Fin de fiesta en el Salón

La portavoz de la plataforma feminista cierra la lectura avisando de que no permitirán el retroceso de derechos de las mujeres. «Sin nosotras no es posible la vida, las feministas vamos a transformar el mundo», clama Paqui Fuillerat, que acaba con un «¡que viva la lucha de las mujeres!». La gente aplaude.

La mayoría de personas no se han quedado a escuchar el manifiesto, cuya lectura está a punto de finalizar. En cuanto lo haga, comenzará un picnic feminista. A minutos de que empiece, ya se ve comida en el Paseo del Salón.

Mujeres sudaméricas se unen a la lectura de un manifiesto que es está traduciendo también al lenguaje de signos.

Desde Granada se exige en la manifestación del 8M que se ejecuten medidas de prevención y protocolos efectivos ante «situaciones de acoso, abuso y agresión sexual en entornos laborales, educativos e institucionales, tanto en el sector público como el privado».

El manifiesto también alerta de la crisis climática. Solicitan el desarrollo de políticas contra la emergencia climática que «hagan sostenible la vida humana y la biodiversidad en el planeta», leen.

También se solicita que se implementen «políticas de corresponsabilidad personal, familiar y laboral, con recursos e incremento del gasto público destinados a los cuidados de dependientes y a la atención a las cuidadoras».

Después de hacer un diagnóstico de la situación de la mujer, el manifiesto exige que se derogue la reforma laboral «para dignificar el trabajo, la salud laboral y acabar con la precariedad y la brecha salarial».

Esta es la impresionante vista que tienen las mujeres que leen el manifiesto. La lectura será coral.

Empieza la lectura del manifiesto. «Un 8 de marzo más celebramos el día en que nuestras abuelas dijeron 'basta'. Así empieza.»

Mientras llega todo el mundo al Paseo del Salón se lanzan vítores desde el micrófono. «¡Aquí están las feministas!, es lo primero que se escucha. Todo el mundo lo corea.»

Un poco de danza reivindicativa antes de la lectura del manifiesto. El ambiente es de fiesta total. La gente no puede evitar bailar al son que marcan los timbales. Es 8 de marzo, el Día de las Mujeres.

Fuillerat explica que ahora está prevista la lectura de un manifiesto en el que se alertará de que la situación de la mujer ha empeorado respecto al año pasado. La culpa la tienen los «partidos ultraconservadores» que han atacado al movimiento y han hecho «retroceder» los derechos y libertades de las mujeres a través de los gobiernos en los que están presentes.

Mientras la manifestación llega a su punto de llegada, Paqui Fuillerat, portavoz de la plataforma 8M Granada, traslada su satisfacción por el éxito de la movilización. Aunque dice que es pronto para hablar de números, calcula que hoy habrán salido a la calle a reivindicar la igualdad entre 25.000 y 30.000 personas.

La manifestación está pasando en estos momentos por delante de la noria del Paseo del Salón. Sus clientes están ajenos a la jornada reivindicativa. Mientras una pareja de turistas se suben a una de sus cabinas, las manifestantes claman que «con ropa o sin ropa», su «cuerpo no se toca».

Muchos hombres están apoyando hoy al movimiento feminista en Granada. También ellos luchan por una igualdad «real».

Y de repente aparecen zancudos en mitad de la manifestación del 8M. Y claro, se desata el delirio de los más pequeños.

«¡No son arrebatos, son asesinatos!», gritan las feministas en la Acera del Darro. Las proclamas contra la violencia machista son las que se lanzan con más ímpetu. No es para menos, en lo que va de año han sido asesinadas 14 mujeres.

Rocio es una madre orgullosa. Su hijo de once años, Rafa, ha querido acompañarla a la manifestación del 8M. Él ya sabe qué es el feminismo y explica que es importante que haya igualdad por que si no «es complicado que la sociedad siga avanzando», dice mientras que ella lo mira loca de amor. Rocio cree que la educación es la piedra angular de la equiparación de derechos entre hombres y mujeres.

Llegan los tambores a Puerta Real, la gente sigue bailando mientras encara el último tramo del recorrido. Hay escobas de «bruja», banderines morados y niñas sobre los hombros de sus padres.

Hora y media después del comienzo de la manifestación, el grueso de la marcha llega a la altura de la plaza del Carmen. Aunque la inmensa mayoría de personas sigue en su sitio, la movilización empieza a desordenarse. Hay mucha gente que ha roto filas y ya va en dirección al Paseo del Salón o a algún bar a refrescarse. Hace calor.

Loli es la presidenta de la asociación de mujeres gitanas Rumí. Reivindica el papel de la mujer gitana y apela a la unión de los pueblos en pos de la igualdad de oportunidades. «Nosotros lo tenemos peor incluso solo por ser gitanas a la hora, por ejemplo, de encontrar trabajo», lamenta.

Tras leer el manifiesto, concluye la manifestación motrileña con una promesa: «Nos vemos en la calle el año que viene».

Los primeros datos de asistencia de la manifestación del 8M en Granada hablan de entre 4.000 y 6.000 personas, según la Policía Nacional.

Gran ambiente en las calles de Granada. Así suena la manifestación del 8 de marzo.

Cartel feminista por un lado, caja de pizza por el otro. Todas las armas valen en la guerra abierta por una sociedad más igualitaria.

Mari Luz y Juan han salido a pasear y de repente se han encontrado la manifestación del 8M, de la que no sabían nada. La suerte que han tenido es haber salido ambos vestidos de color morado. «Ha sido una casualidad», dice ella entre risas.

Elena no sabe muy bien que aparece en el cartel que lleva. «Me lo han dado unas chicas», dice. En una cara se anuncia la llegada del «aquelarre» feminista y en la otra hay una estadística de asesinatos machistas.

La asociación Nosotras hará una performance a las 16 horas en el Paseo del Salón que será el colofón a esta jornada de protesta feminista. En la marcha reivindican mejoras en las condiciones laborales y sociales del empleo del hogar y los cuidados.

En la movilización de Granada vale cualquier cosa que haga ruido. Unos bidones o unas sartenes dadas la vuelta, da igual, lo importante es que se oiga bien el mensaje: «Mujeres y hombres, contra la violencia».

Mientras la cabecera de la manifestación en la capital está alcanzando ya la calle Reyes Católicos, la cola aún continúa sin poder avanzar en el Triunfo. El centro se está quedando pequeño ante la magnitud de la movilización.

«El feminismo liberal me aprieta el chocho igual». Con esta pancarta María se ha sumado a la protesta y le echa el guante a Cs

Las comunicadores de Granada también están presentes en la manifestación del 8M. Denuncian la precariedad del sector con un cántico muy pegadizo: «Con 20 euros el reportaje no nos da para el potaje».

Motril ya grita «sola y borracha quiero llegar a casa». La proclama que usa el ministerio en una nueva campaña y que ha causado polémica.

Las asociaciones de atención a víctimas de violencia de género también se manifiestan en Motril. Hoy con especial mención a la mujer de Salobreña que tuvo que huir de su pareja la semana pasada, explica María Ángeles, una de las portavoces.

«La revolución es que limpies el salón », se oye clamar en la manifestación de Granada. Un hombre que observa en la calle el grueso de la manifestación asiente sonriendo.

El patriarcado le da «patriarcadas» a María. Tiene 16 años y está marchando en Gran Vía junto a sus amigas. Explica que ya es hora de que la mujer reivindique sus derechos, que «demasiado tiempo hemos estado oprimidas», dice.

Le da igual que se le vea a ella, prefiere que se lea bien lo que pone en su cartel.