Los tres pueblos de la Costa de Granada con una 'pequeña Alhambra' encantan a National Geographic
Aunque están cerca de Motril, mantienen su esencia de cierto aislamiento para custodiar un pasado almohade y nazarí de alquerías
C. L.
Sábado, 7 de junio 2025, 12:18
National Geographic recorre el país de punta a punta buscando rincones desconocidos que merezca la pena descubrir al gran público. Una de sus últimas paradas ... ha sido en la provincia de Granada. Allí, se ha desplazado para descubrir tres pueblos en uno. En «este valle escondido de la Costa Tropical granadina, tres iglesias con sus tres torres se miran una a otra a través de bancales y castañares centenarios, desafiando las convenciones geográficas con la misma naturalidad con que sus acequias desafían la gravedad», explica.
Apunta el sonido del agua que desciende desde las sierras y alimenta a chirimoyas, mangos y aguacates. Y aunque están cerca de Motril, mantienen su esencia de cierto aislamiento para custodiar un pasado almohade y nazarí de alquerías.
Los Guájares son tres: Fondón, Faragüit y Alto. Se agrupan bajo el mismo topónimo para sumar fuerzas. El nombre proviene de la lengua árabe, donde «wa-run» vendría a significar «abrupto, escarpado o de difícil acceso». El nombre «Faragüit» tiene también un origen arábigo-andaluz y significa «jardín escondido». Mientras que lo de «Alto» y «Fondón» en Guájar Alto y Guájar Fondón, está claro que se refiere a la posición geográfica que ocupan.
No se trata de simples pedanías con nombre compartido. «Son las piezas de un rompecabezas territorial que habla de cómo el Al-Ándalus se fragmentó sin perder su esencia», describe National Geographic. Su historia se remonta a los almohades del siglo XIII y en ella se mezcla la leyenda con la realidad para explicar el lugar: «Cuentan que tras la Reconquista, lo que había sido un territorio unificado se dividió como un testamento roto entre diferentes señores cristianos. Luis de Portocarrero se quedó con Faragüit, Juan de Ulloa con Fondón, y Alto siguió su propio camino serrano».
En realidad, la rebelión de las Alpujarras marcó un antes y un después en los valles moriscos que defendían costumbres y creencias frente a Felipe II. Un vacío demográfico favoreció la llegada de colonos cristianos, que impulsaron su cultura y costumbres. Hasta llegar a 1973, cuando se unieron en un único municipio con un término de 90 kilómetros con ayuntamiento en Guájar Faragüit.
Un tesoro escondido
Entre casas encaladas, jardines en bancales y cuestas transcurre la vida en Los Guájares, que, sin embargo, esconden un tesoro desconocido. Y es que el eco almohade sigue reverberando en el valle desde el corazón pétreo de El Castillejo. Entre Guájar Faragüit y Guájar Fondón se cruza por el manantial de la Fuente Santa, donde bajaban a lavar la ropa las mujeres de la fortaleza. En el punto más alto de la senda emerge un poblado fortificado que llegó a tener 300 habitantes y es Bien de Interés Cultural desde 1989. Sus ruinas resisten mimetizadas con el color ocre de la tierra: «Es una pequeña (y nostálgica) Alhambra, tal como a los del lugar les gusta indicar», destaca la famosa publicación de viajes en su artículo.
A pesar de lo que se puede deducir de su nombre, no se trataba solo de un castillo, sino de todo un poblado fortificado que se remonta al siglo XIII, en el esplendor de la época almohade, que combinaba un uso militar con el civil. Sus muretes, con sus antiguos hornos, casas y aljibes, vivieron rutinas de vidas diarias hace siglos. Desde allí se divisa todo el valle, «un regalo para ellos igual que lo es para nosotros hoy en día».
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