Los vecinos que acumulan diez años sin playa: «La gente se encierra en casa»
Las aportaciones de arena en Castillo de Baños duran apenas unas semanas mientras el espigón continúa bloqueado
Verano tras verano, la historia se repite en Castillo de Baños. A pesar de estar justo frente al mar, sus vecinos tienen que coger el ... coche para poder ir a bañarse o tumbarse en la arena ya que en cuanto sopla viento de poniente, la playa desaparece completamente.
«El poniente se lleva toda la arena, el agua sube hasta las piedras y ya no hay ni sitio para poner una toalla ni forma de bajar al mar. Te asomas por la mañana y dices: 'vaya, otro día sin playa'», cuenta Juan Francisco Moleón, vecino de toda la vida.
Matías González, alcalde de Polopos-La Mamola, ha vivido este problema desde hace 10 años y entiende perfectamente el enfado de los vecinos. «Este año sí que se hizo una aportación de arena, y al principio la playa quedó muy bien. Se ganó bastante espacio, unos 10 o 12 metros de ancho, y la gente estaba contenta. Pero duró tres semanas. El primer temporal de poniente se llevó todas las aportaciones otra vez».
Pero, el destino de esa arena no está muy lejos. A varios kilómetros de distancia se encuentra el espigón de La Mamola, allí la arena se acumula y se mantiene. En Castillo de Baños, en cambio, «no hay nada que la sujete».
«La playa es nuestro único atractivo. Pero no podemos disfrutarla. Las personas mayores no pueden bajar, y si vienes con niños pequeños y con todos los trastos de playa, es un drama. A veces hay escalones de arena de casi dos metros. Imposible para cualquiera»
Carolina Navagüeno
Vecina
«La solución está en construir un espigón. Uno que frene la fuerza del mar y retenga la arena. La mayoría del tiempo aquí sopla el poniente, así que si tuviéramos un espigón que protegiera la playa, no la perderíamos cada verano», explica Carolina Navagüeno, otra vecina que lleva visitando la localidad desde hace años con su hija pequeña. «La playa es nuestro único atractivo. Pero no podemos disfrutarla. Las personas mayores no pueden bajar, y si vienes con niños pequeños y con todos los trastos de playa, es un drama. A veces hay escalones de arena de casi dos metros. Imposible para cualquiera. La gente se encierra en casa o se va a otro sitio», señala.
Además de no poder ir a la playa, esta situación afecta a la economía del pueblo. «Los pocos negocios que hay, como el camping, pierden clientes. Los turistas llegan esperando disfrutar del mar, y cuando ven que no hay playa, se van a otro lugar», añade Carolina.
Según los afectados, una de las excusas que se ha dado para no construir el espigón era que los vecinos no se ponían de acuerdo sobre su ubicación. «Nos da igual que lo pongan al principio o al final del pueblo», aclara Emilia Moleón, otra residente. «Lo único que queremos es que pongan el espigón y tengamos playa. Porque cada año es lo mismo, y ya estamos todos cansados».
Una solución que no llega
El proyecto del espigón no es nuevo. Llevan trabajando en él desde 2015 cuando se incluyó como parte del Plan Estratégico del Litoral, y fue de los primeros en llegar a Madrid. Se trata de un espigón curvo, con el extremo (el «morro») asentado a seis metros de profundidad, justo en la zona de levante de la playa de la localidad.
Todo parecía ir bien... hasta que en septiembre del año pasado apareció un obstáculo: un informe ambiental negativo por la presencia de Posidonia oceánica, una planta marina protegida. Desde entonces, el proyecto se quedó paralizado, y la administración prometió buscar alternativas. Pero casi un año después, sigue sin haber avances. «Nos tienen olvidados», se quejan los vecinos del pueblo.
El alcalde lamenta que todo siga parado por un informe ambiental. «Nos dicen que van a estudiar otras opciones, pero no nos enseñan nada». González insiste en que hay soluciones posibles:«Si no se puede hacer el espigón de 180 metros, se podría hacer uno más corto, de 120, que se aleje un poco de la zona de la posidonia. Pero para eso hace falta voluntad política y que se quiera invertir, aunque sea una cantidad modesta. No estamos pidiendo millones de euros».
En septiembre del año pasado se remitió el informe medioambiental negativo por la presencia de Posidonia oceánica
Castillo de Baños es pequeño alrededor de 200 vecinos viven allí todo el año. Pero en verano, la población se multiplica. El alcalde señala que entre el camping, los visitantes de la zona y los turistas, se calcula que unas 600 personas pueden pasar por allí en los meses de calor.
Mientras tanto, los residentes de la localidad siguen mirando al mar con resignación mientras esperan la defensa por la que llevan años luchando mientas a su vez, playa aparece y desaparece, según sople el viento.
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