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Médicos y pacientes en la jornada de puertas abiertas de dolor crónico. RAMÓN L. PÉREZ
«Si me entreno cada día en el insulto, no alcanzaré nunca la felicidad»

«Si me entreno cada día en el insulto, no alcanzaré nunca la felicidad»

Los pacientes de dolor crónico buscan el camino para sacar el lado positivo a su enfermedad y poder convivir con ella

ÁNGELA MORÁN

GRANADA

Viernes, 25 de enero 2019, 02:06

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«Cuando me detectaron el dolor crónico mi vida dio un vuelco, me obligaron a jubilarme, me incapacitaron y ahora sufro dolores agudos mientras estoy sentada, andando o hablando». Fue el testimonio de Bienvenida Moreno, una paciente diagnosticada partir de un accidente laboral que ayer contó cómo ha afectado a su día a día esta enfermedad 'invisible'.

«Hay que luchar y motivarse por el amor que le tienes a esa persona», expresó, mientras se contenía las lagrimas por la emoción, Inmaculada Campos, esposa de un paciente que desde hace 15 años sufre estos dolores.

El 20 por ciento de la población española y el 19 por ciento de la andaluza sufre dolor crónico. Una enfermedad que tiene su origen en lesiones, infecciones o en el cáncer entre los inicios más comunes y que puede llegar a alargarse durante años.

La jornada de puertas abiertas que tuvo lugar ayer en el Hospital Virgen de las Nieves reunió a decenas de personas afectadas por la enfermedad. Dolientes, familiares, médicos y curiosos escucharon hasta el más mínimo detalle que manifestaron los ponentes.

«¿Por que no me suicido?». «Busqué y encontré un sentido a la vida». Frases impactantes que pronunció el psicólogo y paciente José Luis Bimbela. El salón de actos se quedó mudo y Bimbela continuó su discurso. «Si quejarse sirviera de algo, yo me quejaría el que más», declaró el psicólogo -que en la jornada de ayer escogió su papel como doliente para contar sus experiencias-.

Sonreír, pensar en el presente porque «el pasado estimula la depresión y el futuro provoca ansiedad», y ser optimista, fueron algunos de los consejos o 'guías' que Bimbela ofreció a los convalecientes y, en general, a todos los asistentes.

Relacionó el optimismo con los exámenes que, dice, hace la NASA a los tripulantes de las naves: «Imaginad que en esas naves minúsculas tienes al lado a un tío que continuamente está diciendo 'vamos a morir', ese tío no puede ir a la luna ni a ningún sitio». Un ejemplo curioso con el que intentó convencer al público de que a pesar de la dureza de ésta enfermedad crónica, se puede elegir la forma de asumir el problema.

Su charla comenzó con una pregunta hecha al aire: «¿Es posible la felicidad?», al finalizar el parloteo, y después de escuchar todas las soluciones que el psicólogo planteó a lo largo de 20 minutos, toda la sala contestó al unísono: «Sí».

El doctor Rafael Gálvez, responsable de la Unidad de Dolor del Virgen de las Nieves, clarificó algunos conceptos que conciernen a estos pacientes. «El dolor no es una sensación, es una experiencia desagradable, personal e intransferible».

Hizo mucho hincapié en la necesidad de afrontar el problema con una actitud positiva para alcanzar el bienestar emocional al igual que el resto de profesionales que se plantearon, incluso, a modo de autocrítica, la relación que deben tener al atender en consulta a uno de estos enfermos.

«Más del 50 por ciento de las consultas en el médico de familia son por dolor», apuntó Francisco Guerrero, médico de cabecera.

Su intervención se centró en impulsar una buena comunicación entre médico y paciente, aunque, «los recursos de los que disponemos no nos facilitan atender de la manera que nuestros pacientes se merecen», dijo Guerrero, y añadió: «Los médicos tenemos que poner de nuestra parte pero los pacientes también». «Al igual que un abogado con su cliente, no podemos ocultar información o mentirnos porque repercutirá en el tratamiento del paciente, que es lo más importante».

Muchos de los testimonios que se sucedieron a lo largo de la jornada denunciaron la «precariedad sanitaria a la que se está llegando».

«Cada minuto que pasa se convierte en un infierno en la sala de espera», declaró José Antonio Gil, enfermo de dolor crónico apelando al excesivo retraso en las listas de espera de la sanidad pública.

Testimonios que recogen las dificultades a las que se enfrentan los que padecen estos síntomas y que, a veces, prefieren esconder por miedo a que otros los juzguen por «inventarse el dolor».

«Jodida, pero contenta», es la respuesta que ofrece Ana ante la pregunta: ¿Cómo estás? «Cuando me preguntan no digo que siempre me duele porque al final resulta aburrido», añadió.

Una mañana, la de ayer, que culminó con la visualización del documental: 'Del dolor a la esperanza'.

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