El cuartel de las 'cazapatógenos' que desinfecta el material para operar en Granada
En el hospital clínico San Cecilio trabajan 24 sanitarias en la central de esterilización, el lugar del que sale completamente desinfectado todo el instrumental que se usa en cirugía
Sergio González Hueso
Granada
Lunes, 7 de septiembre 2020, 00:27
Gérmenes, bacterias, virus, hongos... de solo pensarlo entran ganas de salir corriendo. Un automatismo natural del que se ve que están desprovistas las 24 sanitarias ... adscritas a la central de esterilización del hospital clínico San Cecilio de Granada, en el PTS. Su trabajo es tan invisible como imprescindible. Ellas, las termodesinfectadoras o los autoclaves (no se apuren, ahora se explica qué son) permiten, ni más ni menos, que se pueda seguir operando en los hospitales.
Susana Viedma Fernández es la persona que supervisa este servicio hospitalario. Lo tiene claro:«La central es el corazón del clínico y si este no late, el bloque quirúrgico no podría operar», señala esta profesional orgullosa de la labor que hace su equipo. Un trabajo que podría equipararse más a un riñón en el cuerpo humano, pues consiste, como ya se habrán imaginado, en purificar mediante la esterilización el material que se utiliza en quirófanos, consultas o laboratorios, entre otros.
Según explica Viedma, la central ocupa parte de la planta -1 del complejo hospitalario ubicado en el Parque Tecnológico de la Salud (PTS). Allí, en las profundidades de la tierra, se emplean a fondo siete enfermeras y 17 auxiliares de enfermería que se dividen en grupos para cubrir de esta forma los tres turnos de trabajo ininterrumpidos que hay de lunes a viernes. Como las lavanderías de barrio neoyorquino, la central no cierra por las noches. Solo los fines de semana y festivos, cuando cae un poco la actividad en el hospital. Aún así también se trabaja durante estos días toda la mañana y la tarde. Hay mucho que hacer. O mejor dicho, mucho que esterilizar: desde todo el instrumental quirúrgico, hasta respiradores, clavos, tornillos y placas (que se emplean en la reparación de fracturas óseas). Pero también se 'caza' a los patógenos de los recipientes que contienen muestras biológicas de pacientes, el material para las salas de curas o el que se usa en el servicio de ambulancias.
El proceso
El objetivo es garantizar la seguridad de los enfermos, sobre todo teniendo en cuenta que mucho de este instrumental va a estar en contacto directo con su organismo. Contaminarse es sencillo y a la vez muy peligroso. Un bisturí que ha sido usado en una operación de traumatología, por poner un ejemplo, puede llegar a la central con restos de sangre, pelo o huesos procedentes de pacientes que pueden estar pasando un proceso vírico. Para evitar la propagación de infecciones como por ejemplo las nosocomiales –las que pululan por los hospitales– se debe seguir un proceso que está regido por estrictos protocolos de seguridad.
Según cuenta la supervisora, el material sucio llega a la central metido en contenedores. Baja por un montacargas específico y es recibido en la zona contaminada o séptica. Allí están varias sanitarias que están obligadas a trabajar con equipos de protección individual. Inmaculada Peña es una de ellas. Es auxiliar en este área y explica que llevan doble guante, batas, pantallas o zuecos antideslizantes. «Todo lo que hacemos está sistematizado y tiene que quedar registrado en el ordenador con códigos y matrículas para cada carga», cuenta. Esto se hace para llevar a cabo el seguimiento de todo el proceso.
Dentro de estos contáiners el material de quirófano viene dividido por cajas, cada una de ellas contiene el instrumental que se ha usado para por ejemplo hacer una operación de apendicitis: portagujas, disectores, garfios bisturíes... todo se separa en cestas y se le hace un prelavado con la técnica del ultrasonido. A continuación se ubica en las cestas de las termodesinfectadoras. En el PTS hay siete, y estas se pueden asemejar a una lavadora gigante. El primer lavado se hace en estas máquinas, donde los enseres están entre 45 y 60 minutos. El contenedor en el que se han transportado también se desinfecta, en este caso en un túnel de lavado para cerrar todas las puertas a los patógenos.
Una vez se realizan estas operaciones, todo pasa a la zona 'limpia', donde se produce la esterilización definitiva y el montaje de las cajas de material para que este vuelva a poder ser usado con todas las garantías. En esta parte de la central trabaja otro grupo, ya con un uniforme algo más ligero. El primer paso lo hacen las enfermeras, que consiste en coger el instrumental y en las mesas de montaje se van preparando las cestas. Cada intervención tiene la suya, pues no es igual operar unas cataratas que extirpar una vesícula.
Con todo listo, el último paso y más fundamental es la esterilización. Este proceso se hace en los autoclaves, una especie de hornos de vapor que alcanzan una temperatura de 134 grados centígrados. Otra horita dentro y ya esterilizado se etiquetan las cajas y se verifica que cada uno de los pasos se haya dado correctamente. «Nosotros estamos coordinados con el resto de áreas del hospital, por lo que cuando todo ha quedado limpio, se avisa a quirófano o a quien necesite el instrumental esterilizado», resume Viedma el que es el último paso de todo esta rueda que no para nunca de girar.
Según los datos recabados por la central, en este servicio se limpian de media al mes un total de 44.434 paquetes.
Coronavirus
Desde el pasado mes de marzo evidentemente algunos de los protocolos de este servicio hospitalario han cambiado. Lo ha hecho en menor volumen que en otras áreas, pero aún así la presencia de coronavirus se ha notado. Inmaculada Peña explica que ahora se ha sistematizado la recogida de los contenedores contaminados por este patógeno. Ya siempre es la misma persona quien lo hace.Además, los servicios de limpieza están más presentes que nunca allí, sobre todo en la zona 'sucia'. Una esquina del hospital en la que pese a todo no ha crecido el miedo. Virus a ellas...
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