Edición

Borrar
Los anillos olímpicos en una playa de Río.
Río sólo cubre el expediente
análisis

Río sólo cubre el expediente

Los Juegos de 2016, que a España le dejan el buen recuerdo de sus siete títulos olímpicos, han sido pobres en marcas y se han sostenido, como Pekín y Londres, sobre los mitos de Bolt y Phelps

jon agiriano

Lunes, 22 de agosto 2016, 20:38

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Como era inevitable, los Juegos de Río se recordarán por ser los últimos de dos de los más grandes deportistas de la historia: Michael Phelps y Usain Bolt. Se puede hablar ya de ambos como de personajes mitológicos, por encima del tiempo y de las fronteras. Los brasileños, de hecho, les han recibido y animado como si fueran compatriotas y como si, en el fondo, temiesen que sus Juegos fueran empañarse si en ellos se contemplaba la decadencia de alguno de estos dos fenómenos. Ambos, sin embargo, han respondido a lo grande. A sus treinta años, el dominio de Bolt volvió a ser incuestionable, aunque estuvo lejos de sus récords. Y para lo de Phelps, sencillamente, ya no hay calificativos. Tanto hablar en Londres de su gesta al superar el récord de 18 medallas olímpicas en poder de la gimnasta rusa Larisa Latynina y resulta que el tiburón de Baltimore ha acabado alcanzando las 28.

El presidente del COI aseguró en la ceremonia de clausura que habían sido «unos Juegos maravillosos en una ciudad maravillosa». Al menos lo primero, no es cierto. Desde el punto de vista organizativo, Río 2016 ha obtenido un aprobado raspado. Sin más. Y puede que de eso se tratara en un país que sufre una recesión brutal y en una ciudad en la que dos terceras partes de su población vive por debajo del umbral de pobreza. Ahora bien, también es verdad que los que aventuraron unos Juegos desastrosos se equivocaron. El recórd de incompetencia olímpica lo sigue teniendo Atlanta y lo tendrá por mucho tiempo.

En lo deportivo, la nota general tampoco ha sido buena. Se han batido 19 récords mundiales, una cifra mediocre, muy alejada de los 43 que batieron en Sídney 2000, de los 42 de Atenas o de los 34 de Pekín. El más memorable ha sido, sin duda, el del sudafricano Wayde van Niekerk en los 400 metros (43.03), quien superó los históricos 43.18 de Michael Johnson en los Mundiales de Sevilla, hace ya 17 años. Tampoco hay que olvidar los 8.04.79 de Kathie Ledecky en los 800 metros. En realidad, lo que no debe olvidarse es la soberbia actuación de esta extraordinaria nadadora que se va de Río con cuatro oros y una plata. Teniendo en cuenta que sólo tiene 19 años y que en Londres, con 15, ya fue campeona en los 800, la estadounidense puede acabar redondeando un palmarés espectacular si decide continuar hasta Tokio.

Ledecky ha sido una de las grandes protagonistas de los Juegos, como lo ha sido también su compatriota Simone Biles. Aunque no pudo alcanzar los cinco entorchados de Nadia Comaneci, la gimnasta de Columbus puede sentirse más que satisfecha tras subir cuatro veces a lo más alto del podio y quedarse una vez en el segundo escalón. Junto a estas dos norteamericanas es obligado referirse a la nadadora húngara Katinka Hosszú (3 oros y una plata) y a dos colosos que han vuelto a demostrar su poderío avasallador: el luchador cubano Mijain López, que ha igualado a Karelín venciendo en sus terceros Juegos consecutivos, y el judoka francés Teddy Riner, invencible desde hace una década en los grandes pesos. Mucho menos conocido, pero no por ello menos meritorio, es el caso del tirador surcoreano Jin Jongoh. Con su triunfo en la prueba de 50 metros de pistola de aire sumó su cuarta medalla de oro. Lo nunca visto. El gran Ma Long también logró revalidar su título en tenis de mesa.

Son las estrellas de un medallero que ha vuelto a dejar patente el dominio de Estados Unidos y en el que se constata que los países latinoamericanos no han aprovechado el factor cancha. Llamémoslo así. Han obtenido tres medallas menos que en la capital británica. La delegación estadounidense, sin embargo, sí ha superado las cifras de Londres, aunque igualando los oros (46). Sumó entonces 104 medallas y esta vez se ha ido hasta las 121, lejos todavía de su mejor registro, las 144 de Atenas. La comparativa del medallero hace inevitable referirse al éxito británico. Lejos de desinflarse tras disfrutar de su esplendor como anfitrión, que es lo que le viene ocurriendo a China desde 2008, Gran Bretaña ha sido capaz de superarse y sacar dos medallas más que en Londres. El descenso de Rusia estaba cantado tras el veto a sus atletas. ¿Y Azerbaiyán? Alguien se preguntará a qué viene este extraño interrogante. Hay que explicarlo. Ha sido la delegación que más rendimiento ha sacado a sus atletas. Envió 56 a Río y regresa a casa con 18 medallas.

Respecto a España, nada más lógica que la satisfacción final de su delegación. A falta de cinco días para la clausura, con sólo 7 metales en el bolsillo, se dispararon las alarmas. Los 17 que se habían puesto como objetivo se antojaban inalcanzables. De hecho, muchos se conformaban con el mal menor de sobrepasar los 12 de Sídney, la cifra más baja desde el gran salto de Barcelona 92. El 'sprint' final, sin embargo, ha sido magnífico. Lo culminaron el domingo el equipo de gimnasia rítmica, el de baloncesto masculino y Carlos Coloma con su sorprendente bronce en bicicleta de montaña.

Con estas tres medallas se alcanzó el número de Londres -y también de Atlanta, por cierto- y pudo valorarse como es debido el que ha sido el mayor mérito de la delegación española en estos Juegos: sus siete títulos olímpicos. Sólo en Barcelona se superó esa marca, que ha situado a España en el puesto 14 del medallero con sólo dos metales menos y el mismo número de oros que la anfitriona, Brasil. Hablando de las conquistas españolas, es obligado referirse a sus piragüistas, que han aportado tres oros y un bronce, a sus dos taekwondistas y a Lydia Valentín, radiante con la primera medalla olímpica de nuestro país en halterofilia.

El rendimiento de estos atletas contrasta con el rosco que han deparado el tiro, el ciclismo y, sobre todo, la vela, un tradicional granero de satisfacciones. De hecho, es la segunda vez en cuarenta años que no hay españoles en el podio olímpico. La otra fue en Sídney. En realidad, a España han vuelto a sostenerle sus grandes campeones. Hablamos de Saúl Craviotto, Maialen Chorraut, Carolina Marín, Rafa Nadal y de dos mujeres que llevan sobre sus hombros la responsabilidad de los dos grandes deportes olímpicos: Mireia Belmonte y Ruth Beitia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios