Los cuatro detenidos en una operación en Armilla pasarán ante el juez este sábado

Los arrestos se enmarcan en una operación de Policía Judicial que generó un gran revuelo en el municipio, ya que se llevó a cabo en una zona muy concurrida y, además, en hora punta. Según pudo saber IDEAL, los detenidos habían estado extorsionando a una mujer; su marido fue presuntamente asesinado hace un año por cuestiones relacionadas con la droga y este grupo estaba reclamándole a ella lo que consideraban deudas.

A media mañana comenzaron las detenciones. La primera actuación tuvo lugar a las puertas del supermercado Lidl situado en la Avenida de las Palmeras, donde se detuvo a dos personas. Había agentes de paisano e, incluso, una guardia civil llevaba puesto un chaleco de vendedor de la ONCE, por lo que la sorpresa de los clientes al ver cómo inmovilizó a uno de los individuos fue aún mayor. Otro agente encañonaba en el suelo al líder de la organización.

La intervención llamó la atención de los que pasaban por el lugar, algunos de los cuales fotografiaron la actuación. También fueron testigos diversos alumnos del Instituto Luis Bueno Crespo, desde donde divisaron y escucharon el revuelo. De hecho, algunos estudiantes y trabajadores del centro educativo aseguraban que se había producido un tiroteo. No fue así exactamente, pero sí que los agentes tuvieron que disparar al aire para alertar a sus objetivos, que iban armados.

Ya había dos detenidos; faltaban otros dos. Habían huido del lugar. Uno de ellos fue interceptado muy cerca del supermercado, mientras que el otro accedió al interior del centro comercial Nevada Shopping. La persecución llevó a los agentes hasta allí, donde se desarrolló el resto del operativo.

El hombre se atrincheró en uno de los baños que hay en la primera planta, en la zona de hostelería. Durante unos quince minutos, según testigos presenciales, permaneció encerrado mientras los agentes aguardaban fuera. Finalmente fue detenido, culminando con éxito la operación. Tras interceptarlo lo trasladaron hasta el parking, en la planta baja, donde estaba aparcado el vehículo policial.

En los bares y restaurantes de alrededor la actividad continuó. Los clientes no tuvieron que dejar las mesas, aunque, lógicamente, los baños no pudieron utilizarse durante un rato. Pasados unos minutos el bullicio habitual regresó al ala de hostelería, aunque los comentarios sobre lo ocurrido permanecieron bastante tiempo más circulando por los pasillos.