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Vocación. El exciclista granadino Antonio Jiménez Quiles, en su bicicleta durante una prueba.
La noche que cambió la vida de Jiménez Quiles
CICLISMO

La noche que cambió la vida de Jiménez Quiles

La leyenda ciclista granadina relata cómo logró plaza a última hora para participar en la Vuelta a España del 55, en la que fue segundo

Camilo Álvarez

Jueves, 8 de junio 2017, 02:04

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Hace pocos meses Antonio Jiménez Quiles acudió a hacerse una radiografía. Cuando le llegó el turno y sonó su nombre en la sala de prensa uno de los allí presentes comentó mientras el protagonista se dirigía hacia la consulta: «Ese es el ciclista, me acuerdo de él». La leyenda del mejor corredor granadino junto a Joaquín Galera no se ha perdido en el tiempo. A sus 83 años, rememora los grandes momentos que este le deporte le brindó a un joven granadino criado entre Cacín y Alhama que un día se marchó al norte en busca de un sueño y acabó triunfando.

La Vuelta a España de 1955 quiso darle la espalda. Ningún equipo quería contar con un joven de 20 años recién cumplidos, el más joven del pelotón, y sin cartel. Por si acaso, él, que andaba por el norte intentando competir, se marchó a Bilbao en busca de una plaza que pudiera quedar libre a última hora. «A las once de la noche no sabía todavía si iba a poder correr», comenta Antonio. Bingo. El equipo de Cataluña-Aragón presentó una baja, la del hijo del director del equipo, ni más ni menos, Santiago Mostajo. Como Andalucía no estaba presente en la competición se le añadió el apellido al equipo catalanoaragonés. Buena parte de la culpa de que aquel joven ciclista granadino entrara en la ronda la tuvieron «los señores Echevarría y Bergareche», del diario El Correo Español-El Pueblo Vasco, organizadores aquel año de la prueba.

Tras cada etapa que acaba en el primer tramo de competición «yo mismo me tenía que dar los masajes y limpiarme la bici», explica. Hasta la etapa entre Valencia y Cuenca. Terminó segundo la jornada y se colocó tercero en la general. Entonces empezaron a tomarlo en serio desde la organización, que no en su equipo. Sintió el «desprecio» de sus compañeros, recuerda. Todos cenaban juntos mientras él lo hacía solo, apartado. «El equipo de los 'replegats', los 'arrejuntaos', me llamaban». En la penúltima etapa, viendo que un problema mecánico le podía privar del sueño, llegó a un acuerdo con un compañero de equipo, Ricardo Catalá: «Si yo tenía alguna avería en la bici él me dejaría la suya y yo le daría 3.000 pesetas al final de la vuelta». No hizo falta, pero, como hombre de palabra, le entregó el dinero pese a todo.

Acabó segundo en la general, a sólo tres segundos del vencedor, Jean Dotto, pese a las muchas trabas que sus compañeros de pelotón le pusieron a un joven granadino sin pretensiones. Sin más ayuda que su propio interés. «Por entonces algunos ya utilizaban algún tipo de ayudas, vitaminas decían ellos. Yo no sabía ni lo que era una aspirina».

Cien pesetas

Le llamaban la atención las bicicletas que utilizaban los trabajadores que construían el Pantano de los Bermejales, que acudían al bar que regentaban sus padres. Viendo el interés que despertaba en su hijo, su padre le compró una bicicleta por cien pesetas a un pescadero llamado Zamora. Cuenta que al principio le costaba alcanzar los pedales pero que con el tiempo comenzó a desenvolverse con destreza. La feria de ganado de Huétor Tájar fue la excusa para llevar a su padre sobre dos ruedas. 40 kilómetros con algunas empinadas subidas por las que se deslizó sin forzar, algo que llamó la atención en el pueblo. Ahí se dio cuenta de que aquello podía ser una inmejorable forma de recorrer mundo, aunque fuera por territorio nacional.

Una BH blanca, «de las mejores del mercado», como recuerda Jiménez Quiles, le empujó al deporte profesional. Empezó probando en carreras locales. Luego decidió irse desde Granada hasta Algeciras en bicicleta para cruzar el Estrecho y participar en una prueba en Tánger. La Unión Velocipédica Granadina, el mítico club refundado recientemente, le empujó a buscar el profesionalismo viendo sus recursos en la bicicleta. No se equivocaban. Dos veces campeón de España de Montaña (1957 y 1960), dos campeonatos de Andalucía (1954 y 1955), vendedor del Criterium de Ases en Zaragoza (1956) y de Madrid un año después... Y hasta hace poco seguía encima de la bicicleta, aunque ya ha dejado a su cuerpo descansar un poco.

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