El diccionario granadino de los gentilicios inventados en la provincia
De los chocereños de Zafarraya a los jumaos de Pampaneira, un libro revela los curiosos nombres que se dan los propios vecinos de los pueblos
PILAR GARCÍA-TREVIJANO
GRANADA
Domingo, 24 de marzo 2019, 13:28
La 'malafollá' granadina también interviene en la adopción de ciertos gentilicios. ¿Sabían, por ejemplo, que los habitantes de Zafarraya se conocen como chocereños? Es por ... culpa de un terremoto, el seísmo logró destruir las viviendas del pueblo y los municipios colindantes comenzaron a referirse a sus residentes con guasa con este nombre -en vez de zafarrayeros- por las chozas que se vieron obligados a construir tras la devastación. ¿O que a los granadinos también se les llama florentinos? Esta expresión no tiene nada que ver con el presidente del Real Madrid, se descubrió en la novela de Ángel Ganivet 'Granada la bella', el texto del Siglo XIX recogió que la ciudad era conocida como Florencia y sus habitantes respondían al nombre de florentinos. Ahora, un abogado granadino aficionado a la historia, Luis Alberto Pozo, subsana y desvela los nombres originarios de cada municipio y localidad usados de forma errónea en el libro 'Gentilicios de la provincia de Granada'.
El tomo de Pozo revela que en Huétor Tájar, al igual que en muchas localidades españolas, se conoce a los oriundos como 'panciverdes'. La denominación hace referencia a las raíces agricultoras donde el cultivo de huertas dejaba manchas verdes en las vestimentas y la barriga de los residentes. En la provincia, las guerras cruzadas y silenciosas entre los vecinos de distintos municipios han dejado apelativos despectivos para nombrarse mutuamente. Este es el caso de Albolote y Peligros, que se llaman 'lagartos' y 'sapos' respectivamente. Su uso, que es todo un misterio, apunta a un problema de convivencia.
'Lagartos' es también el gentilicio que usan los almegijeños para denominarse entre ellos, al igual que en Cádiar se usa 'pavicos'. Se desconoce el origen de este último, aunque algunos cadiereños lo atribuyen al estereotipo de que sus habitantes eran demasiado inocentes. También se especula que se puede deber a los pavos de la de Tímar, una pedanía cercana. En Montillana se les conoce como 'añoretos' por la fuente de la Añoreta y en La Malahá es común el uso del gentilicio 'ñani', que proviene de una expresión habitual de sus vecinos. Los habitantes la empleaban para llamar la atención, el equivalente a 'mi arma' en Sevilla. Los foráneos no entendían la expresión y a los malaheños les hizo tanta gracia que acabaron adoptando el término para llamarse entre sí. La tradición oral ha hecho que a los nacidos en Lanjarón se les conozca como los 'cañoneros', 'jumaos' a los nativos de Pampaneira o 'los buenos' a los vecinos de Rubite. Por regla general, la raíz etimológica de los gentilicios es el topónimo, muchos de ellos mantienen la denominación que recibieron durante el Imperio Romano como accitanos (Guadix), sexitanos (Almuñécar) o acatuccitanos (Iznalloz). La historia también ha interferido en el cambio de nombres de algunos pueblos, entre ellos Santa Cruz del Comercio que modificó su nombre en honor a una serie de gremios de comerciantes que remodelaron el pueblo, antes denominado Santa Cruz.
Pozo también aclara en su guía de nombres el origen de los 'greñúos' del Realejo. Circulan varias leyendas relacionadas con el apodo, principalmente tres. La primera tiene que ver con que el enclave fue el antiguo barrio judío del Realejo. Esta leyenda es la más extendida entre los vecino y el abogado coincide. La otra historia que circula se debe a la imagen de la Virgen de la Misericordia y justifica el apodo por los cabellos de la escultura que fueron pasto de las llamas en un incendio.
La obra de este granadino aficionado a la historia es fruto de una investigación autónoma que comenzó en 2008. Los granadinos desconocen cómo se llaman en su propia tierra. La costumbre ha modificado los gentilicios y ha provocado que se adopten denominaciones usadas en los círculos comunes de los pueblos. Desde Esfiliana (esfilianero y no fonelenses) a Chauchina (chauchineros en vez chauchinenses), los errores se repiten. Ni los medios de comunicación, Wikipedia o las pocas guías que existían sobre las raíces de los gentilicios en la provincia se han salvado de cometerlos, pero ahora, gracias al autor, no habrá confusión.
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