Adiós al Mundial a la francesa

El 8-0 inicial de los galos ya dejó claro que este choque no iba a tener nada que ver con el de la primera fase. Navarro surgió como héroe en esos instantes para impedir que la sangría fuese más allá. España había completado sus peores cinco minutos de todo el Mundial y, aun así, se había reenganchado al encuentro. Había motivos para la esperanza, por mucho que la zona de Orenga no supusiese ningún quebradero de cabeza para el rival.

Las rotaciones -cortas una vez más al no emplear ni a Felipe Reyes ni Claver o Abrines- pasaron factura a los locales, que necesitaron diez intentos triples para meter el primero de la noche. Sin tiro exterior, con Pau minimizado y Marc en su más aciago desempeño -su reciente paternidad y el viaje exprés a Barcelona no le sentaron bien-, la selección nacional quedó a la deriva, sin nadie que gobernara la nave. La circulación de balón en pista delantera se redujo a dos pases y malos tiros rápidos, mientras que el dominio de Francia en el rebote (25-13) hizo el resto para que los galos se marcharan por delante al descanso (35-28).

La salida en tromba de España en la segunda mitad devolvió la fe a los más de trece mil espectadores en el recinto madrileño. La defensa brilló por primera vez y eso se tradujo en que el adversario solo anotó dos canastas en juego, así como tres tiros libres de Batum ya al final del cuarto. Los de Orenga tampoco aprovecharon un criterio arbitral favorable en las jugadas de duda ni una trifulca en la cancha en la que Llull fue agredido por parte de Pietrus. Los internacionales se espesaron una vez más y ni siquiera el vuelo de Rudy y el tapón de Pau en los instantes finales del cuarto actuaron como revulsivo. El barro ya les llegaba a las rodillas pero los nacionales aún no se habían percatado.

La precipitación del último cuarto evidenció los males del combinado ibérico en esta aciaga eliminación del Mundial. Los intentos para distanciarse en el electrónico no fructificaron y cundió el pánico a mirar el aro. Todo lo contrario que en el rival, donde Diaw, Gelabale y sobre todo Heurtel se jugaron los balones que más quemaban en las manos. España se encomendó a Pau Gasol, su mejor jugador de toda la historia y que podría haber defendido la elástica roja por última vez (al igual que el resto de jugadores de la brillante generación de los 80). Sin embargo, el joven Gobert le aguantó con maestría a pesar de sus cuatro personales y fue la clave -13 rebotes y un tapón- para que el ala-pívot de los Bulls no saliera a hombros del Palacio madrileño.

Sin nadie que suministrara apoyo al mayor de los Gasol (2/22 en triples), Heurtel dio la puntilla con una gran entrada a canasta y un tiro de tres posterior, ambos tras beneficiarse del espacio generado por sendos bloqueos directos. El acierto desde el perímetro colmó la paciencia de una grada que pidió la dimisión de Orenga como seleccionador. El futuro del castellonense se conocerá en breve, aunque poca duda hay tras el batacazo de España en este Mundial que se queda compuesto y sin anfitrión en la lucha por las medallas.