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Y. H.
GRANADA
Martes, 25 de diciembre 2018, 10:30
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Lo hace desde 2005, aunque anteriormente ya lo hizo entre 1992 y 1996, cuando el centro penitenciario estaba en la carretera de Jaén. Una cosa que deja clara es que el enfermo mental no es más violento que una persona sana.
-Sería necesario que Instituciones Penitenciarias contratase un mayor número de psiquiatras penitenciarios y psicólogos clínicos, con la especialidad de Psicología Clínica, para el tratamiento de las personas ingresadas.
-No es tanto porque yo no dé abasto; lo mío es muy general: es un día a la semana. Es igual que cuando hubo una respuesta cuando hubo una epidemia de Sida en las prisiones en los 80 y se contrataron médicos porque había un problema emergente. Ahora este es un problema que supera al del Sida y hacen falta más psiquiatras y psicólogos, aunque tengo que decir que hay muy buenos médicos en la prisión. Son los mejor formados en patologías infecciosas y enfermedades mentales.
-Pasar consulta. Actualmente hay allí 60 pacientes con patología mental grave. De esos, aproximadamente la mitad está en el módulo de Enfermería, una cuarta parte en el módulo terapéutico y otros 15 en los distintos módulos. Yo intento atender a los pacientes con patologías graves (generalmente esquizofrenia, trastorno bipolar y/o trastornos severos de personalidad) y no la patología leve, porque puede ser muy extensa. Si atendemos por ejemplo a personas internas en la prisión con consumo de tóxicos pueden ser el 70%, y el 70% de 1.500 internos es una cifra inabordable.
-Mi tarea allí es de consultor. Quienes realmente hacen la tarea terapéutica son los médicos de la prisión. Hay dos módulos terapéuticos: uno para enfermos mentales y otro para pacientes con consumo de sustancias. Y lo llevan ellos sin apoyo de los psicólogos de la prisión, que tienen otro tipo de tareas de tipo administrativo; no son psicólogos clínicos.
-Esa es muy buena pregunta. Lo que hay es que primero controlar la medicación que se da. En un ambiente tan variopinto y donde hay personas que tienen adicción a múltiples sustancias, entre ellas los psicofármacos, hay que ser muy cuidadoso en qué tipo de fármacos se prescriben. Y eso es una tarea que tenemos los médicos de la prisión y yo, la de reducir el número de ansiolíticos.
-En mi opinión, sí. Los hospitales psiquiátricos penitenciarios que hay contribuyen a dar una respuesta. El problema es que son pocas plazas. En Granada los médicos de la prisión y yo hemos calculado que hay en torno a 60 pacientes con trastorno mental grave, que viene a ser un 4% de la población reclusa. En España, extrapolando esa cifra, serían en torno a 2.000 y las plazas de psiquiátricos penitenciarios son 600. El problema es que es muy difícil la creación de estas plazas, son muy caras. Estuve en un congreso donde se habló de un centro que se abrió en Escocia y cada plaza cuesta un millón de euros por año y... paciente.
-Se quedan en centros normalizados con programas. Cada región autonómica se organiza de una manera. Aquí en Granada se organiza con dos módulos terapéuticos, con la enfermería y con la disponibilidad de los médicos y con algunos voluntarios de alguna oenegé. Siempre se tiende a priorizar los delitos graves, pero estos centros psiquiátricos están generalmente llenos y pasan meses: unas veces un mes y otras cinco. No es inmediato el paso al hospital psiquiátrico. Y algunas veces en el hospital es dado de alta y pasa al centro penitenciario donde sigue recibiendo una atención médica.
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