«España no va a ser un país para 80 millones de turistas por mucho tiempo»
Santiago carbó, catedrático de análisis económico en la ugr ·
«Tras 40 años, la economía española dará un paso atrás. No digo que pasemos a ser un país pobre, pero crecerá el diferencial con los países que admiramos», asegura el reconocido economistaelena de miguel
Granada
Domingo, 1 de noviembre 2020, 01:23
Nos recibe enérgico en un soleadísimo ático del Paseo de la Bomba, entre su clase de natación y una intervención por Skype para televisión. Picotea ... algo rápido, se arregla y posa para las fotos mientras nos cuenta que ha perdido 22 kilos en el confinamiento y que ya puede permitirse vestir chaquetas de ciertas tiendas. Prestigioso economista, Santiago Carbó (Gandía, 1966) está en plena metamorfosis de prioridades. 2020 le ha devuelto a su plaza de catedrático en la UGR, de donde se fue en 2012. Entre ambas fechas, Chicago, Bangor University (Reino Unido), CUNEF Business School (Madrid).... «Muy viajado, muy trabajado. Quiero vivir mejor». El exasesor y colaborador de la Reserva Federal, el BCE, entidades financieras y consultoras internacionales quiere centrarse en sus clases y sus dos hijos, aunque sigue en un proyecto con el Banco Mundial y alguna otra institución.
–¿Qué pregunta recurrente le hacen últimamente sus amigos?
–Cuánto va a durar la pandemia para hacerse una idea del impacto económico.
–Y, ¿qué les contesta?
–Que ahora soy más pesimista que hace meses. La pandemia no se iba fácil y 2021 no será bueno.
–¿Qué cicatriz dejará esta crisis?
–No me gustaría, pero sospecho que, tras 40 años, la economía española dará un paso atrás. No digo que pasemos a ser un país pobre, pero crecerá el diferencial con los países que admiramos. No hemos hecho suficiente para depender menos de turismo y servicios.
–El FMI prevé que España encaje el peor golpe de las economías avanzadas. ¿Es inevitable?
–¡Claro que se puede evitar! Y no es tan caro; me sorprende que no se haya hecho: controlar la pandemia. ¡Si lo han hecho los asiáticos! Vamos para 8 meses y podíamos haber aprendido algo. No hay suficientes rastreadores, no se ha mejorado la atención primaria, el radar covid no ha funcionado, ha habido descoordinación. Lo sanitario hace falta para lo económico. Tenemos las UCI llenas y los bares vacíos, nos ha salido fatal. La economía necesita que la pandemia esté controlada, no finiquitada, y la gente volverá a salir. Ya lo hemos visto.
–¿Desescalamos muy rápido?
–Ahora estamos viendo que no hizo falta un confinamiento tan largo. Luego, resultó que la gente estaba muy cansada y se hizo todo rápido. Le perdimos el miedo al virus. Hemos tenido mucho tiempo de contagios bajos y se torció al faltar una estrategia única, cada cual ha hecho lo que ha querido.
«Tenemos UCI llenas y bares vacíos. Lo hemos hecho fatal»
–¿Es prioritario un mando único?
–Hay gestiones que no pueden caer en las comunidades. En crisis de salud pública o de inestabilidad financiera, no sirven. Hemos visto errores por falta de coordinación. ¿Queremos seguir cometiéndolos?
–¿Es necesario un estado de alarma de seis meses?
–Es excesivo. No digo que hasta mayo no pueda ser necesario, pero habrá subidas y bajadas de contagios y puede que el estado de alarma no haga falta. Además, supone una imagen exterior terrible y se boicotea cualquier impulso al turismo en febrero o marzo. Deberían sentarse y ver cómo lo hacen, si mes a mes o cada dos meses, pero fuera del debate político. No tiene lógica la disputa entre comunidades. En Madrid se hacen cosas que muchos no entendemos, pero tampoco tiene sentido que lo que se aplica allí no se haga en otros sitios.
–¿Hay arbitrariedad?
–Hay tensión política. En la pugna, una decisión sanitaria puede debilitar a una comunidad o, al revés, debilitar al Gobierno.
–¿Qué sectores hay que salvar?
–Ya han cerrado empresas. Es un drama, siempre. Pero también aparecerán otras. Se está ayudando a las empresas a estar bajo el agua, como en una piscina que te van dando un poco de oxígeno el tiempo que se pueda. Van a desaparecer las que estaban en declive o endeudadas. Aquellos con un negocio de futuro, habrá que ayudarles todo lo que se pueda, pero debemos replantearnos si queremos potenciar otras actividades.
–En un país cautivo del sector servicios, ¿ve oportunidades justo ahora?
–Sí, en el ámbito digital. Una empresa que solo hacía cosas en su entorno, ahora puede ir más allá. Es una oportunidad para que, además de muchos empleos para poner copas, haya otros más sofisticados, dedicados a inteligencia artificial, bases de datos...
«Esta generación de jóvenes vivirá peor que sus padres tras dos crisis seguidas y con salarios bajos»
–¿El avance hacia la industrialización lo descarta?
–España es el séptimo productor de coches del mundo. Es el momento de que las factorías de aquí pasen a hacer coches eléctricos de forma decidida. El Gobierno debería estimularlo. Eso sería mejorar la perspectiva industrial. Otro tipo de oportunidades van a estar más basadas en empresas tecnológicas. Los comercios se han espabilado para estar en el comercio digital. Las cosas han cambiado, pero para que realmente se produzca una digitalización debe haber apuesta del país por eso.
–La prórroga de los ERTE a finales de enero, ¿la ve suficiente?
–Cada minuto que pasa es más costoso alargar estos programas. Cuanto más tiempo, hay que ser más selectivo, pero esto hay que alargarlo. Ahora mismo no sabemos cuánto va a durar, si más allá de enero, si la Semana Santa será positiva, no lo veo claro.
–¿Volverá a ser todo como antes o somos unos ingenuos?
–En el último año llegaron 80 millones de visitantes. Eso no va a volver. Vendrán muchos, pero tardará... cinco, siete años. Además, habrá desconfianza, se cerrarán líneas aéreas… Hay que volver a crecer, por eso creo que España se puede quedar atrás. No va a ser un país para 80 millones de turistas por mucho tiempo. Además, no vamos a necesitar tanta mano de obra para esos trabajos.
–¿Qué hay que hacer para un uso eficiente de los 140.000 millones del Plan de Recuperación?
–El uso eficiente se tenía que haber producido con el tiempo, esos proyectos tenían que estar ya y no inventarlos. Está muy bien que no nos den el dinero de pronto porque no había tantas ideas. Alemania los tiene porque está continuamente ideando.
«Las pensiones son insostenibles en 10 años. No es demagogia, es así»
–¿Se atreve a una estimación del PIB, el paro y la deuda para fin de año?
-En el PIB, nadie nos quita una caída en torno al 11-12%; si nos confinan nos podemos ir al 14%. Con el paro, mientras tengamos ERTE no vamos a saber qué pasa, habrá que analizarlo el año que viene. La deuda pública se nos va al 125-130% del PIB. Tenerla desbocada genera dudas en el entorno. Si tu deuda crece más de lo que tú creces, surgen dudas sobre si vas a tener problemas para devolverla tarde o temprano.
–¿Cómo se pagará la factura de una deuda pública prevista del 130%?
–Me temo que tarde o temprano habrá que hacer una consolidación fiscal, hacer reformas estructurales. Nuestra vía es crecer mediante productividad, de ahí las reformas estructurales, para que se contrate a más gente y se recaude más. ¿Significa capitalismo salvaje? No. Significa ser realista. No vamos a hacer que España que sea China, pero tiene que acercarse a otros países, como los escandinavos, o Corea del Sur. Diciendo que todo se puede pagar o que paguen los ricos o que esta empresa internacional no es patriota no vamos a ningún sitio.
Mercado laboral
–¿La reforma laboral fue útil?
–Sí, fue útil en aquel momento. Permitió a las empresas negociar una bajada de sueldos, se aligeró la carga del despido, que es una de las maneras desgraciadamente para contratar más. El empresario es libre para decidir si le compensa tener un trabajador o diez, luego habrá que exigirle que no haya fraude. Aquella reforma junto a la financiera nos sacó rápidamente de la crisis, desde el punto de vista macroeconómico.
–Desde el microeconómico, ¿derivó en un empobrecimiento de las generaciones jóvenes?
–Totalmente. En 2005, los que tenían 17 años dejaron de estudiar y se fueron a la obra. Esa gente lo ha pasado mal. En España, tener FP o una carrera te compensa, te sueles colocar. No se quedó toda esa generación atrás, aunque sí en salarios. Eso requiere altura de miras por parte de los empresarios. Algo se ha hecho, se ha subido el salario mínimo, ha habido alguna revisión. Pero esta generación vivirá peor que sus padres: han tenido dos crisis seguidas, salarios bajos e incertidumbre.
–¿Cómo valora los Presupuestos Generales presentados esta semana?
–No resuelven gran parte de los problemas. La tasa Google, la de transacciones financieras, la subida del IVA para bebidas azucaradas... ¿Qué capacidad recaudatoria tiene eso? ¿Es tan importante?. Subir el Impuesto Patrimonio no es neutral. Si los demás países no lo hacen, genera una desventaja para estar ganando aquí dinero. Y luego está la subida a los funcionarios –0,9%– anunciada esta semana. No era el momento. Pudieron perder parte de poder adquisitivo pero no están sufriendo el impacto de los que dependen del sector privado. Se piensa en las elecciones y se quiere llegar a esa gran base de votantes que son pensionistas y funcionarios. Creo que como país, a las cuentas les falta coherencia, no buscan la productividad, la digitalización, la innovación.
–El vicepresidente Iglesias las calificó como «fin de la austeridad»
–Dudo que estuviéramos en una situación de austeridad cuando se nos ha disparado el déficit. Algo no hemos hecho bien, no hemos mirado si había gastos que se podían recortar y no me refiero a Sanidad o Educación. Ese mensaje puede preocupar a Europa, nos van a prestar, pero no para decir que empiece la fiesta.
«No estoy en contra del ingreso mínimo vital, pero, ¿para siempre? Se pueden crear subsidios que estimulen trabajar»
–¿No se ha hecho lo suficiente por recortar gastos?
–Aquí hay mucho debate político, también para un aumento del gasto que, a veces, no tiene mucho sentido. Se pueden crear subsidios en los que se estimule trabajar. No estoy en contra del ingreso mínimo vital, pero, ¿para siempre? Una persona de 22 años, ¿ya no va a estudiar, ni formarse ni tener ningún estímulo? ¿Cuántos podemos permitirnos así? Hay que dar ayudas a quien las necesita. Si las pensiones no contributivas son una vergüenza, mejorémoslas. Hay que enfatizar el principio del esfuerzo, no significa explotación. Sin esfuerzo, sacrificio, sin incentivo no se funciona y con dádivas y prebendas no avanzamos. Y hablo de productividad porque es lo que produce el crecimiento, una renta y que todos estemos mejor y no que me la dé Alemania y papá Estado.
–Ningún gobierno dice abiertamente que el sistema de pensiones va directo a su fin.
–Los votos (ríe). Una población que envejece cada vez son más votantes. En 10 años es insostenible. No es demagogia, es así. Si se sube la edad de jubilación, quitas prejubilaciones, generas recursos, quizá alargues, pero vamos a menos trabajadores por pensionista y en 2030-40 es insostenible.
–¿Qué le diría a un trabajador de 45 años?
–Que busque complementar su pensión si quiere mantener su nivel de vida. Si quiere quedarse en casa y no hacer más gasto, con su pensión le irá bien.
–¿Y a uno de 30?
–También, pero tiene más tiempo. Ahora tiene que pensar más en su vivienda, si no la tiene.
–¿Estamos abocados a una crisis financiera?
–Aunque derive en una crisis financiera, no ha sido el origen. La economía va a pasar factura en términos de morosidad, de empresas y familias que no podrán pagar. El sistema financiero está en mejores condiciones que cuando el veneno inmobiliario, pero habrá esfuerzos adicionales por parte de las entidades financieras: fusiones, aumento de capital, reestructuraciones.
–¿Hay mucho margen para más fusiones?
–Hace 20 años, los bancos se fueron fuera de España, vieron oportunidad de negocio y crecieron productivamente. Yo echo en falta hoy una estrategia de negocio. Es muy difícil con tipos de interés negativo, pero tienes que hacer crecer tu negocio o tienes que ser franco con tu entidad. No podrás mantener la estructura que tienes, vas a tener que irla aligerando rápido, tanto en personal como en sucursales para resistir la cuenta de resultados.
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