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Contador celebra su triunfo en La Farrapona.
Contador-Froome, guerra de vatios
Etapa 16

Contador-Froome, guerra de vatios

El líder aventajó al británico en 15 segundos más la bonificación en la cima de La Farrapona

Benito Urraburu

Lunes, 8 de septiembre 2014, 02:46

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Alberto Contador fue el vencedor en La Farrapona, donde llegó con una sonrisa que delataba su estado de ánimo, el conocimiento que tenía del destrozo, limitado en el caso de Froome, que había realizado. Es posible que apareciese en Jerez de la Frontera mejor de lo que decía, pero no desde luego pletórico.

No pudieron dejarle fuera de la carrera antes de la contrarreloj de Borja y el paso de los días le permitió ir creciendo de forma. Siempre atento en cabeza, su momento ideal debía de llegar en una etapa modelo Tour y el día era este lunes.

Cuando, a cuatro kilómetros y medio de la meta, Froome aceleró con esa forma tan peculiar que tiene de correr, sólo le siguió Contador. El grupo principal explotó. Valverde y Purito se quedaron. Aru iba y venía.

Se estaba jugando la victoria final en la carrera. Froome no podía hacer otra cosa que tirar para meterse en el podio en un puerto en el que en 2011 trabajó para Bradley Wiggins. Una Vuelta que mereció ganar, pero entonces, el líder del equipo era su compañero, aunque quien más andaba era él.

Contador se limitó a estar, a dejarle hacer. Sabía Froome que no le iba dar ningún relevo. Le dejó madurar, que se cebase con sus números hasta que a un kilómetro de la meta le atacó. Ni intentó seguirle. Froome no puede salir a un ataque en seco, de un escalador puro. Lo suyo es asfixiar contrarios.

Pudo con todos, menos con Contador, que realizaba una jugada maestra. Valverde y Purito, esta vez sí, colaboraron. ¡Qué otra cosa podían hacer! El Movistar salvó el tipo de momento, pero Purito se dejó el podio en La Farrapona.

Ver correr a Froome y Contador permite observar dos estilos muy diferentes de ciclistas. Froome lo basa todo en la tecnología. Es la escuela en la que le han educado en el Sky. Contador deja margen a la improvisación, a las sensaciones, al baile encima de la bicicleta.

Dos corredores que llegaron a la Vuelta sin saber realmente cómo estaban fueron, dieciséis etapas después, quienes le dieron un aclarado, casi definitivo, a la general. Nadie quiso, o pudo, o encontró el momento de dejarles, y al final viven en la gloria del podio.

No es la primera vez que esto sucede en el ciclismo. En el Tour de Francia de 1989, el que perdió Laurent Fignon por ocho segundos en la última contrarreloj, en París, Greg LeMond se iba quedando por los Alpes, por los Pirineos.

Cedía tiempo, segundos, pero no reventaba. Se agarraba a la general, no parecía contar para la victoria final. Laurent Fignon era el gran favorito, pero cuando llegó el momento de la verdad, LeMond apareció y ganó el Tour. No es el mismo caso de Chris Froome en esta Vuelta a España, pero sí son parecidas las circunstancias.

Froome ha ido padeciendo muchos días en montaña, haciendo la goma, quedándose y luego reenganchándose al grupo de cabeza. Así una y otra vez. En los Lagos vivimos esa forma de correr.

No hubo ningún tipo de acuerdo entre Contador, Purito y Valverde para colaborar y distanciarle más en la general, incluso eliminarle, física y psicológicamente. Le dejaron un respiradero por el que pudo seguir consumiendo aire, ilusión.

Y ese respiradero terminó siendo, en La Farrapona, la tumba de Purito Rodríguez y puede que de Valverde, al que no le quedará más remedio que poner su equipo a trabajar para poder conseguir bonificaciones en las etapas que parecen serle propicias en Galicia.

Eso, sin contar con que Froome, del que se han hecho risas por su forma de correr, por mirar los vatios a los que se tiene que mover, no vaya a más y ponga en Los Ancares un ritmo que no haya nadie capaz de seguir, salvo Contador. Al tiempo. A Contador le han dejado la carrera en bandeja, a Purito, imposible, y el segundo puesto de Valverde tiene una fijación muy débil.

La etapa se convirtió en una jornada de desgaste, con Katusha como gran protagonista, después del susto inicial, de salida, cuando Purito se quedó cortado y tuvieron que anular al grupo en el que iban Contador, Valverde y Froome. Más tarde sería el Sky quien pondría en marcha la trituradora que también se les daba en sus años dorados. Mikel Nieve reventaría todavía más el grupo hasta que Froome hizo su aparición estelar, deslumbrante.

Lo fácil es decir que todo se jugó en cuatro kilómetros y medio. La verdad es que el desgaste duró toda la etapa. Froome y Contador tendrán más citas en el futuro, seguro, en otros escenarios. En el de esta Vuelta a España, Contador es quien manda.

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