El día a día de David, el pequeño de 7 años con diabetes
Los padres de David, de siete años, y Lucía, de 15, cuentan cómo fue la asimilación de esta enfermedad que padecen unos 300 niños en la capital
Aurea, madre de David -niño de 7 años con diabetes- cuenta cómo su familia celebra cada año el 'cumplebetes', el día en el que su ... hijo fue diagnosticado de esta enfermedad. «Lo recordamos porque fue el inicio de un nuevo estilo de vida», explica. David 'debutó' en la diabetes -como se le denomina en este mundillo- cuando solo tenía dos años. Desde entonces, sus padres y hermanas viven también el día Mundial de la Diabetes, este mes de noviembre, con especial cariño. «Nos gusta celebrarlo como un cumpleaños más por el significado que tiene para nosotros», añade.
Sin embargo, no todo ha sido de color de rosa en este proceso, ni mucho menos al principio, cuando reconoce que el mundo se le vino abajo a pesar de tener un cierto conocimiento sobre laenfermedad porque también su marido la padece. «Todo nos venía grande. De repente recibimos una gran cantidad de información que nos dejó completamente perdidos al tratarse de un niño tan pequeño», destacan. Lo más difícil, cuentan, fue controlar las raciones de comida e hidratos de carbono que David podía ingerir y enseñarle que no podía comer siempre que tuviese hambre, sino que tenía que respetar unos horarios. «Cuando un niño es un poco más mayor y se lo explicas, lo puede entender, pero en su caso no había forma de comprenderlo», insiste. Además, al ser más pequeño, tenían que administrarle la insulina antes y predecir la cantidad que el niño iba a querer comer para no quedarse cortos ni tampoco excederse. «Había días que no quería comer y esto afectaba a la cantidad de insulina que debíamos ponerle. Fue horrible», afirma.
Al igual que ella, la madre de Lucía -que debutó en la diabetes con 10 años- relata la dificultad en el proceso de adaptación. «Fue un shock, no teníamos ningún antecedente ni conocíamos a nadie que la tuviera», asegura. Cristina y su marido se turnaban para dormir con su hija debido a los picos de glucosa que esta presentaba. El diagnóstico se produjo porque la niña orinaba en gran cantidad y había perdido peso, unos síntomas que se debían a que su nivel de glucosa era de 600 cuando debía estar por debajo de 130. En apenas una semana, tuvieron que aprender las cantidades de comida que debía comer o cómo administrarle la insulina
Mientras David asiste a sus clases de karate, su madre mira el móvil y analiza así los picos de glucosa de su hijo en los últimos días, una facilidad de la que dispone desde que el sensor de control está disponible. No solo evita que las personas con diabetes tengan que pincharse los dedos, también avisa de una bajada o subida de azúcar al instante. «Esto nos permite vivir con mayor tranquilidad. Mientras él está en el colegio o con algún amigo, nosotros sabemos cómo se encuentra», señala. Esta tranquilidad es también compartida por Cristina, que piensa en el temor que han tenido que pasar los padres que tienen hijos con diabetes antes de la existencia del sensor que vinculado al móvil permite avisar a los progenitores del estado de la glucosa. «Tuvo que ser un infierno», resalta.
Por ello, Aurea insiste en la necesidad de que el entorno de una persona con diabetes conozca que la padece, una realidad que no siempre se cumple por vergüenza o pudor que, según determina, se debe a una educación diabetológica errónea. «Es fundamental que se tenga conocimiento de ello porque ante una bajada de azúcar hay que actuar en el momento y esto puede salvar la vida de la persona», determina.
Mitos y desinformación
Lejos de no poder comer nada de azúcar ni dulces, ambas madres explican cómo sus hijos no tienen limitación de ningún tipo en su alimentación, aunque deben controlar las raciones de hidratos de carbono y, en función a eso, saber qué cantidad de insulina administrar. «La dieta mediterránea con limitación de hidratos es perfecta para la diabetes», recalca la enfermera de Agradi (Asociación Granadina de Diabéticos), Raquel López. «No se recomienda la ingesta de cinco o seis pasteles en una tarde, pero al igual que no lo debe hacer una persona que no tiene diabetes, aunque estos últimos siempre tendrán más variaciones de glucosa», añade.
Aurea, que después de varios años relacionada con la enfermedad se ha convertido en formadora de debutantes en la diabetes, reconoce también la necesidad de educar a la población para conocer realmente en qué consiste. «No hay una diabetes buena y otra mala como mucha gente habla acerca de la de tipo 1 o 2. En la primera, se eliminan las células del páncreas que segregan insulina y es la que padecen los menores de 20 años y en la segunda, que es la heredada, tu cuerpo crea resistencia a la insulina, por lo que necesitas más de la que produces», declara e insiste en que numerosos factores a lo largo del día pueden influir en los niveles de glucosa, desde estar nervioso o estresado a sentirse emocionado por algo.
Esta y otras dudas las resuelven en conjunto a través de distintos grupos en los que los progenitores preguntan cómo solucionar los fallos del sensor, qué cantidad de alimentos tomar según la edad o la insulina que administrar. «Nos resuelven la vida sobre todo cuando uno empieza», señala Cristina, que reconoce que acude al chat de 'Familias dulces', como se llama, siempre que lo necesita.
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