«No viviré para ver mis tierras recuperadas de la riada»
Un mes después de la inundación los agricultores de Ízbor siguen con sus fincas sepultadas y sienten que las administraciones les han dado la espalda
En cuestión de minutos se puede destrozar el trabajo de toda una vida. «Perdí 20 olivos centenarios en el incendio de Los Guajares y, meses ... después, mi finca, mi trabajo, están enterrados en barro», resume con frustración Dioni Salazar, agricultor de Ízbor de 53 años.
El hombre, militar de profesión, se retiró hace años y empezó a labrar la tierra como oficio. Vendía nísperos, naranjas o aguacates ecológicos para sobrevivir mes a mes. Hasta que la riada se llevó todo por delante.
La tierra que heredó de su padre y, antes que él, su padre la heredó de sus abuelos está completamente arrasada. «Está hecha polvo, es tanta la basura, tantas raíces arrancadas que llevo seis días trabajando y parece que no he hecho nada. Las piedras son exageradas. Te vas harto de trabajar y sin haber conseguido solventar el problema. He perdido muchos frutales, estoy quemando los árboles arrancados para que no ahoguen a los que están bien», explica. «Este trozo lleva en la familia 25 años, el resto era de mis tatarabuelos. Siento que he perdido el legado familiar, una parte de mi y mis raíces», añade con tristezas.
El viento esparce las ascuas y las cenizas mientras los agricultores se afanan por salvar la tierra. Manuel Pérez, ya jubilado, se ha quedado sin el huerto de donde saca los avíos para la casa. Solo han aguantado las ñoras que asoman entre tanto fango. Ni calabazas, ni habichuelas, ni naranjos. No queda «nada, de nada». «Se siente mucha impotencia, se veía venir después del incendio que esto iba a pasar y las intervenciones llegaron tarde. Si llegaron tarde para aquello, ahora llegan más tarde todavía. Sigue todo manga por hombro», dice.
Restañar las heridas que provocó la lluvia llevará tiempo. Las inundaciones de diciembre dejaron impracticables dos hectáreas agrícolas, propiedad de una veintena de comuneros del pueblo, deslizaron y cortaron la N-323 por el colapso de una ladera. Esta catástrofe fue a consecuencia del incendio del pasado mes de septiembre que calcinó más de 5.000 hectáreas y provocó que una vegetación débil cayera como un río, barranco abajo y desbordaran el cauce.
«Sigo nervioso por la riada, tengo mucha ansiedad. No se me ha ido. Lo tengo todo enterrado, la alambrada y la hortaliza. No podemos comer nada de lo que producimos. Los barrancos no se han tocado, las administraciones no nos han dado explicaciones. Como llueva, nos van a dejar más secos todavía. Somos ya viejos y no podemos arreglar solos todo este desastre», cuenta Pérez. «Tardaremos décadas en recuperarnos. Había árboles de 40 años y nunca se va a quedar como estaba antes. No viviremos para verlo. Tenemos miedo de que venga más lluvia porque no tenemos montes. La avenida vendrá derecha a nosotros», afirma.
Un poco más allá en el mismo cacho de tierra, Felipe Gordo, agricultor también, se cruza de brazos. Su parcela es la que más rocas tiene y precisará de maquinaria pesada para retirarlas. Hace un mes, logró sacar a su caballo que había quedado atrapado en la caseta, pero uno de sus coches ha tenido que desguazarlo. «Una tristeza e impotencia enorme. Yo no puedo hacer nada con las piedras y estoy esperando a que la administración se decida a hacer algo. Lo que queda se está perdiendo porque las raíces no pueden respirar.Tengo 60 aguacateros perdidos, estaba joven cuando los plante», destaca.
«Me gustaría que los técnicos hablaran con las personas y los agricultores para que nos digan qué planificación tiene y ver qué medidas se harán para contener lo que caiga por los barrancos. Todavía no se ha aprobado lo de zona catastrófica porque no nos han dicho nada», señala.
Parte del presupuesto del plan de recuperación del área afectada por el incendio de Los Guájares por valor de 3, 5 millones de euros, coordinado por la delegación de Medioambiente, se emplearán, según el primer edil en hacer diques de contención y limpiar los barrancos que aportaron toda la maleza, rocas y los árboles caídos por el corrimiento de tierras, a las dos hectáreas agrarias. Además, en teoría los técnicos acondicionarán el río y tratarán de solventar deficiencias en el trazado que provocaron la inundación del polideportivo de la localidad. Por otra parte, se elevará con obras el punto de agua para que se pueda instalar un sistema de riego. Las acequias han quedado enterradas sin posibilidad de que los agricultores puedan obtener agua. Sin embargo, a día de hoy, los afectados no han visto ninguna mejora. «Todo sigue igual que hace un mes». Y exigen agilidad a las administraciones.
Este medio se ha puesto en contacto con la Junta de Andalucía para saber qué actuaciones se llevarán a cabo en la zona sin haber obtenido respuesta. El Ayuntamiento iba a solicitar la declaración de zona catastrófica. Sin embargo, Subdelegación del Gobierno no ha recibido ninguna petición.
Los pasos habituales para acceder a la declaración son que el municipio lo solicite a la Subdelegación del Gobierno acompañando de informes que justifiquen la petición, como acreditación de que se trata de una emergencia, valoración de causalidad entre el siniestro y la justificación documental de los daños.
La Subdelegación del Gobierno eleva a la Dirección General de Protección Civil directamente o a través de la Delegación del Gobierno, según las instrucciones, dicha petición acompañando la documentación aportada. La Dirección General estudia el caso concreto y, si lo estima conveniente, lo eleva a su vez al Consejo de Ministros, que deberá aprobarlo.
Sin noticias de las administraciones
Parte del presupuesto del plan de recuperación del área afectada por el incendio de Los Guájares por valor de 3, 5 millones de euros, coordinado por la delegación de Medioambiente, se emplearán, según el primer edil en hacer diques de contención y limpiar los barrancos que aportaron toda la maleza, rocas y los árboles caídos por el corrimiento de tierras, a las dos hectáreas agrarias. Además, en teoría los técnicos acondicionarán el río y tratarán de solventar deficiencias en el trazado que provocaron la inundación del polideportivo de la localidad. Por otra parte, se elevará con obras el punto de agua para que se pueda instalar un sistema de riego. Las acequias han quedado enterradas sin posibilidad de que los agricultores puedan obtener agua. Sin embargo, a día de hoy, los afectados no han visto ninguna mejora. «Todo sigue igual que hace un mes». Y exigen agilidad a las administraciones.
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