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Fernando Rivas y Carolina Marín celebran el oro olímpico logrado ante la india Pusarla Venkata Sindhu en Río.
Un granadino de oro tras Carolina Marín
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Un granadino de oro tras Carolina Marín

Fernando Rivas entrena a la campeona desde hace una década

José Ignacio Cejudo

Jueves, 25 de agosto 2016, 02:08

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A Fernando Rivas (Granada, 1977) lo llamaron «gilipollas» en su día por entregarse a un sueño: ser entrenador de bádminton. Hoy es uno de los mejores del mundo en su oficio. Lo hizo un amigo al que se encontró hace poco. «En España tenemos una cultura de la seguridad en el trabajo, pero a mí lo que me gusta hacer es esto», razona, sonriendo, el protagonista. Persiguió un sueño y ya son varios los años que suma acumulando reconocimientos; el viernes pasado recogió el fruto más sabroso, todo un oro olímpico gracias a Carolina Marín.

Rivas descubrió el bádminton con once años siendo alumno de los Escolapios en Granada. Los hijos de unos amigos de sus padres le descubrieron un deporte que le era desconocido; empezaron a jugar en la calle y ya no soltó la raqueta. El éxito que no tuvo como jugador para el propio club de Escolapios lo ha tenido como preparador, con una formación que adquirió en el propio colegio granadino compaginándola con sus estudios en Ciencias del Deporte a los 19 años. Los galardones a nivel autonómico y nacional de sus chicos infantiles y cadetes lo llevaron a colaborar puntualmente con la Federación Andaluza y Española en algunas concentraciones de tecnificación de talentos. Un día, presenciando un campeonato de España sub 15, conoció a Carolina.

Ella tenía trece años y no era la más dotada técnicamente, pero tenía otras virtudes que encandilaron a Fernando. Tenía carácter, intensidad, y una ambición por competir y ganar superiores al resto. El granadino decidió domar a la joven deportista onubense, ya con 14 años, orientándola hacia ganar cada partido, focalizando su espíritu innato de superación hacia la victoria en cada partido. Lo consiguió.

Perfeccionista

Fernando Rivas se reconoce en la definición que se da de él como alguien metódico, calculador y perfeccionista. «Me gusta hacer las cosas bien, nunca estoy satisfecho. Soy exigente e intransigente en el esfuerzo y en el compromiso, en la honestidad. Quiero que peleen por lo que quieren», razona, justificándose. Su método integra todos los factores del bádminton analizándolos por separado, pieza a pieza como si se tratase de un vehículo. «Deshaciendo y rehaciendo», explica. Intenta estar atento a las necesidades de 'Caro' en los planos técnicos, tácticos, físicos y mentales; siempre marcando objetivos, a largo, medio y corto plazo. Sin dejar de estudiar la evolución de sus oponentes para crear un estilo de juego que define como «único». Por velocidad, por agresividad.

En Fernando Rivas son importantes la motivación y la innovación. A lo primero lo simplifica como estar atento. «A la energía que desprende, a su lenguaje corporal, a cómo mira a la contraria, a cómo reacciona a un error».

En base a ello elabora un mensaje que siempre activa la tecla necesaria, como reconoce la propia Carolina. «La conozco muy bien», añade. Nada más ni nada menos que una década juntos. Por la innovación, lo comparan con Pep Guardiola, el entrenador de fútbol. «Es un referente para mí, su estilo de juego es una delicia. Tiene mucho sentido común y es un orgullo que me comparen con él», reconoce pese a no ser un gran entendido del balompié.

En la gran final olímpica ante la india Pusarla Venkata Sindhu tuvo que estar especialmente alerta. No vio peligrar el resultado pero veía que Carolina Marín estaba fuera del plan de juego, desconcentrada por momentos. «Su lenguaje corporal era irregular y yo estaba algo preocupado», rememora. Al final hubo oro, «una emoción tremenda e inmensa». La medalla olímpica era un objetivo marcado por Fernando Rivas desde hace años, aunque el oro en particular estaba previsto para los próximos Juegos, no para estos. La hazaña de la onubense en un deporte gobernado por el continente asiático es de una dimensión gigantesca. El objetivo es seguir ganándolo todo.

Ejemplo y esperanza

Fernando escucha ofertas del extranjero porque «no dejo de ser un profesional del bádminton». Ha encontrado una vida en el bádminton aunque coexisten varias realidades en este deporte a nivel nacional, y no todas brillan. Habla de Carolina Marín como un ejemplo no sólo para este deporte sino para todos y para los españoles en general. Considera que su historia tiene herramientas y motivos para que el bádminton en España crezca, aunque «falta que la Federación los utilice».

Su formación granadina se corresponde con la «gran tradición» de este deporte en la provincia, donde siguen varios clubes en activo en parte gracias a la labor de Salvador Franco, que «siempre saca campeones». Una escuela que es «referente en Andalucía y de lo mejor a nivel nacional». Tiene la esperanza de que su hazaña conjunta sirva para que el bádminton se potencie. Él seguirá moldeando, desde la esquina, a una de las grandes deportistas de la historia de este país.

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