecológica que cursan en la Escuela de Formación Agraria de Chauchina, al que asisten 180 jóvenes y que cada año agota todas sus plazas.
El objetivo es fomentar el mundo rural y sus salidas profesionales, razón por la que enseñan a los alumnos a labrar las parcelas y recolectar los alimentos, pero también a germinar las semillas y preparar los cultivos con abono para su posterior introducción en la tierra. «Queremos que los jóvenes interesados en este sector tengan la oportunidad de formarse adecuadamente», señala el director de la EFA El Soto de Chauchina, José Manuel Pérez. Desde el centro apuestan por aquellos jóvenes que están interesados en desarrollar un futuro ligado a los pueblos y el campo. «La intención es contar con un relevo generacional al trabajo en el campo», añade el responsable. A ello se suma la formación en seguridad sobre el método adecuado de utilizar las herramientas y máquinas, ya que una parte de la enseñanza incluye prácticas en tractor y tala de árboles en troncos que tienen en el interior de sus instalaciones.
Sin experiencia
«La enseñanza parte de cero aunque muchos tengan nociones básicas de agricultura», explica el profesor. Aunque muchos alumnos están familiarizados con estas labores, por ser hijos de padres que tiene tierras, la formación incluye nociones tan básicas como la época del año en el que se siembra cada alimento, qué útiles se utilizan para amontonar o cómo cortar los productos durante la recolección. «Vemos la materia en clase y después venimos aquí. Los alumnos empiezan a trabajar y, después, comienzan las correcciones de uso», detalla Juan Luis.
El grado existe desde el inicio del centro en la década de los 70, pero poco a poco han incrementado las opciones de prácticas dentro del propio centro. A la parcela en la que desarrollan cultivos hortícolas sin riego, se suma un huerto en el que crecen las lechugas, los tomates, las habichuelas, habas o berenjenas. Junto a ella, hay un pequeño invernadero donde los alumnos tienen la oportunidad de preparar las semillas.
Cuentan, además, con una zona de prácticas de maquinaria forestal, un taller de mecánica, otro forestal y de jardinería y un pequeño espacio destinado a animales con todo tipo de opciones.
Futuro laboral
«Nunca pensamos que nos enseñarían el uso medicinal de algunas plantas», dice Mario. Lleva toda la vida en contacto con el mundo del campo, pero nunca pensó que podía formarse hasta este punto en el ámbito y contemplarlo como una salida laboral. Inés se suma al testimonio. Es de Alhendín y desde que conoció la existencia de esta oportunidad no tuvo ninguna duda de que apostaría por ella. «Me encanta la naturaleza, la tranquilidad y pensar que puedo vivir de esto», expresa acerca de una formación en el que las chicas son minoría, pero en el que las mujeres también se abren camino y crecen poco a poco. «Somos conscientes de que tenemos que transformar, preservar y mejorar el entorno», detalla. Entre ellos hay futuros agricultores, viveristas, apicultores o criadores de productos ecológicos.
Las salidas a esta formación son variadas y amplias, pero guardan un denominador común que defienden desde EFA El Soto: la continuidad de la vida en los pueblos pequeños.
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