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Jone asegura que las pelotaris pueden dar "el mismo espectáculo que los chicos".
"¡Lo que he tenido que escuchar por jugar con falda!"
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"¡Lo que he tenido que escuchar por jugar con falda!"

Con su coquetería a cuestas, Jone Goiri, una de las primeras pelotaris, dice que ella y sus compañeras han causado un revuelo que no buscaban

HIZKUNTZE ZARANDONA

Martes, 2 de junio 2015, 11:00

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Jone Goiri (Larrabetzu, 1986) saltó a la cancha y abrió los brazos para saludar al público. Era el 7 de marzo de 2015. Ella y otras tres chicas estaban dando el paso que faltaba para romper barreras en un deporte tradicionalmente masculino: la pelota. Vestía una falda blanca cortita y camiseta roja. La final comenzó y a lo largo de media hora intentó hacer sus mejores peloteos y dejadas al ancho. Pero ella y su pareja no pudieron evitar la derrota. Su rostro abatido encarnaba el anhelo frustrado: "Yo quería ganar, juego para ganar". Hasta entonces, las chicas no podían practicar este deporte. Pero ahora que han celebrado el primer torneo federado y las txapelas tienen nombre de mujer, quieren seguir marcando tantos.

¿Quién es?

  • AL DETALLE

  • Jone Goiri, 28 años y nacida en Larrabetzu, es pelotari desde hace poco más de un año. Estudia Administración y Dirección de Empresas, aunque ella siempre quiso estudiar IVEF "Hice caso a los orientadores que me dijeron que contaba con pocas salidas".

  • El equipo Txokoan. Entrenan unas 20 chicas. "Tenemos overbooking -risas- ¡Pobre entrenador con 20 tías! No sabe dónde se ha metido". Tienen desde 18 hasta 42 años

Su vida gira en torno al frontón de Larrabetzu. Ahí fue donde dio sus primeros peloteos y donde trabaja como administrativa desde hace tres años. "Una tarde entraron dos chicas diciendo que querían jugar a pelota. Y ahí estuvieron dándole. Así, una tarde tras otra... hasta que me picó la curiosidad y dije '¡Yo también quiero probar!'", recuerda. Y casi sin darse cuenta comenzaron a hacer historia. Primero en el pueblo, donde todos los vecinos aplaudían la iniciativa, y después en todo Euskadi: "Nos vimos desbordadas. De la noche a la mañana éramos portadas de periódicos, salíamos en el telediario... Nosotras no queríamos esa fama, sólo jugamos porque nos gusta".

Independientemente de que haya cámaras o no, Jone siempre sale perfecta a la cancha. Es presumida y no le importa admitirlo. "Aunque juegue a pelota yo quiero ir mona. No por ser pelotari tengo que dejar de ser femenina", aclara. Lleva el pelo cuidadosamente recogido, las uñas pintadas y falda, una prenda que ha generado cierto revuelo entre los aficionados. "Ufff, he escuchado de todo. ¡Lo que he tenido que aguantar! La gente le da más vueltas a esos temas... La normativa te deja elegir entre falda y pantalón y yo elegí lo primero porque me siento más cómoda. El pantalón es duro, tiene corte de chico y el tiro llega hasta la cintura", explica. "Aunque llevamos pantalón debajo. La que organizaríamos si no llevásemos nada -aclara entre risas-. Es igual que la de las tenistas, pero a ellas nunca se les dice nada". Para Jone ir de corto sólo tiene un problema. "Cuando te tiras al suelo las rodillas sufren mucho. Me podría poner rodilleras pero... con falda no lo veo", indica.

A Jone le gusta que la pelota sea ligera y viva, ideal para su picardía. Juega con pelotas "goxua" -más blandas que las de los chicos-, pero también hacen mella en sus manos. Además, ella prefiere jugar "a pelo". "No me pongo nada porque me gusta el tacto con la pelota. Golpearla y sentirla", afirma. Eso sí, el precio que paga es que se lesiona con más frecuencia. "Jugué la final de Zamudio lesionadísima y al día siguiente tuvimos otro partido de exhibición. Cuando acabé, mi dedo índice y anular chocaban entre sí de lo hinchados que estaban", recuerda. Pero a pesar de no sentir los dedos, Jone descartó por completo la idea de ir al médico. "¡Ni loca! ¿Para que me diga que no puedo jugar? Soy un poco burra en ese sentido... Me puse calor y frío, tomé aspirinas y se me fue pasando poco a poco. Si me vuelve a ocurrir, evitaré los hospitales si es posible...", cuenta con un marcado acento euskaldun. Es consciente de que tantas contusiones y fracturas le pueden acarrear algún deterioro en sus manos en un futuro, pero eso no frena sus ansias de seguir adelante: "Es mi pasión y no quiero dejar de jugar a pelota".

"Siempre hay más pique"

Verla jugar es un espectáculo, una exhibición de nervio, frescura y chispa. ¿Su pelotari favorito? Irujo. "Me veo muy identificada con él en su forma de ser. Yo tengo mi punto macarra también -risas-. La mala hostia que tiene Irujo cuando falla... a mí también me sale. Juro cada vez que me equivoco y porque no tengo sillas al lado, que si no las rompería como él", admite. No es una chica de medias tintas. "Cuando hago tanto lo celebro por todo lo alto y cuando fallo me cago en todo".

Desde pequeña le ha gustado la pelota y está acostumbrada a verla por televisión en casa. Pero como antes no tenía opción de jugar, ella, que siempre ha sido un poco guindilla, ha estado haciendo otros deportes: gimnasia rítmica, natación, atletismo, bici de montaña, fútbol... Después de haber practicado tantas disciplinas, asegura que es ahora, con la pelota, cuando más está disfrutando. Y su familia, también. "He estado 10 años jugando a fútbol y mis padres los únicos partidos que han venido a verme han sido los de pelota", destaca. Su chico, Negu, también la apoya. "Fue pelotari de joven y me enseña algunas cosas técnicas. Pero es imposible ganarle. Alguna vez hemos jugado mi prima -Ane Baraiazarra, una de las dos jóvenes que ganó la final- y yo contra él y... ¡mejor olvidarlo!". A aquellos que critican que la pelota femenina carece de diversión, Jone les corrige: "Sí podemos dar el mismo espectáculo que los chicos. Somos expresivas, tenemos ese nervio y además somos mujeres y siempre hay más pique".

Por su cabeza no pasa la posibilidad de llegar a profesional como en categoría masculina, pero sí la de abrir un camino para que las niñas más pequeñas puedan practicar y disfrutar de este deporte. "Ese sería mi mayor orgullo. Poder ver un día a jóvenes profesionales dándole a la pelota y decir que ese camino lo iniciamos nosotras. Sería la leche", dice con una mirada que pone la piel de gallina. Está dispuesta a luchar porque lo que era una utopía hace un año, siga siendo una realidad. Y también se compromete a devolver las pelotas que les ha lanzado un mundo que hasta ahora ha silenciado su papel. El espectáculo está asegurado.

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