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Peixoto, en una librería.
«Portugal es bipolar y tiene problemas de autoestima»

«Portugal es bipolar y tiene problemas de autoestima»

«Hasta los peores libros nos hacen mejores», asegura José Luis Peixoto

Miguel Lorenci

Domingo, 18 de junio 2017, 02:21

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«Portugal es un país bipolar que ahora parece recuperar la esperanza y recobrar la confianza en sí mismo». Lo dice el escritor José Luis Peixoto (Galveias, 1974). Estrella de la última generación de narradores lusos, con creciente proyección internacional, ha recalado en España con dos libros cruciales, el primero y el último de su carrera. 'En tu vientre' (Random House), es su peculiar revisión de las apariciones de Fátima y de las creencias. 'Te me moriste' (Minúscula), la dolorosa «carta de amor» al padre muerto con la que abrió su carrera hace casi dos décadas y que aparece en una nueva traducción.

La muerte -«un tema tabú», dice Peixoto- y la maternidad abordadas en libros «sin género», separados por casi veinte años «pero muy conectados, ya que ambos abordan esas cuestiones eternas para las que carecemos de respuestas», explica Peixoto. Dos libros conmovedores que son también para su autor «una búsqueda» de la identidad portuguesa y de la innovación formal. «Es atractivo entrecruzar géneros si buscas algo nuevo», señala este 'mirlo blanco' de las jóvenes letras lusas, cuya prosa está trufada de poesía.

Hoy Portugal está de moda en el mundo. Triunfa en los deportes. Recibe al Papa y espera a Madonna como residente. Las fortunas europeas y latinoamericanas le hacen ojitos. Regatea a la crisis, sabe gobernarse sin mayorías y exporta mitos como Cristiano Ronaldo, cuando hace nada esta hundido, con la moral por los suelos. «Perdió la esperanza y entró en una depresión profunda y nunca vista. Pero Portugal ha recuperado la autoestima y ha salido el del túnel. Vuelve a tener fe en sí mismo», se felicita el escritor que nació el año de la Revolución de los Claveles y ha visto como su país cogía el tren de Europa y de la modernidad.

«Siempre tuvimos problemas de autoestima e identitarios; no sabemos si somos un país minúsculo o el país imperial que se dividió el mundo con España en el Tratado de Tordesillas. Y esa bipolaridad nos define», diagnostica Peixoto. «Mi deseo es que Portugal halle su posición propia como un país del sur, conectado con Brasil, Ábrica y España», plantea.

Asegura que Portugal es también un país «desequilibrado» entre lo rural, crucial en su obra, y lo urbano. Él mismo es el reflejo de esa división. Ha pasado la mitad de su vida en su pueblo del Alentejo, donde vivió hasta los 18 años, y el resto en Lisboa, donde se licenció en Lengua y Literatura Moderna. El niño de pueblo es hoy un maduro urbanita, cosmopolita y políglota. Es capaz de narrar con precisión como se despluma una gallina -«lo vi mil veces en mi pueblo»-, pero sería un fantástico modelo de una revista de tendencias, vestido de negro, con gafas oscuras de marca, profusamente tatuado y con una docena de piercings.

«La poesía es la infancia de mi escritura» asegura Peixoto, cuya prosa mantiene un intenso tono poético. En esa vena lírica está su conexión con la mejor tradición de las letras lusas, con Camoens y Pessoa. «No se puede escribir en Portugal ignorando a Pessoa, es una voz que se ha mezclado con las características esenciales de lo que es la literatura portuguesa de todos los tiempos», concede.

Cree que «la literatura y los libros mejoran el mundo». Pero tiene muy claro «que los libros no pertenecen a su autor». «Son un producto, el patrimonio colectivo de una cultura; nos despiertan la conciencia y alimentan y fijan la reflexión», afirma. «Hasta los libros malos nos hacen mejores. Siempre estamos citando a los buenos, los que se supone que te enseñaron más, pero en realidad muchas veces son los peores libros que has leído los que te marcan el camino» dice.

En España se han publicado ocho de sus catorce libros, entre ellos tres poemarios, dos infantiles y cinco novelas traducidas a más de 20 idiomas. Su carrera empezó de forma muy modesta y para conjurar el duelo por la muerte de su padre. «Escribí 'Te me moriste' por necesidad. Tardé un año y lo escribí con una libertad que hoy no me concedería. Era un texto muy íntimo que publiqué por mi cuenta. Tardé casi cuatro año en verlo como un libro», recuerda. Pero ese mismo año aparecía 'Nadie nos mira', la novela que el dio el Premio José Saramago y le lanzó. Siguieron títulos como 'Una casa en la oscuridad', 'Cementerio de pianos', 'Libro', 'Dentro del secreto' o 'Galveias'. Por ellos ha merecido galardones como el Prémio Oceanos, el Libro de Europa, el de la Sociedad Portuguesa de Autores. También fue finalista del premio Femina en Francia y del Impac en Dublin.

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