Cuevas ocupadas
Opinión | Puerta Real ·
Nuevos habitantes han ido ocupando los antiguos alojamientos y otros, que han proliferado al amparo del turismo y de la falta de regulacionesMª DOLORES F.-FÍGARES
GRANADA
Miércoles, 13 de junio 2018, 00:24
Uno de los temas pendientes de resolución en esta Granada nuestra es el de las cuevas, concretamente en el entorno del Sacromonte. Tras la diáspora ... que se produjo en los años sesenta, después de que unas lluvias torrenciales hundieran buena parte de ellas, donde habitaban familias la mayoría gitanas, desde generaciones atrás, buena parte del monte quedó abandonado y en estado ruinoso.
A lo largo de los años, poco a poco, nuevos habitantes han ido ocupando los antiguos alojamientos y otros nuevos, que han proliferado al amparo del turismo y de la falta de regulaciones. Los nuevos habitantes de este peculiar barrio, que conviven con algunos tradicionales que se quedaron, son muy variados, aunque la mayoría son foráneos. Todos compensan la falta de accesos para coches con la tranquilidad del lugar y las panorámicas que contemplan desde sus soleadas viviendas, cálidas en invierno, frescas en verano. Muchos las han reciclado y convertido en negocios de alojamientos turísticos. Otros, menos emprendedores y más transeúntes, las utilizan para pasar en Granada temporadas entre sus viajes trashumantes, con frecuencia acompañados de perros y con aspecto desaliñado, por decir algo. Se instalan de manera ilegal, ni alquilan ni compran, entre otras razones porque no se sabe quiénes son sus propietarios, ni existen documentos que lo acrediten.
Se fue corriendo la voz y de un tiempo a esta parte, y ante la falta de soluciones definitivas, cada vez se han ido sumando más personas y se ha ido extendiendo la ocupación de lo que en teoría iba a ser un parque para solaz de granadinos y forasteros, amantes de los paisajes maravillosos y los entornos interesantes. Varios intentos municipales pretendieron desalojarlos e incluso tapiar las entradas a las cuevas. No hay más que darse una vuelta por el cerro de San Miguel alto para comprobar que no lo consiguieron.
Ahora la expansión está cruzando al otro lado del Darro, en otro paraje protegido y valioso, más allá de la fuente del Avellano, donde se encuentra la Dehesa del Generalife, el monte de Lancha de Cenes y los montes de Jesús del Valle, un total de 458 hectáreas donde, según mis admirados Juan Enrique Gómez y Merche Calle, habitan toda clase de especies protegidas, vegetales y animales. Pues bien, en ese enclave privilegiado aparecen señales de ocupación de cuevas-chabolas donde se encienden fuegos, con el consiguiente riesgo de incendios y que aquello se vaya de las manos. El área cada vez está más habitada y horadada «como un queso de gruyer», según expresión de los vecinos que viven en el Sacromonte y Puente Quebrada, preocupados y asombrados, al ver que todo esto se produce delante de ellos sin que nadie haga algo al respecto. Apuesto a que otra vez hay conflicto entre administraciones responsables del asunto.
Del antiguo Sacromonte nos quedó un legado flamenco de gran trascendencia cultural. Me pregunto qué herencia nos van a dejar estas cuevas ocupadas ahora. Me temo que ninguna.
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