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Mikel Landa celebra la victoria.
Landa exhibe su poderío en Andorra
etapa 11

Landa exhibe su poderío en Andorra

Ganó una de las etapas más duras de la prueba en los últimos años y Aru se colocó de líder tras una lección soberbia del Astana

benito urraburu

Miércoles, 2 de septiembre 2015, 01:37

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 Mikel Landa se mueve entre la sangre fría que da el saber cuándo estás en un momento de gracia y puedes ganar una etapa en cualquier escenario del ciclismo mundial, y el descaro que puede suponer para un equipo como Astana hacer la carrera que más te conviene olvidándote de que tu líder puede pegarle un rejón importante a una prueba como la Vuelta a España.

En la gran jornada de montaña de esta ronda, se puede decir que Astana lo tiró todo, por delante y por detrás. ¡Menos mal que no estaban Nibali y Tiralongo! Volvieron a recordar al equipo del Giro, en el que Landa, el vencedor en Els Cortals d' Encamp, ganaba dos etapas y Aru, tres, además de ser segundo y tercero en la general.

Landa, metido prácticamente desde el inicio de la etapa en una escapada a la que logró sobrevivir, midió muy bien los tiempos, a pesar de que en algunos momentos se calentó y atacó, dejó que la ruleta de puertos que tenía por delante fuese haciendo la selección natural que se le suponía a la etapa. Decidió probar fortuna alejado como estaba de los primeros puestos de la general a la espera de que Aru pudiese necesitar de su trabajo, aunque por fortuna no lo necesitó.

Porque Landa se movió por primera vez cuando quedaban 44 kilómetros para la llegada. Fue el momento del inicio del festival Astana, que atacaba por delante con Landa, mientras que por detrás, Cataldo y Luis León comenzaban el baile que llevaría a Aru al liderato.

Esos kilómetros también significarían el inicio del hundimiento de Chris Froome, al que momentos antes su equipo había tratado de tapar poniéndose en cabeza, se suponía que para endurecer el ritmo de la ascensión. La realidad es que lo que buscaban era maquillar las carencias del ganador del Tour, que se despidió de cualquier posibilidad de poder ganar la carrera. Perdió 8:41 en la meta andorrana.

Landa venció y lo hizo de forma muy distinta a la del Giro. No inquietaba a nadie en la escapada, estaba muy alejado de los primeros lugares, y hubo momentos en los que parecía que Astana le iba a parar para ponerle a trabajar para Aru, que estaba bien rodeado por sus compañeros. Por fortuna, no lo hicieron. El segundo movimiento de Landa se produjo a 8.600 metros de la llegada. Primero atacó él y un kilómetros después, Aru, como si todo estuviese sincronizado.

Mientras Landa sacaba partido de la fuerza que atesora en las subidas, haciendo valer la ventaja que había conseguido en la fuga, Aru terminaba quedándose con Dani Moreno y Purito Rodríguez, al que el diseño de una etapa preciosa para ver, le hizo caer en su propia trampa puesto que no pudo con la indigestión de puertos que había propuesto. Mikel Landa vuelve a demostrar que es un corredor de futuro para empresas importantes, para etapas con de una dureza extrema, como la de este miércoles. El dominio del Astana supuso un calvario para el Movistar, que vio que tanto Nairo Quintana como Valverde pagaron en un solo día todos los esfuerzos que llevaban acumulados desde el mes de julio.

Los dos dieron la cara, quisieron seguir a Aru, pero no pudieron frente a un equipo que pudo mover a todos sus corredores y que demostró, después del fiasco del Tour, que tenía señalada esa etapa para lanzar a Aru hacia el estrellato de una forma definitiva.

Landa es un escalador de fuerza, no de agilidad, que demuestra en cada pedalada el poderío que atesora. La temporada que lleva es para enmarcar. Se ha metido de lleno entre las grandes realidades del ciclismo mundial, sobre todo cuando se habla de alta montaña.

Froome, un campeón

Podríamos hablar de muchos triunfadores. De Omar Fraile, que se fajó desde el comienzo de la etapa para centrar la general de la montaña, de Mikel Landa, por supuesto, una alegría en un desierto de jóvenes valores en nuestro ciclismo, de Fabio Aru, otro joven ya maduro, y de un Chris Froome que perdió 8.41 pero llegó a la meta. Se podría haber bajado de la bicicleta. Nadie hubiese dicho nada.

Gerait Thomas, el corredor que le acompaño en sus momentos de gloria en el último Tour, estuvo con él en las penurias que pasó. Los que querían ver el lado más humano de estos dos ciclistas lo pudieron hacer en las montañas andorranas.

Se pusieron los chubasqueros y tiraron hasta donde pudieron. Para saber ganar en el ciclismo, conviene también aprender a perder, aguantar descolgado. Mikel Nieve salvo la cara de un Sky al que no le importó que Froome entrase reventado, enfermo, puesto que acudió al médico en plena carrera.

Un Froome que estuvo lastrado desde el kilómetro cuatro por una caída que sufrió, lo que le obligó remontar en plena ascensión del puerto de Beix para poder coger el grupo principal.

Froome no les cae my bien a algunos aficionados franceses, influenciados por ex ciclistas que mejor estarían callados para que nadie descubra sus vergüenzas, pero este miércoles demostró su categoría profesional. Hay que saber ganar y perder y los hay, que no saben hacer ninguna de las dos cosas. Él, sí. La Vuelta a España tiene ya derrotados que deberán de moverse sin dejar pasar mucho el tiempo.

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