Crecen sin control las cotorras invasoras en Granada: «Hay que actuar ya»

Es lo que sucede con la cotorra argentina, un pequeño loro originario de Sudamérica, de la zona de Argentina, Paraguay y Uruguay, que desde hace décadas se está expandiendo por Europa. Su presencia en ciudades como Barcelona, Madrid o Málaga lleva siendo un problema desde hace años. Y ahora sus colonias están creciendo de manera exponencial también en Granada.

«Esta especie se considera como invasora en España y se ha extendido por la mano del hombre. Tiene una gran capacidad de adaptación y son capaces de crecer por sí solas, con efectos negativos para el ecosistema que invaden», cuenta a IDEAL Juan Diego Ibáñez, profesor titular del departamento de Zoología de la Universidad de Granada. Tras un estudio minucioso, Ibáñez y otros investigadores de la UGR han detectado la presencia de estas cotorras en diferentes puntos de la ciudad, así como en poblaciones del área metropolitana como Armilla, Ogíjares o Huétor Vega. Y su expansión va a más.

El profesor de la UGR explica como desde su llegada a Granada, en la década de los 90, la población de cotorras argentinas se había mantenido controlada, creciendo a un ritmo lento. Sin embargo, desde 2015 empezaron a observar más: «Había en torno a unos 80 individuos y desde entonces su número no ha parado de incrementar. Ahora la cifra estará en torno a los 300. Están en clara expansión y es un problema que va a ir aumentando en Granada».

Sobre los problemas que pueden generar las cotorras argentinas, Ibáñez cuenta que son una de las grandes causas de pérdida de biodiversidad. Pero esto no es lo único, ya que son los únicos loros capaces de hacer sus propios nidos sin necesitad de tener agujeros y como son coloniales, hacen nidos masivos. «Generan estructuras muy grandes que pueden llegar a ser un riesgo para la ciudadanía. Pueden llegar a acumular cientos de kilos de palos y otros materiales».

Otro efecto negativo tiene que ver con las pérdidas agrícolas que pueden provocar: «Un estudio reciente muestra como acaban con el maíz en algunas zonas de la Vega de Granada». Y también generan molestias por el ruido que provocan, que puede llegar a ser «insufrible. «No paran de hacer ruido y por eso mucha gente que las compraba como animales domésticos las liberaba. Si hacen un nido cerca de tu casa puede ser un problema porque tendrás a un montón de loros haciendo ruido todo el día».

Aunque el crecimiento es exponencial, todavía es posible ponerle freno en Granada. Aunque para ello, eso sí, es necesario contar con financiación y la ayuda de las administraciones públicas. «Hay que actuar ya, que todavía estamos a tiempo y solo haría falta una inversión económica reducida. Con esto podemos evitar que en pocos años tengamos cientos de ejemplares más y que los gastos para gestionar el problema se multipliquen», advierte el profesor de la UGR.

«Queremos que nos hagan caso, ahora no es un problema grave pero es el momento de atajarlo. Si esperamos, en el futuro será demasiado tarde». Y es que se trata de una especie que puede vivir más de 20 años y que, de seguir creciendo, podría llegar a convertirse en toda una pesadilla para la ciudad y el área metropolitana.