Barrios de Granada
Dentro de la reunión de expertos en 'zaidining'Los vecinos hacen barrio mientras buscan el fresco para pasar el verano y reivindicar mejoras de unas calles y plazas de las que están orgullosos
El barrio con más población de la ciudad de Granada es también un combo de cemento y asfalto que logra que la sensación térmica tienda ... a ser inaguantable en estas calles, plazas y lugares del Zaidín. Con sus largas, larguísimas avenidas –de Dílar, de América, de Barcelona, de Cádiz–, el barrio zaidinero sobrevive ahora y siempre cual aldea gala frente al imperio romano transmutado en calor, sopor y horror. El ciclo vital zaidinero empieza pronto por la mañana, cuando se abren las tiendas y el calor todavía no hace estragos. Es el momento en que revive el barullo clásico con terrazas repletas de gente que desayuna en su alto en el camino de las compras diarias.
Pero pronto desaparece, se desvanece en cuanto aprietan los rayos de sol. Entonces, se acaba la jarana y el zaidinero, persona de costumbres fijas, se refugia en sus pisos, baja las persianas y conecta el ventilador, el aire acondicionado y, si es preciso, el abanico. Lo explica Raquel Gómez, hija de José Antonio, con clásica tienda de iluminación desde hace más de medio siglo –San Martín lleva por nombre–, en la popular avenida de América. «Pues el calor nos viene bien porque vendemos ventiladores y estamos hasta arriba», explica el padre, orgulloso del servicio que presta a sus vecinos. «La gente dice que antes no hacía tanto calor o al menos no durante tantos días seguidos. El caso es que en los últimos cinco años se ha notado la subida de las temperaturas en la venta», apunta el comerciante.
El barrio desierto
Encarni Bravo, Reme Requena y Toñi Jiménez son tres veteranas zaidineras con años de vida en este barrio que ahora en verano tiende a parecerse más a un desierto. «Ahora esto se lleva muy mal. Sales y no hay nadie. Está el Zaidín vacío. Antes la gente sacaba la silla a la puerta pero ya se ha perdido. Ya no ves a nadie. La gente tampoco baja a la calle», cuenta.
¿Cómo resuelven estos meses de julio y agosto? Con total profesionalidad. «Nos vamos de viaje o luego por la tarde salimos a la calle; a tomar una cerveza. Eso sí, durante el día, encerradas. En invierno hay más actividades pero el verano es muy malo».
La tarde va convirtiéndose en noche en el parque Carlos Cano, esta gran masa verde que recorre linealmente el paseo del Emperador Carlos V por un lateral y la calle Pintor Manuel Maldonado por el otro costado. Aquí se han reunido como cualquier otra tarde un grupo de vecinos expertos en 'zaidining', esa disciplina que permite al mismo tiempo reivindicar mejoras de unas calles y plazas de las que están orgullosos y de las que disfrutan.
Dos veteranos como Rafael y José sacan una espinita de su costado. «Por razón de la edad que tenemos salimos a hacer nuestras actividades y damos una vuelta por el barrio. O a pasear el perro». Pero lanzan rápidamente la reivindicación: «Queremos una piscina. La tienen hasta en Almanjáyar». Francis Prados interviene. «Es cierto que el barrio pide una piscina, pero no hay suelo. Así que la idea es que la que ya existe, la cubierta del Núñez Blanca, se adapte para todo el año».
Francisco, por su parte, recuerda que lleva 65 años viviendo en el Zaidín. «Había poca construcción. Antes esto era Vega y aquí había una vaquería. Ahora tenemos cambio climático y hormigón». Antonio, por su parte, que nació en el Zaidín hace 69 años, revela su fórmula secreta contra el calor. «Hago lo que hacen todos los cristianos. Mi aparatito de aire acondicionado y luego a dormir al fresco en el balcón en una hamaca, que no nos podemos permitir costear tener el aire encendido las 24 horas», dice.
La noche ha avanzado y el Zaidín despierta del todo en la clásica contradicción veraniega. Ahora es el turno de las terrazas, repletas de cañas, tapas y buen ambiente muy de veras.
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