Encuentran a un perro en Granada con un lazo trampa clavado en la pata: así es esta técnica ilegal
Pese a que están prohibidos en Andalucía aún siguen presentes en zonas transitadas; si el animal no consigue deshacerse de él puede quedarse «pegado» y fallecer si no lo encuentran antes
Sergio Tallón iba hace unos días paseando con su perro, un podenco de unos tres años al que adoptó hace un año y medio, cuando ... lo perdió de vista unos minutos. No es alarmante: la zona de campo entre Belicena y Santa Fe por la que pasea a sus 19 animales no tiene peligro. Al menos aparentemente. Pasados unos minutos, el podenco, llamado Paticorto, volvía cojeando. De su patita colgaba un lazo trampa, en otras palabras, «una de las técnicas de caza más destructivas, baratas y fáciles de fabricar», a menudo elaboradas con artículos domésticos fáciles de conseguir «como cuerdas, alambres y cables», según explica la organización WWF. Afortunadamente, al día siguiente el perro se encontraba ya perfectamente, pero el riesgo de esta práctica ilegal sigue ahí.
Sergio, dueño de una empresa de adiestramiento de animales, explica que a lo largo de estos años ha quitado «muchísimas» trampas de este tipo, a las que denomina «lazos de cazadores». «Están prohibidos pero no han desaparecido. Lo peor es que no solo están en cotos de caza, que tampoco sería justificable, sino que se encuentran al lado de carreteras, en caminos transitados por personas, cerca de cortijos y viviendas o en campos de dominio público. Se puede enganchar un perro, pero también un niño jugando o cualquier persona que vaya en bicicleta y se caiga sobre uno de ellos», lamenta el granadino.
Precisamente la Ley andaluza 8/2003, de 28 de octubre, de la flora y la fauna silvestres, prohíbe la tenencia, utilización o comercialización de todo tipo de instrumentos o artes de captura o muerte de animales masiva o no selectiva. La Ley hace referencia a todo tipo de cepos y trampas, y prohíbe también la caza en terrenos no cinegéticos, en la zona de reserva de los cotos de caza o en terrenos que carezcan de plan de ordenación cinegética o plan técnico de caza.
En el caso de Paticorto no ha sufrido ningún daño considerable, ya que logró arrancarse él mismo el lazo trampa y volver con su dueño, pero puede ser que el animal no logre deshacerse de él y se quede «literalmente pegado». «Si no lo encuentras, ahí está hasta que se muere», manifiesta Sergio Tallón.
El granadino llama «descerebrados» a los que emplean estas técnicas, y lamenta que además en muchos casos nunca los quitan. «Los cazadores que usan estos métodos de la prehistoria los ponen y se olvidan de ellos, he llegado a ver conejos muertos por estas trampas que nadie recoge. Precisamente los conejos y los zorros son algunos de los animales a los que se dirigen estos lazos», añade Sergio.
Denuncia
El granadino suele poner en conocimiento de las autoridades estos hechos, pero más bien a título informativo. «He avisado de las ubicaciones de estas trampas tanto de forma oficial ante la Guardia Civil como a conocidos, pero denunciar es complicado: ¿a quién o a qué denuncio? No van a ningún sitio, es un poco difícil», lamenta. Por eso espera, al menos, que dando a conocer el caso de su podenco la ciudadanía esté atenta a estos lazos trampa ilegales, que lejos de desaparecer, siguen presentes en Granada.
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