Sorvilán reclama a Costas más espigones para poder tener playa

Las playas de Sorvilán son uno de los lugares más desconocidos de la Costa Tropical. El pueblo cuenta con poco más de 500 habitantes, un centenar vive en el anejo de los Yesos y cada verano, mientras Almuñécar, Salobreña y Motril se llenan de bañistas, el municipio recibe 500 visitantes que se alojan en dos grandes bloques y en los pocos apartamentos que hay disponibles. Sus playas sólo cuentan con un chiringuito en la pedanía de Melicena. Un pequeño paseo marítimo repleto de casas bajas, algunas desconchadas por la humedad del mar, une dos pequeñas calitas. En el paseo solitario, una vecina destiende la ropa.

Al fondo en la cala de los Granadinos una pareja se enfunda las gafas y las aletas para descubrir la pradera de posidonia. Sus toallas están en primera y única línea de playa junto a las rocas. Una pequeña franja de arena separa el agua del talud que da a la carretera.

En la playa de Los Yesos, que tiene una pequeña escollera y algo más de espacio para dejar la toalla, la escena se repite. Lamentan el «colapso» cuando coinciden muchos bañistas. La playa tiene un relieve pronunciado y hay zonas en las que no es posible clavar la sombrilla. Hace cuatro años que hicieron una defensa, pero el Ayuntamiento considera que no es suficiente.

Se quedaron fuera del proyecto que pretende construir espigones en zonas como Playa Granada y reclaman a Costas que regenere sus playas alargando las defensas que ya están construidas y añadiendo más en la playa de los Yesos, al final de Melicena y en la caleta de los Granadinos para que los temporales no hagan «desaparecer» por completo su costa.

La historia y la petición de los habitantes de Sorvilán es vieja. Han llamado a las puertas de las administraciones tantas veces que han perdido la cuenta. Si a los municipios grandes que reciben turismo les cuesta reparar las costas para el verano, a este le supone una inversión de muchos metros cúbicos de arena. Hasta 10.000 euros utilizan para acondicionar las playas antes de verano, cantidad considerable teniendo en cuanta que el presupuesto anual del Consistorio es, dependiendo del año, de unos 600.000 euros. Para poder tener sus playas lo mejor posible, extraen arena de un barranco del municipio y en las zonas de difícil acceso por las que no entran los vehículos los operarios la llevan a pulso.

«Esto es la pescadilla que se muerde la cola. No nos contemplan para ninguna ayuda o pobrecito de regeneración porque somos demasiado pequeños y no tenemos mucho turismo, pero no tenemos turismo porque nos faltan recursos y acondicionar las playas y tener servicios para prosperar», mantiene la alcaldesa, Pilar Sánchez.

El municipio se dedica principalmente a la agricultura bajo plástico y desde que se abrió la autovía los negocios de restauración que hay en la antigua carretera perdieron fuelle.El municipio, que antes era zona de paso, está ahora más desangelado y a la espera de recibir un empuje. Si el Ayuntamiento recupera zona de playas con la construcción de espigones, considera que más negocios y visitantes querrán acudir al pueblo. «No todos saben ver el encanto y hay algunos que no quieren volver para encontrarse la playa asía. Con ayuda, el municipio podría apostar más por el turismo», dicen las ediles.